martes, 30 de septiembre de 2014

«REZA Y PREPÁRATE PARA CUANDO VENGA LA OSCURIDAD», ADVIERTE EL PAPA FRANCISCO EN SU HOMILÍA MATINAL


El Papa Francisco, en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta este martes, inspirándose en un pasaje del Libro de Job, Francisco recordó a quienes viven “grandes tragedias”, como los cristianos echados de sus casas a causa de su fe.

El Papa Francisco centró su homilía en la Primera Lectura del día, que nos muestra a Job maldiciendo su vida. Job maldice el día en que ha nacido, su oración se presenta como una maldición.

Al respecto el Papa recordó que “fue puesto a prueba”.

“Perdió toda su familia; perdió todos sus bienes; perdió la salud y todo su cuerpo se convirtió en una llaga, una llaga asquerosa”.

En aquel momento – subrayó Francisco – “perdió la paciencia y dijo esas cosas feas”.

Pero él estaba acostumbrado a hablar con la verdad y esa es la verdad que “él siente en aquel momento”.

También Jeremías – destacó el Papa – “usa casi las mismas palabras: ‘¡Maldito el día en que nací!’”.

“¿Pero este hombre blasfema? Es la pregunta que hago, dijo el Pontífice. Este hombre que está solo, así, en ese momento, ¿blasfema?”.

Jesús, cuando se lamenta – ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’ - ¿blasfema? El misterio es éste. Tantas veces yo he escuchado a personas que están viviendo situaciones difíciles, dolorosas, que han perdido tanto o se sienten solas y abandonadas y vienen a lamentarse y hacen estas preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué? Se rebelan contra Dios. Y yo digo: ‘Sigue rezando así, porque también ésta es una oración’. Era una oración cuando Jesús dijo a su Padre: ‘¡Por qué me has abandonado!’”.

Es una “oración la que hace Job aquí. Porque – evidenció el Papa – rezar es llegar a ser verdad ante Dios. Y Job no podía rezar de otro modo”. “Se reza con la realidad – añadió Francisco – la verdadera oración viene del corazón, del momento que uno vive”.

“Es la oración de los momentos de oscuridad, de los momentos de la vida donde no hay esperanza, donde no se ve el horizonte”:

“Y tanta gente, tanta hoy, está en la situación de Job. Tanta gente buena, como Job, no entiende lo que le ha sucedido, porqué es así. Tantos hermanos y hermanas que no tienen esperanza. Pensemos en las tragedias, en las grandes tragedias, por ejemplo estos hermanos nuestros que por ser cristianos son echados de sus casas y pierden todo: ‘Pero, Señor, yo he creído en ti. ¿Por qué? ¿Creer en Ti es una maldición, Señor?’”.

“Pensemos en los ancianos dejados de lado – prosiguió diciendo el Papa – pensemos en los enfermos, en tanta gente sola, en los hospitales”. Para toda esta gente, y “también para nosotros cuando vamos por el camino de la oscuridad – aseguró Francisco – la Iglesia reza. ¡La Iglesia reza! Y toma sobre sí este dolor y reza”. Y nosotros, “sin enfermedades, sin hambre, sin necesidades importantes – exhortó el Pontífice – cuando tenemos un poco de oscuridad en el alma, nos creemos mártires y dejamos de rezar”.

Y hay quien dice: “¡Estoy enojado con Dios, no voy más a Misa!”. “Pero, ¿por qué?” – se preguntó el Papa –. La respuesta, dijo, es “por una cosa pequeñita”. Francisco recordó que Santa Teresita del Niño Jesús, en los últimos meses de su vida, “trataba de pensar en el cielo, y sentía dentro de sí como si una voz le dijera: ‘Pero no seas tonta, no te crees fantasías. ¿Sabes qué cosa te espera? ¡Nada!’”.

“Tantas veces pasamos por esta situación, vivimos esta situación. Y tanta gente que cree que terminará en la nada. Y ella, Santa Teresa, rezaba y pedía fuerza para ir adelante, en la oscuridad. Esto se llama entrar en paciencia. Nuestra vida es demasiado fácil, nuestros lamentos son lamentos teatrales. Ante éstos, ante estos lamentos de tanta gente, de tantos hermanos y hermanas que están en la oscuridad, que prácticamente han perdido la memoria, la esperanza – que viven ese exilio de sí mismos, son exiliados, también de sí mismos – ¡nada! Y Jesús ha hecho este camino: de la noche al Monte de los Olivos hasta la última palabra de la Cruz: ‘Padre, ¡por qué me has abandonado!’”.

Francisco indicó por último dos “cosas” que pueden servir. “Primero: prepararse, para cuando vendrá la oscuridad”, que quizá no sea tan dura como la de Job, si bien, dijo “tendremos un tiempo de oscuridad. Preparar el corazón para aquel momento”. Y segundo: “Rezar, como reza la Iglesia, con la Iglesia por tantos hermanos y hermanas que padecen el exilio de sí mismos, en la oscuridad y en el sufrimiento, sin esperanza a la mano”. Es la “oración de la Iglesia – concluyó el Papa – por estos tantos ‘Jesús que sufren, que están por doquier”.

15 PREGUNTAS PARA HACERSE SOBRE EL MATRIMONIO ANTES DE CASARSE... Y TAMBIÉN DESPUÉS


Perdonar y pedir perdón, ceder, darse al proyecto común.

¿Sabes que la felicidad no depende de nada ni nadie fuera de ti?, ¿sabes expresar tu disgusto y tu rabia sin ofender a los demás?...

El que te sientas muy enamorado y creas que ya encontraste a la persona de tus sueños no significa del todo que estás listo. Falta una parte muy importante para considerar: tus propias habilidades y destrezas para convertirte en esposo o esposa.

Es decir, aunque todos nacimos para el amor, no siempre estamos listos para darlo y recibirlo.

Esto es particularmente cierto cuando se trata del amor matrimonial pues lo característico de este amor es que renunciamos a pensar y actuar como individuos o solteros para decidirnos por construir un “nosotros”, es decir, una comunión de vida o comunidad.

Dicha comunidad la comenzamos con la decisión y promesa de entregarnos totalmente. Pero es en el diario vivir donde esta entrega se pone en práctica y se convierte en la base de la cual nacen la armonía, la comprensión y la unidad que constituyen la comunión de vida matrimonial.

Si este es tu concepto y el tipo de amor al cual aspiras, vas por buen camino. Pero de todos modos es bueno que analices si ya estás igualmente entrenado y listo para ponerlo en práctica. Con ese objetivo te proponemos que te hagas las siguientes preguntas:

1.- ¿Eres una persona feliz que sabe que la felicidad no depende de nada ni nadie fuera de ti, sino de tu decisión por ver la vida con positivismo y gratitud?

