Mons. José Antonio Eguren, Arzobispo Metropolitano de Piura, en el norte del Perú, aseguró recientemente que “existe la responsabilidad moral y solidaria de vacunarse contra el Covid-19”.
En un mensaje difundido el 6 de mayo, Mons. Eguren subrayó que “el rechazo a la vacuna puede suponer un riesgo no sólo
para la propia salud sino para la salud de los miembros de nuestras familias y
toda la comunidad”.
“Vacunarse es una responsabilidad moral y una exigencia
de caridad en estos momentos de una crisis sanitaria sin precedentes en nuestro
país”, dijo, señalando luego que “nuestros
cementerios cada vez más lo atestiguan”.
“La moralidad de la vacunación depende no sólo del
deber de proteger la propia salud, sino también el trabajo, el sustento de la
familia y del deber de contribuir al bien común”, añadió.
De acuerdo a la universidad estadounidense especializada en medicina
Johns Hopkins, al 8 de mayo de 2021 se han confirmado más de 1,8 millones de
infectados de COVID-19 en el Perú. La cifra de muertes a causa de la pandemia
en ese país es de más de 63 mil.
El Gobierno del Perú asegura que más de 1,3 millones de personas han
completado sus dos dosis de vacunación, tanto con las vacunas de Sinopharm como
con las producidas por Pfizer-BioNTech y AstraZeneca.
El 6 de mayo, el Gobierno anunció la llegada de 350 mil dosis de vacunas
de Pfizer-BioNTech.
Tras subrayar que “el Gobierno tiene la
obligación patriótica y moral de una distribución de la vacuna para todos los
peruanos en genera”, Mons. Eguren dijo que “ahora
que las vacunas están comenzando a ser disponibles entre nosotros, existe la
responsabilidad moral y solidaria de vacunarse contra el Covid-19”.
“El rechazo a la vacuna puede suponer un riesgo no
sólo para la propia salud sino para la salud de los miembros de nuestras
familias y toda la comunidad”, reiteró.
Sobre las objeciones morales que hacen algunas personas a las vacunas,
el Arzobispo peruano reconoció que “ciertas
vacunas, no todas, han utilizado en sus fases de investigación y desarrollo
líneas celulares derivadas de tejidos de fetos que fueron abortados hace mucho
tiempo”.
El Prelado explicó al respecto que “si bien
existe una conexión moral remota con quienes se vacunan con ella, ello no debe
ser impedimento para vacunarse”.
“Precisamente debido a la poca disponibilidad en su
número, ante el inminente peligro de la propia vida y la de los demás, y la
imposibilidad de elegir entre las vinculadas a estas células provenientes de
fetos abortados y las que no, la Iglesia Católica, nuestra Madre, permite esta
vacunación comprendiendo esta difícil situación”, recordó.
POR DAVID RAMOS | ACI Prensa

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