DON ALEJO TENÍA UN TORO REPRODUCTOR, EL MEJOR TORO DE LA REGIÓN. ESE TORO ERA SU ÚNICO PATRIMONIO.
Los
ganaderos locales descubrieron que el toro era el mejor reproductor de la zona,
comenzaron a ALQUILARLO para cruzar sus
vacas, comprobando que de ese cruce, salían los mejores terneros y el toro se
convirtió en la única y principal fuente de ingresos del campesino.
Además el
TORO era rendidor y rápido, no perdonaba a
ninguna vaca que le pasara cerca, y parecía que nunca se cansaría de engendrar.
Un día,
los ganaderos se reunieron y decidieron comprar el toro para no depender más de
don Alejo.
Un
representante fue y le dijo:
“Ponle
precio a tu toro que te lo vamos a comprar”.
El
campesino, que no quería perder su fuente de ingresos, pidió una cifra muy alta
para que fuera rechazada.
Los
ganaderos se quejaron al Alcalde por el precio del animal, y éste,
sensibilizado con el problema, compró el toro con fondos municipales,
registrándolo como PATRIMONIO MUNICIPAL y
poniéndolo al servicio de toda la comunidad.
El día de
la inauguración de los servicios, los ganaderos trajeron sus vacas para que el
toro las preñara. Le pusieron la primera, y nada.
“Debe ser la vaca - dijo uno – es muy flaca”.
Le
trajeron una gran campeona Holandesa, el toro la olfateó, y ¡¡nada!!
Le
pasaron el rodeo entero, pero… ¡El toro ni se
inmutó!
El
Alcalde, furioso, llamó al ex-dueño y lo increpó a solucionar el problema...
Se había
gastado el dinero de los contribuyentes y no quería pensar que todo fuera una
estafa más.
Don Alejo
se acercó al toro y le habló al oído:
-
¡Qué haces hermano Toro! ¿No quieres trabajar más?
El Toro
lo miró largamente... y con mucha pereza le respondió: ¿PERO
CÓMO QUIERES QUE TRABAJE? ¡¡¡NO VES QUE AHORA SOY FUNCIONARIO PÚBLICO!!!
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