2.- ¿Estás conforme con lo que haces pues das siempre lo mejor de ti, o eres por el contrario un conformista o una persona que te juzgas con severidad a ti mismo?

3.- ¿Sabes expresar tu disgusto y tu rabia sin ofender a los demás?

4.- ¿Sabes pedir perdón cuando cometes errores y sabes perdonar cuando te ofenden?

5.- ¿Te sientes capaz de cambiar o sacrificar tu decisión de salir de parranda con tus amigos por incluir siempre a tu pareja en tus planes de diversión?

6.- ¿Estoy listo(a) para crear y gozar del tiempo que se comparte en pareja y en familia?

7.- Si acostumbras beber o fumar muy a menudo: ¿Estás dispuesto(a) a dejar tus vicios por tener un matrimonio estable y feliz?

8.- ¿Puedo enumerar al menos cinco sacrificios que estoy dispuesto(a) a hacer cuando esté casado (a)?

9.- ¿Crees que el hecho de ser mayor te ha dado ya la suficiente madurez para saber llevar un matrimonio? O, si eres joven, ¿sabes si tu edad no te permite tener la madurez que se debiera?

10.- ¿Crees que el matrimonio será la solución a muchos de tus problemas?

11.- ¿Estás seguro(a) de estar enamorado(a) de tu pareja y de nadie más?

12.- ¿Te vas a casar únicamente porque ya hay un embarazo de por medio?

13.- ¿Estás seguro(a) que al casarte no tratas de huir de los problemas que tienes en tu casa?

14.- ¿La razón por la que te casas es porque tu pareja te comprende?

15.- ¿Has decidido casarte porque sientes que estás ya muy mayor para seguir soltero(a)?

Si tus respuestas dieron como resultado que lo que te mueve a casarte es sólo el amor y el deseo de dar lo mejor de ti por el bien de la otra persona, aunque esto implique sacrificios, entonces ya estás preparado(a) para el matrimonio.

Debes de saber igualmente que el matrimonio no es un sombrero mágico donde encontrarás la solución a los problemas y serás “feliz para siempre.” Por el contrario, debes estar preparado(a) para encontrarte con muchas situaciones en que será difícil entenderse o encontrar una solución.

Estar abiertos a los cambios y lo suficientemente flexibles como para ceder cuando no valga la pena aferrarse a los propios puntos de vista o a nuestros gustos o preferencias, es vital. Pues, como dice el dicho, “si estás listo para ceder, estas hecho para el matrimonio” porque sólo cediendo se gana una vida conyugal armoniosa.

Debes contar igualmente con el hecho que a pesar de tus buenas intenciones puedes muchas veces herir a tu pareja o ser herido por ella.

Debes por eso entrenarte en el arte del perdón y aprender a manejar y expresar tus sentimientos para que las ofensas sean cada vez menos numerosas.

Si comprendes y actúas con este propósito de controlar el temperamento y saber pedir perdón y perdonar, la vida de casado(a) será mas fácil.

La vida de soltero(a), será pronto “historia pasada”. Ahora debes pues disponerte a crear una vida en comunidad. Así, debes empezar a compartir o a modificar las actividades y distracciones de tu vida de soltero por actividades en común.

“Así es la vida de casados, tan divertida como tú la quieras hacer” pues ahora todo lo compartirás con el amor de tu vida. No se trata de perder tu individualidad sino mas bien de encontrar las actividades adecuadas en la que los dos puedan participar.

LECTURAS COMPLEMENTARIAS:
Alfonso Van Steenwegen, Amor: Palabra de acción. Reglas de juego para la relación de pareja, Ed. Lumen 1998;

Gustavo Salesman, Cómo llegar a obtener un matrimonio feliz, Ed. San Pablo;

Zig Ziglar, Cómo hacer que el romance no muera con el matrimonio, Ed. Norma, 1991;

Escobar Isaza, Gustavo Adolfo, Hacerse Pareja: Guía para construir una relación duradera, Ed. Mad, SL, 2005.

LAS PERSONAS SON REGALOS


Las personas son regalos que la vida me ha dado. Ya vienen envueltas, algunas en forma muy bella y otras de una manera menos atractiva.

Algunos han sido maltratados en el correo; otros llegan como “Entrega Especial”; algunos llegan envueltos, otros cerrados con gran rigidez. Pero la envoltura no es el regalo y es importante darse cuenta de esto. Es muy fácil equivocarse en este sentido, juzgando el contenido por el estuche.

A veces el regalo se abre con facilidad; otras se necesita la ayuda de otras personas. Tal vez es porque tiene miedo, quizá han sido heridas antes y no quieren ser lastimadas de nuevo. Pudo ser que alguna vez se abrieron y luego se descartaron. Quizá ahora se sienten más bien como “cosas” que como seres humanos.

Yo soy una persona. Como todas las demás personas también soy un regalo. Poseo una bondad que es sólo mía. Y sin embargo, algunas veces tengo miedo de mirar dentro de mi envoltura. Tal vez temo decepcionarme, quizá no confío en el que llevo dentro. Pudiera ser que en realidad nunca he aceptado el regalo que soy.

Cada encuentro y comunicación entre personas es un intercambio de regalos. Mi regalo soy yo, tú eres tu regalo. Somos obsequios de Dios unos para otros.

Es difícil pensar en ocasiones que aquel que me ha lastimado es también un regalo de Dios, pero si vemos la ofensa como una envoltura maltratada y no nos quedamos con ella, seguramente encontraremos un hermoso regalo, pues de cada suceso Dios nos tiene una enseñanza para crecer en su amor, en nuestra fe.

Nosotros mismos podemos tener una envoltura tan maltratada por el tiempo y/o las circunstancias, pero lo que llevamos dentro siempre será hermoso, pues quien lo puso ahí es nuestro Creador, solo tendríamos que ver hacia adentro y estar listos para darnos… descubre en tu interior todos los dones con los que el Señor te conformó y sé el digno regalo para los que te necesitamos.

Enviado por Miriam de Pérez

Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros, por vuestra participación en el evangelio desde el primer día hasta ahora, estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús. Fil 1:3-6

Por esta razón también yo, habiendo oído de la fe en el Señor Jesús que hay entre vosotros, y de vuestro amor por todos los santos,
16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones. Efe 1:15,16.

PAPA FRANCISCO: «¡BIENAVENTURADAS LAS FAMILIAS QUE TIENEN A LOS ABUELOS CERCA!»


Sin un encuentro entre las distintas generaciones, no hay futuro para un pueblo, dijo el Papa Francisco en el Encuentro internacional con personas mayores celebrado el domingo en el Vaticano, en el que estuvo también Benedicto XVI

Noticia digital (29-IX-2014)

 
Más de 50.000 fieles de todo el mundo participaron en el I Encuentro Internacional con personas mayores celebrado el domingo en el Vaticano, día también en que el Papa había convocado una jornada de Oración por el Sínodo de los obispos sobre la familia, como recordó durante el rezo del Ángelus.

