viernes, 30 de agosto de 2019

QUIERO SABER… ¿CUÁL ES TU SUEÑO?


¿ESTÁS DISPUESTO A AFERRARTE A TUS SUEÑOS?

No estoy hablando sobre un deseo – un deseo es usualmente solo un pensamiento con el que la mayoría de gente no hace nada al respecto. Pero un sueño es algo que captura tu corazón y espíritu. Enciende tu imaginación y te llena de una inextinguible esperanza. Se convierte en algo que no puedes dejar a un lado fácilmente.
Los sueños consumen tus pensamientos y te llenan de emoción y pasión. Esto puede pasar en un solo momento, o pueden cautivar tus pensamientos por años. A veces cuando el sueño es muy grande, tú lo abrazas, y de algún modo sientes que él te abraza también.
Nuestros sueños son usualmente sobre experimentar una vida mejor, sobre lograr grandes cosas… son imágenes que tenemos del futuro que revelan una parte de nuestras vidas que serán mejores que en el pasado.
Se necesita valor para soñar. En cualquier momento en el que te atrevas a soñar, habrá riesgos que involucrarán. ¿Qué si nunca ocurre? ¿Qué si cuesta mucho? ¿Qué si la gente se ríe de ti?
Es difícil sostener un sueño. Es difícil creer cuando el mundo y los que están alrededor tuyo no te dan ninguna razón para presionar y seguir adelante.
Yo he sido bendecido al poder realizar muchos sueños en mi vida y ministerio, y estoy convencido de que un sueño solo ocurre cuando dos cosas toman un lugar:
1. Vives con una fe expectante de que ocurrirá.
2. Te rehúsas a dejar ir tu sueño – independientemente a las circunstancias en tu vida.
Cuando Dios puso el sueño en mi corazón de adquirir una arena deportiva como el lugar para la iglesia Lakewood, tengo que admitir que incluso en el primer momento, estaba muy inseguro de cómo eso podría ocurrir. Pero solo me mantuve creyendo en la palabra de Dios. El me animó a que creyera en que con Él “nada es imposible”. Mientras los meses pasaban, hubo muchos momentos cuando los obstáculos y problemas eran innumerables y sobrepasaban la posibilidad de recibir la promesa que Él nos había hecho.
Pero durante esos momentos, fui a la palabra de Dios y aprendí algo sobre la vida de David. En 1 Samuel 30:6, dice que David se animó en el Señor.
Así que tomé la decisión de que cuando las circunstancias o gente dijera cosas que me desanimaran a seguir con los sueños de mi corazón, regresaba al Señor y me paraba en sus promesas. Además de eso, yo haría todo lo que pudiera para expresar continuamente esperanza, tanto verbalmente como en mis acciones, en lo que creía que Dios tenía guardado para nosotros.
Escogí no dejar ir a mi sueño o abandonarlo, sino seguir adelante y alabar a Dios.
Yo sé que en mi vida, nunca habría realizado algunos de los sueños más increíbles con los que Dios me ha bendecido, sino fuera por el apoyo de mi esposa Victoria. Cuando comienzo a dudar o sentir la presión de dejar ir lo mejor de Dios, ella está allí para recordarme la fidelidad de Dios, y para darme palabras de esperanza, vida y animarme sobre mi futuro.
Deseo que cada uno tenga una voz de ánimo como esa en su vida, pero a veces no es el caso. De hecho, a veces los más cercanos a ti pueden ser los más grandes “incrédulos” de tus sueños.
Creo que una cosa Dios me ha llamado a ser y es una voz de ánimo en tu vida:
¿Cuál es la visión de Dios que captura tu corazón, que ha permanecido, que no se ha ido? ¿Sigues sosteniéndolo o ya lo dejaste ir? Si lo hiciste, ha llegado el tiempo de recogerlo otra vez y reclamar tu sueño.
Déjame animarte: un sueño no siempre tiene que ser espectacular como ganar una medalla olímpica o llegar a ser presidente.
De hecho, uno de los mejores sueños es ver a tu hijo caminar en una correcta relación con Dios o experimentar la restauración de tu matrimonio o tener un trabajo que te pague por hacer lo que amas hacer.
A veces un sueño es solo una foto, una imagen que no entendemos por completo y requiere fe para creer en ella. Dios quizás te de un sueño en pedazos – pidiéndote que creas. Mientras vas dando pequeños pasos de fe, Él llenará los espacios en el camino.
Eso es lo que pasó en la vida de José en Génesis 37. Dios le dio a José un sueño inusual que él no entendió por completo, pero José creyó inmediatamente. Y por eso, los hermanos de José lo odiaban y su padre lo regañó. Nadie creía en José, y por años y años su sueño hizo su vida realmente difícil. Traicionado y dado por muerto por sus hermanos, fue vendido como esclavo en una tierra extranjera, solo y atemorizado, todo lo que José tenía para sostenerse eran sus sueños y su fe en Dios. Pero José no lo dejaría ir, y poco a poco el empezó a ver las pistas de que su sueño se iba a hacer realidad.
Los desafíos que enfrentas van a requerir que tu tomes la misma opción – ¿dejarás tu dolor en el pasado para conseguir tus sueños, o dejarás que esos sufrimientos roben tu esperanza de una mejor vida?
Como lo dije, ver cómo se lleva a cabo tu sueño puede no ser fácil, pero una vez que ocurre, vale la pena todo lo que invertiste.
Soñar y creer que mejores cosas en tu vida y en la vida de los que están alrededor tuyo vendrán es contagioso. Cuando tú te rodeas de alguien con el coraje para soñar, eso tiene un tremendo impacto en ti.
Como creyentes, no ponemos nuestra confianza en las circunstancia o en la gene. Nuestra confianza descansa en el Señor. Dios hará muchísimo más de lo que podamos pedir o pensar. Esto es lo que estamos creyendo y tengo la confianza de que ocurrirá mientras unimos nuestras manos y corazones para ofrecer esperanza real a la gente… una esperanza que solo se puede encontrar en una relación personal con Jesucristo.
No dejes que nadie te haga retroceder. No dejes que nadie te aleje de tus sueños. Los sueños que Dios te ha dado son tesoros por los que vale la pena vivir. ¡Ellos valen pagar el precio, te lo prometo!
Por Pastor Joel Osteen
Fuente: joelosteen.com/Pages/Article.aspx?articleid=6509

