Uno de los
mayores obstáculos para recibir nuestra sanidad es la duda acerca de la
voluntad de Dios para sanarnos, porque si no estamos seguros que Dios quiere
sanarnos, es más difícil creer por nuestra sanidad.
Marcos 1: 39-41 dice acerca de Jesús:
Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda
Galilea, y echaba fuera los demonios. Vino a él un leproso que, de rodillas le
dijo: SI QUIERES, puedes limpiarme. Jesús, tendiendo misericordia de él, extendió la mano, lo tocó y le dijo: QUIERO, sé limpio.
Si
Jesús sanó a los enfermos, entonces es la voluntad del Padre sanar a los
enfermos. Y puesto que es la voluntad del Padre sanar a los enfermos, por
consiguiente, es la voluntad del Padre sanarte a TI.
El
problema está en que por diferentes circunstancias dudamos que Dios quiera
sanarnos. Algunos dicen que debemos sufrir como Cristo sufrió, otros dicen que
la enfermedad es la voluntad de Dios, otros dicen que la sanidad es solamente
para algunos, otros dicen que la enfermedad glorifica a Dios y otros dicen que
debemos ser pacientes.
En
este pasaje vemos que este hombre no está seguro que Jesús quiera sanarlo, pero
Jesús le confirma su voluntad: QUIERO le dice, se
sanó. Jesús dijo que venía para mostrar la voluntad del Padre y la mayor
parte de su ministerio lo pasó sanando a los enfermos. ¿Por
qué dudar si es la voluntad de Dios sanar?
Otras
personas piensan que Dios no los quiere sanar por algo malo que hicieron o
porque no cumplieron tal o cuál mandamiento. Pero, las personas que Jesús sanó,
eran igual que nosotros, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Eso no les
impidió recibir su sanidad, solamente fueron confiando en que Jesús podía
sanarlos.
Si
tú crees que Dios está molesto contigo por algo malo que hiciste, sólo arréglalo,
acércate a él, arrepiéntete, recibe el perdón y recibe tu sanidad. Dios es tu
padre y te ama, él no quiere destruirte, el quiere restaurarte completamente.
Ya sabes, cuídate mucho. Bendiciones!!!
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