«No hay futuro para el pueblo sin este encuentro entre generaciones, sin que los niños reciban con gratitud el testigo de la vida por parte de los padres», dijo Francisco durante la Misa. «Hay a veces generaciones de jóvenes que, por complejas razones históricas y culturales -añadió-, viven más intensamente la necesidad de independizarse de sus padres, casi de liberarse del legado de la generación anterior. Es como un momento de adolescencia rebelde. Pero, si después no se recupera el encuentro, si no se logra un nuevo equilibrio fecundo entre las generaciones, se llega a un grave empobrecimiento del pueblo, y la libertad que prevalece en la sociedad es una falsa libertad, que casi siempre se convierte en autoritarismo».

«¡DIOS NO LOS ABANDONA!»

Previamente, durante el encuentro con los ancianos, el Papa denunció la «cultura del descarte», la «eutanasia encubierta» contra las personas mayores, que la Iglesia está llamada a contrarrestar, para así construir «una sociedad más humana».

«La violencia contra los ancianos es inhumana, así como la que se comete contra los niños», denunció. «¡Pero Dios no los abandona, está con ustedes! Con su ayuda, ustedes son y seguirán siendo la memoria de su pueblo; y también para nosotros, para la gran familia de la Iglesia. ¡Gracias!»

«La vejez, de forma particular, es un tiempo de gracia, en el que el Señor nos renueva su llamado: nos llama a custodiar y transmitir la fe, nos llama a orar, especialmente a interceder; nos llama a estar cerca de los necesitados», resaltó Francisco. «Los abuelos tienen una capacidad para comprender las situaciones más difíciles: ¡una gran capacidad! Y cuando rezan por estas situaciones, su oración es más fuerte ¡es poderosa!»

HOGARES DE ANCIANOS, NO PRISIONES

El Papa se refirió a la acogida a las personas mayores en las familias. «¡Felices esas familias que tienen a los abuelos cerca!», dijo. Cuando, por algún motivo, no es posible tener a los abuelos en casa, añadió, son «bienvenidos los hogares para los ancianos... con tal de que sean verdaderos hogares, y ¡no prisiones! ¡Y que sean para los ancianos y no para los intereses de otras personas! No debe haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidados. Me siento cerca de los numerosos ancianos que viven en estos institutos, y pienso con gratitud en los que los van a visitar y los cuidan. Los hogares para ancianos deberían ser los pulmones de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser santuarios de humanidad, donde los que son viejos y débiles son cuidados y custodiados como un hermano o una hermana mayor. ¡Hace tanto bien ir a visitar a un anciano! Miren a nuestros chicos: a veces los vemos desganados y tristes; van a visitar a un anciano, y ¡se vuelven alegres!»

Ricardo Benjumea

DISCURSO DEL PAPA:

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

¡Gracias haber venido en tan gran número! Y gracias por su acogida festiva: ¡Hoy es su fiesta, nuestra fiesta! Agradezco a monseñor Paglia y a todos los que la han preparado. También agradezco en especial la presencia del Papa Emérito Benedicto XVI. Tantas veces he dicho que me gusta tanto que viva aquí en el Vaticano, porque es como tener al abuelo sabio en casa ¡Gracias!

He escuchado los testimonios de algunos de ustedes, que presentan experiencias comunes a tantos ancianos y abuelos. Pero uno era diferente: el de los hermanos que vinieron desde Kara Qosh, escapando de una persecución violenta. ¡A todos ellos juntos les decimos gracias de forma especial! Es muy bello que ustedes hayan venido aquí hoy: es un don para la Iglesia. Y nosotros les ofrecemos nuestra cercanía, nuestra oración y nuestra ayuda concreta. La violencia contra los ancianos es inhumana, así como la que se comete contra los niños. ¡Pero Dios no los abandona, está con ustedes! Con su ayuda, ustedes son y seguirán siendo la memoria de su pueblo; y también para nosotros, para la gran familia de la Iglesia. ¡Gracias!

Estos hermanos nos dan testimonio de que aun en las pruebas más difíciles, los ancianos que tienen fe son como árboles que continúan dando frutos. Y esto vale también en las situaciones más ordinarias, donde, sin embargo, puede haber otras tentaciones, y otras formas de discriminación. Hemos escuchado algunas en los otros testimonios.

La vejez, de forma particular, es un tiempo de gracia, en el que el Señor nos renueva su llamado: nos llama a custodiar y transmitir la fe, nos llama a orar, especialmente a interceder; nos llama a estar cerca de los necesitados ... pero los ancianos, los abuelos tienen una capacidad para comprender las situaciones más difíciles: ¡una gran capacidad! Y cuando rezan por estas situaciones, su oración es más fuerte ¡es poderosa!

A los abuelos, que han recibido la bendición de ver a los hijos de sus hijos (cf. Sal 128,6), se les ha confiado una gran tarea: transmitir la experiencia de la vida, la historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo; compartir con sencillez una sabiduría, y la misma fe: ¡el legado más precioso! ¡Felices esas familias que tienen a los abuelos cerca! El abuelo es padre dos veces y la abuela es madre dos veces. Y en aquellos países donde la persecución religiosa ha sido cruel, pienso por ejemplo en Albania, donde estuve el domingo pasado; en aquellos países han sido los abuelos los que llevaban a los niños a bautizar a escondidas, los que les dieron la fe ¡Qué bien actuaron! ¡Fueron valientes en la persecución y salvaron la fe en esos países!

Pero no siempre el anciano, el abuelo, la abuela, tiene una familia que puede acogerlo. Y entonces bienvenidos los hogares para los ancianos ... con tal de que sean verdaderos hogares, y ¡no prisiones! ¡Y que sean para los ancianos -sean para los ancianos- y no para los intereses de otras personas! No debe haber institutos donde los ancianos vivan olvidados, como escondidos, descuidado. Me siento cerca de los numerosos ancianos que viven en estos institutos, y pienso con gratitud en los que los van a visitar y los cuidan. Los hogares para ancianos deberían ser los pulmones de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser santuarios de humanidad, donde los que son viejos y débiles son cuidados y custodiados como un hermano o una hermana mayor. ¡Hace tanto bien ir a visitar a un anciano! Miren a nuestros chicos: a veces los vemos desganados y tristes; van a visitar a un anciano, y ¡se vuelven alegres!