LAS BENDICIONES TE PERSIGUEN CUANDO AMAS A DIOS


Dios espera tener contigo una nueva amistad, una comunicación más fluida e íntima. Acude a Él en amor, entendiendo cuánto nos ama. La fe que obra por el amor, siempre nos hace obedientes y bendecidos.

En DEUTERONOMIO 28:2-6 dice: “Si obedeces al Señor tu Dios, recibirás las siguientes bendiciones: Tus ciudades y tus campos serán benditos. Tus hijos y tus cosechas serán benditos. Las crías de tus rebaños y manadas serán benditas. Tus canastas de fruta y tus paneras serán benditas. Vayas donde vayas y en todo lo que hagas, serás bendito”.
La obediencia el Señor es nuestra mejor inversión en la vida. Según dijo Jesús en Mateo 22:38, si cumplimos los dos primeros mandamientos, que son, amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, todo lo demás lo cumpliríamos por consecuencia de ese amor. Nada más poderoso podrás tener que un corazón que ame y obedezca al Señor. Esta disposición para amarlo, nos permitirá ser obedientes, y esa obediencia desatará las bendiciones enumeradas en Deuteronomio 28.
Querido hermano y hermana, tenemos que amar y obedecer al Señor si queremos vivir bajo estas preciosas promesas. No podemos menospreciar sus mandatos, siendo indiferentes. La obediencia es la base de nuestras bendiciones. Acércate al Señor, Él te quiere proveer para tus necesidades.
OREMOS ASÍ:
“Padre Dios, hoy me acerco a ti en amor porque entiendo cuánto me amas y perdonas. Quiero amarte cada día más. Declaro que recibiré por fe y por obediencia, todas las bendiciones descritas en tu palabra. Lo creo y declaro en el nombre de Jesús. Amén”

CAERÁN LAS BARRERAS QUE IMPIDEN TU PLENA BENDICIÓN


Dios te perdona de todo pecado, eres libre cuando confiesas aquello que debe ser eliminado de tu vida, un fluir de la presencia de Dios te renovará y bendecirá en las áreas que necesites. Las barreras de la iniquidad han sido derribadas en el sacrificio de Jesús por nosotros.

