Seguimos leyendo a Isaías en la primera lectura de la misa:
"De ese tronco que es Jesé, sale un retoño; un retoño brota de sus raíces.
El espíritu del Señor estará continuamente sobre él y le dará sabiduría, inteligencia, prudencia, fuerza, conocimiento y temor del Señor.
Él no juzgará por la sola apariencia ni pronunciará su sentencia fundándose en rumores.
Juzgará con justicia a los débiles y defenderá los derechos de los pobres del país.
Sus palabras serán como una vara para castigar al violento, y con el soplo de su boca hará morir al malvado.
Siempre irá revestido de justicia y verdad.
Entonces el lobo y el cordero vivirán en paz, el tigre descansará al lado del cabrito, el becerro y el león crecerán juntos y se dejarán guiar por un niño pequeño.
La vaca y la osa serán amigas, y juntas descansarán sus crías.
El león comerá hierba, como el buey.
El niño jugará en el escondrijo de la cobra y meterá la mano en el nido de la víbora.
En todo mi monte santo no habrá quien haga ningún daño, porque así como el agua llena el mar, así el conocimiento del Señor llenará todo el país.
En aquel tiempo el retoño de esta raíz que es Jesé se levantará como una señal para los pueblos; las naciones irán en su busca, y el sitio en que esté será glorioso."
Un texto del Antiguo Testamento, pero que se aparta del espíritu de guerra, venganzas, poder y victorias que caracteriza estos escritos. No es de extrañar que los primeros cristianos lo asociaran inmediatamente al Espíritu de Jesús. Un Mesías sin ejército ni poder.
En medio de un bosque desolado, rebrota un retoño de un tronco cortado. El texto nos muestra el Espíritu que se posa sobre él. Es el Espíritu de Jesús, debe ser el Espíritu del cristiano: inteligencia y sabiduría; consejo y valor; conocimiento y temor de Dios. Un Espíritu que no juzga por las apariencias ni sentencia de oídas. Un Espíritu defensor de los débiles.
Las consecuencias son claras: el lobo habita con el cordero; la pantera yace con el cabrito; el becerro y el león pacerán juntos y los apacentará un niño; la vaca y el oso serán amigos; el niño jugará con la cobra... Es decir llegará el Reino, ese mundo de paz y de Amor.
Seamos sinceros y miremos atrás. ¿Ese ha sido el Espíritu de los cristianos? ¿Ese es hoy el Espíritu de los cristianos? Ciertamente ha habido cristianos guiados por este Espíritu. Pero, ¿estaría nuestra sociedad como está si hubiésemos seguido de verdad el Espíritu de Jesús, si nos hubiésemos dejado impulsar por Él?
Adviento nos llama a hacer borrón y cuenta nueva. A luchar por seguir este Espíritu aunque nos consideren tontos. Sólo nos podremos llamar cristianos si intentamos seguirlo. Si luchamos por ese mundo de justicia. Y hemos de empezar por nuestra Iglesia y nuestras comunidades. Una Iglesia que no busque privilegios. Una Iglesia que conviva con los demás. Una Iglesia que se base en la Palabra y el Amor. Esa Iglesia conseguirá una sociedad de paz y armonía: el Reino de Dios.
Joan Josep Tamburini
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