Pero también existe la realidad del abandono de los ancianos: ¡cuántas veces se descarta a los ancianos con actitudes de abandono que son una verdadera eutanasia escondida! Es el efecto del descarte que tanto daño hace a nuestro mundo. Se descarta a los niños, a los jóvenes y a los ancianos con el pretexto de mantener un sistema económico equilibrado, en cuyo centro no está la persona humana, sino el dinero. ¡Todos estamos llamados a contrarrestar esta cultura del descarte!

Nosotros, los cristianos, junto con todos los hombres de buena voluntad, estamos llamados a construir con paciencia una sociedad diversa, más acogedora, más humano, más inclusiva, que no necesita descartar a los débiles de cuerpo y mente, aún más, una sociedad que mide su propio paso precisamente sobre estas personas.

Como cristianos y como ciudadanos, estamos llamados a imaginar, con fantasía y sabiduría, los caminos para afrontar este reto. Un pueblo que no custodia a los abuelos y no los tratan bien no tiene futuro: pierde la memoria, y se desarraiga de sus propias raíces. Pero cuidado: ¡ustedes tienen la responsabilidad de mantener vivas estas raíces en ustedes mismos! Con la oración, la lectura del Evangelio, las obras de misericordia. Así permanecemos como árboles vivos, que aun en la vejez no dejan de dar frutos.

Traducción de Radio Vaticana

TEXTO DE LA HOMILÍA:

El Evangelio que acabamos de escuchar, lo acogemos hoy como el Evangelio del encuentro entre los jóvenes y los ancianos: un encuentro lleno de gozo, de fe y de esperanza.

María es joven, muy joven. Isabel es anciana, pero en ella se ha manifestado la misericordia de Dios, y, junto a con su esposo Zacarías, está en espera de un hijo desde hace seis meses.

También en esta ocasión, María nos muestra el camino: ir a visitar a la anciana pariente, para estar con ella, ciertamente para ayudarla, pero también y sobre todo para aprender de ella, que ya es mayor, una sabiduría de vida.

La Primera Lectura recuerda de varios modos el cuarto mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre: así se prolongarán tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar» (Ex 20,12). No hay futuro para el pueblo sin este encuentro entre generaciones, sin que los niños reciban con gratitud el testigo de la vida por parte de los padres. Y, en esta gratitud a quien te ha transmitido la vida, hay también un agradecimiento al Padre que está en los cielos.

Hay a veces generaciones de jóvenes que, por complejas razones históricas y culturales, viven más intensamente la necesidad de independizarse de sus padres, casi de «liberarse» del legado de la generación anterior. Es como un momento de adolescencia rebelde. Pero, si después no se recupera el encuentro, si no se logra un nuevo equilibrio fecundo entre las generaciones, se llega a un grave empobrecimiento del pueblo, y la libertad que prevalece en la sociedad es una falsa libertad, que casi siempre se convierte en autoritarismo.

El mismo mensaje nos llega de la exhortación del apóstol Pablo dirigida a Timoteo y, a través de él, a la comunidad cristiana. Jesús no abolió la ley de la familia y la transición entre las generaciones, sino que la llevó a su plenitud. El Señor ha formado una nueva familia, en la que, por encima de los lazos de sangre, prevalece la relación con él y el cumplir la voluntad de Dios Padre. Pero el amor por Jesús y por el Padre eleva el amor a los padres, hermanos y abuelos, renueva las relaciones familiares con la savia del Evangelio y del Espíritu Santo. Y así, san Pablo recomienda a Timoteo, que es Pastor, y por tanto padre de la comunidad, que se respete a los ancianos y a los familiares, y exhorta a que se haga con actitud filial: al anciano «como un padre», a las ancianas «como a madres» (cf. 1 Tm 5,1). El jefe de la comunidad no está exento de esta voluntad de Dios, sino que, por el contrario, la caridad de Cristo le insta a hacerlo con un amor más grande. Como la Virgen María, que aun habiéndose convertido en la Madre del Mesías, se siente impulsada por el amor de Dios, que en ella se está encarnando, a ir de prisa hacia su anciana pariente.

Volvamos, pues, a este «icono» lleno de alegría y de esperanza, lleno de fe, lleno de caridad. Podemos pensar que la Virgen María, estando en la casa de Isabel, habrá oído rezar a ella y a su esposo Zacarías con las palabras del Salmo Responsorial de hoy: «Tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud... No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones... Ahora, en la vejez y en las canas, no me abandones, Dios mío, hasta que describa tu poder, tus hazañas a la nueva generación» (Sal 70,9.5.18). La joven María escuchaba, y lo guardaba todo en su corazón. La sabiduría de Isabel y Zacarías ha enriquecido su ánimo joven; no eran expertos en maternidad y paternidad, porque también para ellos era el primer embarazo, pero eran expertos de la fe, expertos en Dios, expertos en esa esperanza que de él proviene: esto es lo que necesita el mundo en todos los tiempos. María supo escuchar a aquellos padres ancianos y llenos de asombro, hizo acopio de su sabiduría, y ésta fue de gran valor para ella en su camino como mujer, esposa y madre.

Así, la Virgen María nos muestra el camino: el camino del encuentro entre jóvenes y ancianos. El futuro de un pueblo supone necesariamente este encuentro: los jóvenes dan la fuerza para hacer avanzar al pueblo, y los ancianos robustecen esta fuerza con la memoria y la sabiduría popular.

PERDONAR Y AGRADECER


Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: "Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro".


Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado comenzó a ahogarse, y le salvó su amigo.

Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: "Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida".

Intrigado, el amigo preguntó: "¿Por qué después que te pegué escribiste en la arena y ahora en cambio escribes en una piedra?".

Sonriendo, el otro amigo respondió: "Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo. Pero cuando nos ayuda, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento podrá borrarlo".

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PARA MEDITAR LAS PALABRAS DEL AVE MARÍA


Dios te salve, Bendita. Y bendícenos a nosotros. Dios te salve, María, llena eres de gracia.