En el relato de Mateo 2:1-12 trajeron a un hombre paralítico para ser sanado por Jesús, pero éste lo primero que le menciono fue: “Tus pecados te son perdonados” más adelante le dijo que se levantara y quedaría sano. En el libro de Santiago 5:16 dice: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.”. Hay ocasiones que para alcanzar la sanidad o la bendición debemos confesar nuestros pecados y ofensas a los demás. Primero ante Dios abrir nuestro corazón, reconocer lo que hacemos contrario a su palabra, renunciar a eso y recibir el perdón. También debemos confesar algunas cosas a otras personas, pecados y ofensas cometidos contra ellos, para ser libres, como también para recibir ayuda. Hay personas que nunca han soltado el odio por una ofensa, permanecen en rencor, han sido desleales, infieles o han cometido otra clase de actos que crean una barrera que frena las bendiciones. El pecado no confesado o que se practica de forma permanente, impide que podamos disfrutar lo que Dios nos quiere dar, son como barreras que permanecen levantadas, son pecados que necesitan ser quitados con la confesión y el arrepentimiento.
HAGAMOS ESTA ORACIÓN:
“Dios Padre te pido perdón por todo pecado en mi corazón. Muéstrame aquello que debo confesar para ser libre completamente, renuncio a toda iniquidad que impide que mi vida se completamente bendecida, te lo pido en el nombre de Jesús, Amén”

CORAZÓN SANO, ESPÍRITU LIBRE


Tener el corazón dolido, amargado o rencoroso es un veneno mortal para la vida. Las emociones no sanadas, las heridas del pasado, los abusos, las palabras hirientes y las traiciones, son el mal de muchos que han quedado encarcelados en depresión.

El dolor y la angustia es un verdugo de los que no pudieron liberar su alma de las heridas. Nuestro espíritu, que es la parte que se comunica con Dios no puede ser liberado en nosotros hasta que no sean sanadas las emociones. El Espíritu Santo nos impulsará hacia la sanidad emocional para obtener un completa la libertad espiritual.
El dolor del corazón es un obstáculo para todas las cosas, incluso para la vida espiritual, por eso Jesús indico que cuando oremos, perdonemos, el pecado del odio o el rencor es una muralla para la voz de Dios.
PARA LA SANIDAD EMOCIONAL DEBEMOS SEGUIR LOS SIGUIENTES PUNTOS.
Punto #1 Enfrenta la realidad, Cuesta mucho reconocer que hemos fallado o que nos han fallado; hay un dicho que dice: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Reconocer y enfrentar puede ser sumamente difícil, pero es el camino para la libertad, por eso, no debemos tratar de evitar lo que nos pasa.
Punto #2 Confesar, Dios levanta personas para que puedan ayudarte y puedas confesar todo lo que te pasa interiormente. Confiesa tus culpas, confiésalas a Dios y a las personas, pero no para victimizarte sino para liberarte, para desatarte. Libérate de todo pecado con la confesión de renuncia y verdadero arrepentimiento.
Punto #3. Perdonar, Pon en palabras el dolor y déjalo salir. Si te hirieron con palabras recuerda que no importa lo que las personas opinen, sino lo que Dios opina. No perdonar es mantener un veneno mortal en tu corazón. Perdonar es desatar a esa persona de tu odio, quitarle tu sentencia de culpa, es dejar la ofensa de lado y declararla libre de culpa. De esta forma desatas a la persona de tu odio y te desatas a ti mismo de la amargura.
Punto #4 Enfocarte y Seguir adelante, Una vez que hayas cumplidos los pasos reconocer, confesar y perdonar debes poner fin en tus pensamientos de dolor, no te dejes confundir con pensamientos que tratarán de volverte al pasado, lo que se cerró no lo vuelvas a abrir. Este es el tiempo de que te enfoques en tu futuro, en tu destino y en construir tu propósito.
Cuando tu vida este enfocada en madurar, ayudar y cumplir tus sueños, ya ni siquiera tendrás memoria de angustias pasadas, tu vida brilla cuando estás lleno de sueños y entusiasmado con todo lo que emprendas, pon toda tu fe y tu enfoque en recibir lo bueno que Dios tiene preparado, es hora de que te llenes de la palabra de vida que llena tus vacíos, te sana, te libera y te da fuerzas para ir por más. Este es tu tiempo de avanzar y no mirar atrás.

7 COSAS QUE DIOS DETESTA


Los ojos altivos, mirar a los demás por encima del hombro considerándose superior a los demás.
La lengua mentirosa. Personas que usan la mentira para sus propios intereses, y que al final ellos mismos se creen sus propias mentiras. Cuando un gobernante hace caso de mentiras, todos sus gobernantes se vuelven corruptos. Proverbios 29: 12.
Las manos que derraman sangre inocente. Personas que usan su poder para matar a sangre fría. No matarás Deuteronomio 5:17.
La mente que maquina planes inicuos. EL pensamiento tiene mucho poder y lo que piensas eso haces. Todo lo honesto, todo lo justo, todo lo verdadero, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8.
Los pies que se apresuran a hacer el mal. Piensa qué camino vas a seguir, y plántate firme en todos tus caminos. Apártate del mal. No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda. Proverbios 4: 26-27.
El testigo falso que propaga mentiras. Si los pecadores te quisieren engañar no te dejes llevar por ellos. Hijo mío no vayas por su camino; aleja tus pasos de sus veredas. Proverbios 1:10, 15.
El que siembra discordias entre hermanos. Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo; siembra las discordias. Proverbios 6:14.
Estas 7 cosas que  detesta Dios con toda su alma, si no se presta atención a  Su voz, tendrán lamentables consecuencias.
Dios te bendiga, Tu hermana y amiga, Alva Vargas de Contreras.
www.alvadecontreras.com

