miércoles, 13 de agosto de 2014

DE LA PATRONA DE LA TELEVISIÓN, SANTA CLARA DE ASÍS


Declarada el 14 de febrero del año 1958 por el Papa Pío XII mediante la carta apostólica “Clarius explendescit”. En ella el Santo Padre, tras asegurar que “lejos de rechazar el progreso de la técnica, la Iglesia en la medida en que se los utilice para el bien, no sólo los anima sino que se sirve de ellos para extender las verdades de la fe”, afirma:

“Tiene la televisión, grandes ventajas y terribles inconvenientes. Se apodera de los espíritus incluso bajo el techo familiar, razón por la que hemos creído tener que proporcionarle una protección celestial que convierta su uso en benéfico y no pernicioso. Y le hemos elegido como patrona a Santa Clara. […] Instituimos a perpetuidad, declaramos y constituimos por la presente carta a Santa Clara de Asís, patrona celestial de la televisión, ante Dios, con todos los privilegios y honores litúrgicos que tal dignidad comporta”.

Y explica las razones por las que hace la declaración:

“Una noche de navidad, encerrada en su lecho de dolor en su monasterio de Asís, Santa Clara escuchó como si se hallara presente los cantos sagrados de la Iglesia de San Francisco, y vio el pesebre del niño divino.

Cosa que acontecía en la Navidad del año 1252.

“Pedimos a aquélla cuya resplandeciente pureza brilla en nuestras tinieblas, que haga de este nuevo descubrimiento un medio para difundir la verdad y la virtud, sobre las cuales se mantiene el orden del mundo”.

Afirma el Papa atender así a la solicitud del Obispo de Asís, Joseph Nicollini, a los generales de cuatro órdenes franciscanas y de numerosos personajes eminentes y muchos cardenales, arzobispos y obispos, y hacerlo tras consultar a la Sagrada Congregación de Ritos

Durante la misa celebrada con ocasión de los 50 años de la proclamación de Santa Clara como patrona de la televisión en el año 2008, el entonces Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Tarcisio Bertone, recordaba que demonizar la televisión es una tentación que encuentra fundamentos en los mensajes negativos y anti-evangélicos que no pocas veces transmite, pero que “la Iglesia, en cambio, insiste en que los medios, y la televisión en particular, tienen un potencial enorme en las manos del ser humano, cuyos efectos dependen de cómo sean utilizados” y añadía que en la sociedad de la imagen la Iglesia “necesita apóstoles y misioneros de Cristo que sepan utilizar el lenguaje de los medios de comunicación modernos sin comprometer el contenido íntegro del Evangelio”. Y advertía ya entonces Bertone de que “la comunicación de masas tiende hoy a imponer un modelo cultural uniforme, sin respetar los valores éticos indispensables para edificar una sociedad pacífica donde los derechos y los deberes del hombre estén fundados en la dignidad”.

Que hagan Uds. mucho bien y que no reciban menos.

Luis Antequera

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