Vamos a meditar las palabras del Ave María, para que al repetirlas disfrutemos mas el Rosario. Recuerda "Octubre, mes del Rosario"

DIOS TE SALVE

Te saludo con todo mi amor y con toda la alegría de mi corazón. ´Dios te salve, Bendita. Y bendícenos a nosotros, los hijos de la Bendita entre todas las mujeres. Todos tus hijos del mundo, en las ciudades populosas, en los valles y montañas de los cinco continentes te saludan a diario cuando rezan el avemaría. Yo me uno a ese coro de hijos amantes y felices, Oh Madre bendita. Sí, bendita mil veces, bendita para siempre. Dios te salve…

MARÍA

Me encanta pronunciar tu nombre porque es el tuyo: María, Virgen María, Santa María de Guadalupe. Tu nombre ha poblado de bellas iglesias las ciudades y las montañas. Lo pronuncian con grandísimo amor y ternura los jóvenes, los adultos y los niños, Tu nombre lo llevan con orgullo santo millones de mujeres del mundo cristiano. Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti. Necesitamos de verdad en nuestro mundo muchas Marías que tengan un corazón parecido al tuyo. María bendita, míranos con tus ojos de cristal, con tus ojos purísimos de paloma, y llénanos de tu perfumada presencia, de tu ternura inmensa, de tu fe y de tu amor. Dios te salve, María…

LLENA ERES DE GRACIA

Cántaro que rebosa de la gracia, de la vida de Dios, de su amor inefable, de su santidad. Más santa y pura que todos los santos, más que los querubines y serafines. Por eso la belleza de tu alma y de tu rostro son el encanto de tu Dios. Y el encanto de nosotros también. Nos colma de tanta alegría saber que nuestra madre es tan santa,
tan bella, tan pura y tan sencilla. Así te saludó el ángel: Llena de gracia, impresionado de tu alma. Dios te salve, María, llena eres de gracia…

EL SEÑOR ES CONTIGO

Esta frase de la Biblia siempre va después del “No tengas miedo”. Desde que naciste Dios ha estado contigo, porque te cuidó como a su perla preciosa, a su rosa exquisita.
Él te preparó desde muy niña con sus manos santas para que fueras después su Madre santa. Todo el amor infinito de Dios cuidando una flor llamada María. Estuvo contigo en tus años de infancia cuidando a la niña más bella, más santa, más querida. Te cuidó en la adolescencia preparando tu alma y tu cuerpo bendito y santísimo para la maternidad. El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel y él sabía lo que decía. Contigo estuvo en los años de tu embarazo, dentro de tu seno, haciéndose un niño por amor a nosotros. Toda tu vida terrena estuvo contigo. Y Tú estuviste con Él. Fuiste madre, nueva Eva, corredentora. Estuvo contigo en la cruz, muriendo junto a Ti. También estuviste Tú con Él, hasta que murió en el patíbulo y pasó de los brazos muertos de la cruz a los brazos vivos y amorosos de su madre. Estuvo contigo en los años de tu soledad, santificando a su madre amadísima, para que llegara al cielo resplandeciente como el sol y blanca como la luna. Contigo está y estará por toda la eternidad en el cielo. Dios te salve, María, llena eres de gracia, El Señor es contigo….

BENDITA TÚ ERES ENTRE TODAS LAS MUJERES

¿Qué es Eva comparada contigo? ¿Qué son las mujeres de la tierra junto a Ti? Tú eres la imagen perfecta, única de la mujer que quiso crear. Por eso, las mujeres, si no se llaman Marías, al menos deben serlo, parecerse a Ti que eres el modelo preciosísimo de la mujer cristiana. Querer llamarse como Tú es una buena elección.
Pero parecerse a Ti debe ser su ideal. Modelo de niña y mujer, adorable modelo de madre y esposa. Porque Tú pasaste por todas las etapas del crecimiento de la mujer,
enseñando cómo se puede ser una gran mujer, una mujer santa, un apóstol de Jesús,
y, además, una mujer feliz... Con muy poco presupuesto, en una casita humilde,
pero donde estaba Dios, y donde Dios está nada hace falta. La pobre casita de María rebosaba de amor, de santidad y de felicidad. Dios te salve, María, llena eres de gracia, El Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres…

Y BENDITO ES EL FRUTO DE TU VIENTRE, JESÚS

Bendita la flor, bendito también el fruto. Jesús, el amado del Padre ha nacido de Ti como la rosa del rosal. La rosa pertenece al rosal. Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo, fruto de tus purísimas entrañas. Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús, pues Él, además de ser hijo tuyo, es tu Dios omnipotente, del que te consideras su esclava.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros. Jesús, porque Tú nos lo diste, en un gesto de amor único y lleno de misericordia… Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre, en Madre nuestra. Entre las palabras que siempre meditas en tu corazón, están éstas: “Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre”. Para nosotros esta sola frase constituye todo un evangelio, una buena nueva. Si Jesús es nuestro, si María es nuestra, ¿qué dificultad nos podrá derrotar? ¡Qué poco felices nos atrevemos a ser
cuando nos han dado la llave de la felicidad, de la felicidad completa y eterna! Dios te salve, María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, Bendita Tú eres entre todas las mujeres Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

SANTA MARÍA

Si María es tu nombre, santa, santísima es tu sobrenombre, La cualidad que siempre va con tu nombre. Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría y al mismo tiempo gran respeto. Santa María, dulce María, eres bellísimo jardín donde crecen las flores más bellas. Espiga dorada pletórica de fruto, mística rosa, perfumada y más pura que todas las rosas del mundo. Santa María, dulce Madre, Virgen pura, Reina bellísima y sencilla campesina de la entrañable campiña de Nazaret.

MADRE DE DIOS

Te amamos como Madre nuestra y te veneramos como madre de Dios, grandeza incomparable que te ennoblece y nos llena de orgullo santo, porque nuestra madre es también madre de Dios. Para tan alto privilegio se requería una Madre virgen
una virgen santa una mártir del alma una criatura llena de gracia y una humildísima esclava del Señor, que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra. ¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo la máxima grandeza y la más fina y profunda humildad?
Dios te consideró digna madre suya. Aceptó ser Hijo de tus entrañas. Te hizo grande el que todo lo puede y tú te hiciste pequeña como una esclava al completo servicio de tu Señor. Madre y esclava del Señor. Como Madre de Dios me infundes un respeto inmenso. Como esclava del Señor una ternura infinita.

RUEGA POR NOSOTROS, PECADORES

Somos tus hijos pecadores Somos hijos pródigos que hemos recorrido los senderos del pecado y del hastío. Fuimos hijos de una madre pecadora, antes de ser aceptados por una Madre Inmaculada. Ruega a tu Hijo omnipotente, Tú que eres la omnipotencia suplicante. Ruega siempre para que no nos engañe más el padre de la mentira. Dile a Jesús que no tenemos vino, que se nos ha terminado la alegría y el amor. Pide para nosotros el milagro de la resurrección cuando caemos muertos de cansancio y de dolor. El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo. El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre. Entonces, suplícale que nos otorgue la resurrección y la vida.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores…

AHORA…

El día de hoy, El día de las oportunidades de santificarnos o de pecar. Hoy, el día al que le basta su afán. El único día que tenemos en las manos. Que lo llenemos de amor y de bondad. Ahora líbranos de caer en la tentación. Hoy que sepamos amar a nuestros prójimos, Hoy que no endurezcamos el corazón, Hoy que oigamos la voz del Espíritu Santo. Ahora, en este presente que se transforma constantemente en futuro.
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos, Seamos instrumentos de la paz de Jesús. Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.

Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE. AMÉN.