CUANDO LAS COSAS NO SON LO QUE PARECEN


ESTABLECIENDO RELACIONES SANAS
Le suenan conocidas estas frases:
“En caso de duda, no determines cosa alguna”,
“Cada uno habla de la feria según como le va en ella”,
“Del dicho al hecho hay mucho trecho”,
“No hay peor sordo que el que no quiere oír”
Son  refranes o sabiduría popular como dicen algunos. Lo cierto es que encierran un gran significado en cuestión de la capacidad de poder establecer relaciones interpersonales sanas.
En ocasiones, hay quienes se han dejado llevar por algo que vieron o  sintieron. Es como si una avalancha de emociones  les arrastrara,  nublando en cuestión de segundos su capacidad de razonar y actuar coherentemente. Dicen, reclaman, gritan, lloran y más; para luego darse cuenta de que las cosas no eran lo que parecían …..
Muchas veces, cuando hemos cometido un error por algo que dijimos o hicimos,  quisiéramos darle reversa a la vida y evitar que las cosas hubiesen tomado el rumbo que les dimos, pero lamentablemente la vida no tiene botón de “rewind”.
Como terapeuta, me ha tocado escuchar frases  tales como: Es que yo pensé”, “Eso no era lo que yo quería decir”, “El/Ella no me entendió”, “No sabía que era así”, “A mí nadie me dijo”…. Todas tienen en común algo: encierran altas dosis de  culpa, frustración y tristeza… algunas porque dañaron irreparablemente una relación, crearon una imagen equivocada o se debe hacer un esfuerzo importante para reparar algo que se hubiese deseado no  dañar.
PIENSA EN LA FORMA EN LA QUE VES LAS COSAS
Muchas de las situaciones conflictivas en las relaciones interpersonales se deben a la manera en la que vemos, percibimos e interpretamos las cosas.
La percepción es una habilidad del ser humano que le permite a través de los sentidos acercarse a una realidad física y captar información del entorno; sin embargo necesitará comprobarse a partir de la experiencia.
Las emociones son reacciones psicológicas y fisiológicas que permiten  la adaptación a  ciertos  estímulos externos e internos. Nos permiten comprender y relacionarnos con  el mundo externo a partir de lo que sentimos en nuestro interior.
Pero las emociones  pueden resultar difíciles de codificar y de dominar para algunas  personas  que son más vulnerables, debido a predisposiciones  y a fallas en la percepción,  esto después de haber tenido que vivir situaciones difíciles y dolorosas en el pasado y que han dejado una huella en el corazón. Hay situaciones que pudieran  explicar esta predisposición;
– Cuando se han vivido intensas experiencias de rechazo, el temor de volver a sentirse rechazado puede generar el pensamiento “todas las personas me   rechazan”. Entonces,  lo que los otros hagan o dejen de hacer,   aún sin saberlo,  se va a interpretar como una forma de rechazo. En ocasiones, hay quienes pueden llegar a pulsar o a provocar situaciones para que otras personas les rechacen y así confirmar su tesis: Toda la gente me rechaza”. Esta es una situación muy dolorosa, pues la persona anhela ser aceptada pero muchas veces lo que provoca es todo lo contrario.
– Existen personas que sienten que los otros les quieren dañar y necesitan estar a la defensiva. Se trata de aquellos que  pelean todas las luchas, hasta las que no existen. Tienen pensamientos  persecutorios que les evocan peligros de los cuales sienten que deben defenderse. Las personas que les rodean reaccionan desconcertadas ante eventuales respuestas agresivas que se actúan fuera de lugar. Se trata de personas con tendencias impulsivas y/o agresivas, que pueden ser expresas en la cotidianeidad o que pueden quedarse guardadas,  pero que de alguna manera buscan salir mediante comentarios agresivos o conductas autodestructivas.
– La autoestima es frágil y pobre. Son personas que tienen una estima muy baja de sí mismas, son inseguras, temerosas, requieren aprobación del afuera para sentirse bien por dentro, les cuesta aceptar  cuando se les hacen halagos o comentarios positivos. No se sienten merecedores de cosas buenas. A veces necesitan dar mucho pues de lo contrario sienten que les desecharán sino lo hacen.
Estas pueden ser algunas de las razones por las que en ocasiones se ven  las cosas de una manera que no concuerda con la realidad, dejándose   llevar por la percepción equivocada  y  abandonándose en sentimientos de inadecuación, falta, rechazo, peligro y otros.
No podemos dejar de lado que la persona que padece de este tipo de distorsión, sufre y  padece. Puede llegar a librar una lucha interna pues no controla lo que siente, pero tampoco desea seguir equivocándose con quienes le rodean.
Estas personas han padecido no solamente lo que relataba anteriormente; sino que probablemente en su dificultad de controlar sus propios impulsos ya ha cometido errores con las personas que más quiere, de pronto ha perdido un trabajo, una amistad,  una relación de pareja…
Salir de una predisposición así no es fácil. Implica trabajar en la forma en la que se ve  y se sienten  las cosas y además del valiente esfuerzo de devolverse a sanar heridas del pasado. Implica pedirse perdón y tratarse con misericordia. Requiere poder reconocer que se tiene un problema y aceptar la condición para poder empezar a trabajar en ella. Necesitará la compañía y los cuidados especiales de alguien que le ayude a transitar por el arduo trabajo que le espera.
Cuando las situaciones requieren de una gran voluntad para ejercer un cambio; Dios es la fuente de la fortaleza que se necesita  para sostenerse y descansar. Deja de luchar contra esto; renuncia a la posibilidad de que los otros aprendan a aceptarte y trabaja en la  persona que deseas ser.
MPs. Tatiana Carrillo Gamboa.
Psicóloga Clínica-Psicopedagoga
psicoayudacr@gmail.com
www.facebook.com/PsicoAyudaCR

