Hoy los uigures. Dentro de dos años, los cristianos. Ya no hay ninguna duda, el Hitler chino de ninguna manera va a permitir que haya cristianos en su distopía. No necesito ninguna filtración para imaginar cómo va a ser esa persecución. Más o menos, puede seguir esta hoja de ruta:
PRIMERA FASE. Perseguir
a los cristianos chinos evangélicos. Dejando muy claro que las detenciones solo
se les aplican solo a ellos porque, a diferencia de los católicos, no acceden a
tener buenas relaciones con las autoridades. Pero todos los católicos chinos
tomarán buena nota de que a Pekín no le ha temblado la mano.
SEGUNDA FASE. Perseguir a algunas figuras de la jerarquía
católica (sacerdotes y obispos) porque son unos extremistas. Porque esos
individuos están destruyendo el buen clima entre Estado y las comunidades de
creyentes.
TERCERA FASE. Todos los
obispos tienen que firmar la lista de condiciones que el Partido imponga. La
lista después debe ser firmada también por los sacerdotes en un siguiente paso.
CUARTA FASE. Tras la
tercera fase, todo se acelera. Campos de reeducación, traducción oficial de la
Biblia según los valores chinos, encumbramiento en la jerarquía de los “judas”, ruptura de la “Iglesia
China” con un papado que está al servicio de las potencias extranjeras.
¿Estoy
en contra del tratado que el Vaticano hizo con Pekín en el 2018? No, para nada. Al menos, sin ceder en nada que no
se pudiera ceder, se ha otorgado a los católicos chinos un lustro de paz, antes
de la tormenta. Pero la tormenta es inevitable.
P. FORTEA

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