En ese momento en el que se juega nuestra salvación eterna. Ese último día que sepamos decir un último “Te amo en este mundo” para repetirlo en la otra vida por siempre. Ruega por los que en ese momento no están preparados, para que si no vivieron en gracia, mueran en gracia de Dios y no vayan al eterno dolor. Ruega por los niños cuyo primer día de vida coincide con el de su terrible muerte. Así como lograste que el buen ladrón se arrepintiera el día de su muerte, consigue esa misma gracia a los pecadores más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo. Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal para salvarles de las garras de Satanás, de la eterna condenación. Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Autor: P. Mariano de Blas LC

'VUESTRA LABOR DE TESTIMONIO Y DE EVANGELIZACIÓN ES NECESARIA PARA EL MUNDO'


Esta mañana se ha celebrado la misa de acción de gracias por la beatificación de monseñor Álvaro del Portillo. Ha tenido lugar en las mismas calles de Valdebebas (Madrid) donde ayer se reunieron más de 200.000 asistentes a la beatificación.

Ante una asamblea formada por miles de familias procedentes de 80 países de los cinco continentes, el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría les dedicó buena parte de su homilía. Lo hizo recordando la petición del papa Francisco de dedicar este domingo a la oración por la celebración de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a la familia: “En este día, que el Santo Padre Francisco dedica a la oración por la familia, nos unimos a las súplicas de toda la Iglesia por esa comunión de amor, esa escuela del Evangelio que es la familia”.

Mons. Echevarría se dirigió a las familias para decirles: “el Señor os ama, el Señor se halla presente en vuestro matrimonio, imagen del amor de Cristo por su Iglesia. Sé que muchos de vosotros os dedicáis generosamente a apoyar a otros matrimonios en su camino de fidelidad, a ayudar a muchos otros hogares a ir adelante en un contexto social muchas veces difícil y hasta hostil. ¡Ánimo! Vuestra labor de testimonio y de evangelización es necesario para el mundo entero”.

También quiso agradecerles su tarea educativa: “Ahora, damos gracias también a todos los padres y madres de familia que están aquí reunidos, y a todos los que se ocupan de los niños, de los ancianos, de los enfermos”

El Prelado del Opus Dei comenzó su homilía refiriéndose a la ceremonia de beatificación celebrada el día anterior: “La muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida de don Álvaro”. Explicó que “no era propiamente una muchedumbre sino una reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo. Este mismo amor también se hace más fuerte hoy en la Eucaristía, en esta Misa de acción de gracias por la beatificación del queridísimo don Álvaro”.

Durante la Misa de acción de gracias, Mons. Echevarría explicó que “mirando la vida santa de don Álvaro, descubrimos la mano de Dios, la gracia del Espíritu Santo, el don de un amor que nos transforma”. El prelado animó a que “los demás descubran en mi vivir la bondad de Dios, como ocurrió en el caminar diario de don Álvaro: ya en este Madrid tan querido, transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados”.

Hoy son cientos de miles las personas concretas que se benefician del trabajo de las distintas entidades que el nuevo beato animó a poner en marcha en los cinco continentes: hospitales en África, capacitación de la mujer indígena en Latinoamérica, formación profesional para adultos en Filipinas, bancos de alimentos en Europa, integración de inmigrantes en EE. UU., etc. En continuidad con ese espíritu solidario, las colectas de las misas de ayer y hoy se destinarán a cuatro proyectos sociales que comenzó el nuevo beato.

Por su parte, el papa Francisco ha recordado durante el Ángelus la beatificación que tuvo lugar ayer en Madrid y ha pedido que “el ejemplar testimonio cristiano y sacerdotal del obispo Álvaro del Portillo suscite en muchos el deseo de unirse siempre más a Cristo y al Evangelio”.

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A continuación, el texto completo de la homilía pronunciada por el obispo Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, en la misa de acción de gracias por la beatificación de monseñor Álvaro del Portillo en Valdebebas (Madrid).

HOMILÍA EN LA MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS

POR LA BEATIFICACIÓN DE ÁLVARO DEL PORTILLO

Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei

Madrid, 28 de septiembre de 2014

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”: “ut diligátis ínvicem, sicut diléxi vos” (Jn 15, 12).

Queridos hermanos y hermanas, estas palabras del Evangelio resuenan hoy en mi alma con una alegría nueva, al considerar que la muchedumbre presente ayer en este lugar, muy en comunión con el Papa Francisco y con todos los que nos acompañaban desde los cuatro puntos cardinales, no era propiamente una muchedumbre sino una reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo. Este mismo amor también se hace más fuerte hoy en la Eucaristía, en esta Misa de acción de gracias por la beatificación del queridísimo don Álvaro, Obispo, Prelado del Opus Dei.

1. El Señor, al instituir la Eucaristía, dio gracias a Dios Padre por su bondad eterna, por la creación salida de sus manos, por su misterioso designo de salvación. Agradecemos ese amor infinito manifestado en la Cruz y anticipado en el Cenáculo. Y le preguntamos al Señor: ¿cómo hemos de proceder para amar como tú nos has amado?; para amar como amaste a Pedro y a Juan, a cada uno de nosotros, y también a san Josemaría y al beato Álvaro.

Mirando la vida santa de don Álvaro, descubrimos la mano de Dios, la gracia del Espíritu Santo, el don de un amor que nos transforma. E incorporamos a nuestra alma esa oración de san Josemaría que tantas veces ha repetido el nuevo Beato: “Dame, Señor, el Amor con que quieres que te ame”, y así sabré amar a los demás con tu Amor, y con mi pobre esfuerzo. Los demás descubrirán en mi vivir la bondad de Dios, como ocurrió en el caminar diario de don Álvaro: ya en este Madrid tan querido, transparentaba la misericordia divina con su solidaridad con los más pobres y abandonados. Nos llena de gozo que en la segunda lectura, se nos recuerde la presencia de Cristo en nosotros que nos reviste “de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia” (Col 3, 12).

Queridos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios pidiéndole más amor. En la madurez de la juventud, cuando tenía 25 años, don Álvaro era “saxum”, roca, para san Josemaría. Desde su humildad, contestó un día por carta al fundador del Opus Dei con estas palabras: “Yo aspiro a que, a pesar de todo, pueda Ud. tener confianza en el que, más que roca, es barro sin consistencia alguna. Pero ¡es tan bueno el Señor!”. Esa seguridad en la bondad divina puede empapar toda nuestra existencia. “Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad”, hemos rezado en el Salmo responsorial (Sal 138 [137], 2). Y se alza nuestra gratitud a la Trinidad Santísima porque permanece con nosotros, con su Palabra, Jesucristo mismo (cf. Col 3, 16) y con su Espíritu, que nos llena de alegría (cf. Jn 15, 11; Lc 11, 13) y hace posible que nos dirijamos a Dios llamándole, llenos de confianza, “Abba, Pater”: “¡Padre! ¡papá!”.

2. “La trinidad de la tierra nos llevará a la Trinidad del Cielo”, repetía don Álvaro según la enseñanza y la experiencia del Fundador del Opus Dei. Jesús, María y José nos conducen al Padre y al Espíritu Santo; en la humanidad santa de Jesús descubrimos, inseparablemente unida, la divinidad.

¡La Sagrada Familia! Con palabras de la primera lectura, bendecimos al Señor “que enaltece nuestra vida desde el seno materno y nos trata según su misericordia” (Ecl 50, 22). El texto sagrado nos menciona que ya antes de nacer nos amaba Dios. Viene a mi memoria aquel poema que Virgilio dirige a un niño recién nacido: “Incipe, parve puer, risu cognoscere matrem” (Virgilio, Égloga IV, 60)”: “Pequeño niño, comienza a reconocer a tu madre por su sonrisa”. El niño que nace va descubriendo el universo; en el rostro de su madre, lleno de amor: en esa sonrisa que le acoge, el nuevo ser apenas venido al mundo descubre un reflejo de la bondad de Dios.

En este día que el Santo Padre Francisco dedica a la oración por la familia, nos unimos a las súplicas de toda la Iglesia por esa “communio dilectionis”, esa “comunión de amor”, esa “escuela” del Evangelio que es la familia, como decía Pablo VI en Nazaret. La familia, con el “dinamismo interior y profundo del amor”, tiene una gran “fecundidad espiritual”, como enseñó san Juan Pablo II, a quien el beato Álvaro estuvo unido por una filial amistad.

Al dar gracias a don Álvaro, damos gracias a sus padres que le han acogido y educado, que han preparado en él un corazón sencillo y generoso para recibir el amor de Dios, y responder a su llamada. “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”; así fue don Álvaro: un hombre cuya sonrisa bendecía a Dios, que “hace cosas grandes” (Ecl 50, 22), y que contó con él para servir a la Iglesia extendiendo el Opus Dei, como fiel hijo y sucesor de san Josemaría.

Rezamos para que haya muchas familias que sean “hogares… luminosos y alegres… como fue el de la Sagrada Familia”, en palabras de san Josemaría. Nuestra gratitud a Dios se alza por el don de la familia, reflejo del eterno amor trinitario, lugar donde cada uno se sabe amado por sí mismo, tal como es. Ahora, damos gracias también a todos los padres y madres de familia que están aquí reunidos, y a todos los que se ocupan de los niños, de los ancianos, de los enfermos.

Familias: el Señor os ama, el Señor se halla presente en vuestro matrimonio, imagen del amor de Cristo por su Iglesia. Sé que muchos de vosotros os dedicáis generosamente a apoyar a otros matrimonios en su camino de fidelidad, a ayudar a muchos otros hogares a ir adelante en un contexto social muchas veces difícil y hasta hostil. ¡Ánimo! Vuestra labor de testimonio y de evangelización es necesario para el mundo entero. Acordaos de que, como dijo el querido Benedicto XVI, “la fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor”.

3. “Sed agradecidos”, nos exhorta san Pablo (Col 3, 15). El beato Álvaro, pensando en lo que debía a san Josemaría, afirmaba que “la mejor muestra de agradecimiento consiste en hacer buen uso de los dones recibidos”. En su predicación, en tertulias, en encuentros personales, en todas partes, nunca dejaba de hablar de apostolado y de evangelización. Para permanecer en ese amor de Dios que hemos recibido, debemos compartirlo con los demás; la bondad de Dios tiende a difundirse. El Papa Francisco decía que “en la oración, el Señor nos hace sentir este amor, pero también a través de numerosos signos que podemos leer en nuestra vida, a través de numerosas personas que pone en nuestro camino. Y la alegría del encuentro con él y de su llamada lleva a no cerrarse, sino a abrirse; lleva al servicio en la Iglesia”.

“No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido” (Jn 15, 16). Después de haber insistido el Señor en que la iniciativa es siempre suya, en la primacía de su amor, nos envía a difundir su Amor a todas las criaturas: “Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca” (ibídem). “Manete in dilectione mea”: “permaneced en mi amor” (Jn 15, 9). Permanecer en el Señor es necesario para dar un fruto que a su vez eche raíces profundas. Jesús lo acaba de decir a sus discípulos: “Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí” (Jn 15, 4).

La muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida de don Álvaro. Os invito, hermanas y hermanos, a estar, a desenvolveros en el amor del Señor: en la oración, en la Misa y la Comunión frecuente, en la confesión sacramental, para que, con esa fuerza de la predilección divina, sepamos transmitir lo que hemos recibido, y llevarlo a cabo mediante un auténtico apostolado de amistad y confidencia.

En la carta que me escribió el querido Papa Francisco con ocasión de la beatificación de ayer, nos decía que “no podemos quedarnos con la fe para nosotros mismos, es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás”; y añadía que el beato Álvaro “nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir para anunciar el Evangelio”, y también que “nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad”.

En este camino, con muchos ángeles, nos acompaña la Santísima Virgen. María es Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa y Templo de Dios Espíritu Santo. Es Madre de Dios y Madre nuestra, la Reina de la familia, la Reina de los apóstoles. Que Ella nos ayude, como lo hizo con el beato Álvaro, a seguir la invitación del Sucesor de Pedro: “Dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él que guíe nuestra vida”, como tantas veces san Josemaría pidió a la Virgen de la Almudena muy querida y venerada en esta Archidiócesis. Así sea.

lunes, 29 de septiembre de 2014

MENSAJE DEL CIELO A NUESTRO GRUPO DE ORACIÓN “SÍ SEÑOR” – VIERNES 26 DE SETIEMBRE 2014


El Ángel Rosa del Corazón de Santísimo hizo la señal de su presencia.

HNO. JOSÉ: Bienvenida seas Rosa del Corazón de Santísimo, gracias por tu Santa presencia.

EL ANGEL ROSA DEL CORAZÓN DEL SANTÍSIMO: Cierren sus ojos, que nada les distraiga, solo tengan los ojos cerrados y cálmense, tranquilícense… respiren, todo es tranquilidad porque en éste momento se abrió ya el Cielo, Ángeles iluminan éste lugar… por petición de la Reina, su calor es su Amor, es más grande de todo lo que hay en ustedes, hay Paz y tranquilidad en éste lugar, que nadie más entre… todo está sellado.

HNO. JOSÉ: Ordenó que nadie entre, sea quien sea nadie entra en éste lugar.

EL ANGEL ROSA DEL CORAZÓN DEL SANTÍSIMO: Manténganse en silencio y empiecen la oración muy dentro de ti, pide perdón, pide perdón a tu Señor porque lo has ofendido, pide perdón por todas aquellas cosas que no pudiste hacer, pide perdón por juzgar, pide perdón por tus palabras que salen con maldad de tu boca, para criticar, para hablar mal de tu hermano, pide perdón.

Pide perdón porque no te has portado como hija,  hijo de Dios, éste  es el momento… reconócete, reconoce dentro de ti todo… palabra tras palabra, minuto tras minuto, todo y libérate, pidiendo perdón.

Ahora en tu corazón se enciende el fuego, dale gracias… gracias Padre… por todo lo que has hecho por mí, por todo lo que me has dado, por la vida, por los días, por los seres que amo, por los seres que me aman… Gracias Padre.

Allí en tu lugar, dale gracias por el día que tuviste, también por los problemas, dale gracias también por ése dolor, dale gracias por tu enfermedad, dale gracias por tus preocupaciones, porque te das cuenta que estás vivo, estás viva, que es cierto que tu equivocaste tú camino y cometiste errores, dale gracias para que Él sea la Luz, que ya no tropieces más, dale gracias de corazón… ahora dentro de ti, en silencio… háblale… y pídele lo que necesitas.

Pide por tus hermanos, pide por todas las personas por las que oras, pídele…

Abba, Abba, habsa Abba, ya están aquí los cuatro.

DIOS PADRE: Soy el Padre Celestial…

HNO. JOSÉ: Todos de rodillas con la cabeza en el suelo.

DIOS PADRE: Quiero que todos a partir de éste momento no vean a los instrumentos, ellos son sólo eso… instrumentos, la palabra es mía… hijo mío, hija mía que estás aquí, estoy escuchando los pedidos de tu corazón, los sentimientos de tu corazón, los pensamientos que pasan por tu mente, SOY TU PADRE CELESTIAL, quien te dio la vida y te trajo aquí, a éste mundo, a cumplir una misión, sólo tuya y de nadie más.

Hijo mío, hija mía, hoy te llamo a reflexionar, sobre cómo estás viviendo tu misión, muchos piensan… ésta misión que haré será grandiosa ante los ojos de los hombres, primero les he dado la misión sencilla de ser verdaderamente mis hijos en el lugar dónde los he puesto, con su familia, con sus vecinos, con sus amigos y conocidos, ellos deben ver el reflejo de unos Cristianos que realmente transmitan AMOR, hoy te hago pensar a ti sobre cuanto AMOR derramas a tu alrededor, cada uno tiene una misión y todos tienen un tiempo, como hoy lo han escuchado en la Sagrada Palabra, todo tiene su tiempo, éste es el tiempo de sembrar y trabajar, éste es el tiempo en que ustedes serán iluminados en la medida en que ustedes abran su corazón cada día y se muestren dispuestos a hacer su misión… si no oran hijos míos, hijas mías, como tendrán un tiempo para unirse a mi corazón, YO los AMO infinitamente, eternamente, no quiero que me vean como un  Padre severo y castigador, porque ante todo YO SOY AMOR, piensen ustedes en la persona que más aman, en la que ustedes más piensan, en las que ustedes viven pensando en sus necesidades, cuánto le aman, así y aún más les AMO YO, mi AMOR es grande por ustedes, por eso les proveo de todo, muchos no agradecen cuando les va bien, cuando les va mal también estoy con ustedes, mirándoles y proveyéndoles, pero YO no puedo abrir la puerta de su corazón, esa es la libertad que YO les he dado, Yo puedo hacer mucho en sus vidas pero depende de ustedes si abren su corazón, sienten mi AMOR, lo transmiten y lo viven, algunos han abierto su corazón de par en par y conocen el AMOR que YO les estoy dando, otros están cegados por el mundo, otros están cegados por sus pecados y sus faltas, pensando que YO sólo quiero castigarlos … Y NO ES ASÍ, Yo solo quiero acercarme y como el Padre que recibió al hijo pródigo, Yo los perdono si ustedes de corazón piden perdón…

HNO. JOSÉ: Señor yo no soy digno que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

DIOS PADRE: Los espero hijos míos en la Sagrada Comunión, en la que con el Hijo y el Espíritu, habito en sus corazones si ustedes lo quieren, todos los Sacramentos los tienen ahí gratuitamente, busquen acercarse porque así podrán mantenerse en la perseverancia ya que están siendo muy atacados hijos míos, en sus debilidades más grandes, sean conscientes de eso y entonces junto a nosotros, junto a todo el apoyo del Cielo entero podrán ser fuertes ante sus tentaciones y sus debilidades, ofrezcan todo lo que hagan y digan…. Y todo será recompensado grandemente en el Cielo, hoy les bendigo a ustedes, su compartir, su generación… NO OLVIDEN QUE YO LOS AMO.

HNO. JOSÉ: El Señor esté con ustedes…

TODOS: Y con tú Espíritu.

HNO. JOSÉ: La bendición de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo, esté para siempre en sus corazones.

TODOS: Amén

HNO. JOSÉ: Podemos ir en Paz.

 TODOS: Demos gracias a Dios y a Nuestra Madre Santísima.

EL ANGEL ROSA DEL CORAZÓN DEL SANTÍSIMO: José, abre la Biblia… en el nombre del Espíritu Santo…

Ezequiel 15, 1-8  Israel: la viña estéril

Me fue dirigida esta palabra de Yahvé: «Hijo de hombre, ¿acaso la madera de parra vale más que las otras maderas o que las ramas de los árboles del bosque? ¿Se usa la madera de parra para fabricar algún objeto? ¿Se hace con ella una clavija para encajarla en cualquier cosa? Peor aún si fue echada al fuego: éste devoró sus dos puntas, y el medio está quemado, ¿se puede trabajar todavía? Si cuando estaba entera, no se podía hacer nada con ella, ¿cuánto menos ahora que ha sido devorada y quemada por el fuego?

Por eso, así habla Yahvé: Los habitantes de Jerusalén son como la madera de parra que se echa al fuego junto con los árboles silvestres. Volveré mi rostro contra ellos: escaparon al fuego pero el fuego los devorará, y sabrán que yo soy Yahvé cuando vuelva mi rostro contra ellos. Convertiré al país en un desierto porque fueron infieles, palabra de Yahvé.»  – Oraculo del Señor.

EL ANGEL ROSA DEL CORAZÓN DEL SANTÍSIMO: Oren por ellos… oren por ellos, porque empieza la guerra más fuerte.

HNO. JOSÉ: Un aplauso a la Santísima Trinidad, a Nuestra Madre Santísima.

Grupo Católico de Oración por los Enfermos – Si Señor

José Miguel Pajares Clausen.