REALIDAD DOLOROSA QUE AYUDA


“Bernabé estuvo de acuerdo y quería llevar con ellos a Juan Marcos; pero Pablo se opuso terminantemente ya que Juan Marcos los había abandonado en Panfília y no había continuado con ellos en el trabajo. Su desacuerdo fue tan intenso que se separaron. Bernabé tomó a Juan Marcos consigo y navegó hacia Chipre.” Hechos 15.37-38
Algunas personas leen este pasaje y piensan, “entiendo el punto de vista de Pablo y estoy de acuerdo con su decisión.” Otros leen el mismo pasaje y piensan, “Pablo cometió un error y hasta quedo como el malo. Bernabé tomó la decisión correcta.” Aunque algunos días tiendo a acordar con uno y otros días con el otro, ambas decisiones parecen verosímiles y entendibles. Yo diría que todos necesitamos en nuestras vidas personas como Bernabé Y como Pablo.
Juan Marcos, el hombre en cuestionamiento, abandonó a Pablo y a Bernabé. Ellos estaban en Panfília, y Juan Marcos, prácticamente se levantó y se fue sin regresar. Hizo algo que ninguno de nosotros apreciaríamos. Pablo no confiaba en él, y con toda razón. Bernabé quería darle otra oportunidad, también entendible.
Creo que todos necesitamos personas como estas en nuestras vidas; personas que nos van a hacer responsables por lo que hacemos, pero también personas que nos den otra oportunidad. Hay personas en mi vida que no confían en mí por cosas que he hecho, y no están equivocadas en sentirse así.
También hay personas en mi vida que me han levantado y han dicho, “Continuemos por donde quedamos y dejemos que la gracia de Dios trabaje en esto.” Creo que al tener solo uno de estos dos tipos de personas nos dejaría con una perspectiva no saludable, o por lo menos seríamos tentados a ver las cosas un tanto desbalanceadas.
También necesitamos aprender a responder a los demás de ambas maneras. Algunas veces necesitaremos dejar que esas personas vivan en las consecuencias de sus acciones, para que puedan entender el impacto de sus malas decisiones. Por otro lado, algunas veces tendremos que permitir que ellos regresen a nuestro lado, a pesar del pasado.
Dale un vistazo a las relaciones en tu vida. Acepta la manera en que los demás te ven. Algunos puede que no confíen en ti por lo que has hecho, es posible que tendrás que aceptarlo. Algunos otros, tal vez te han dado la bienvenida sin importar cuantas veces has fallado.
Hoy, agradece por ambos, porque ellos te ayudan a ver el panorama completo. En tu propia vida, aprende a mostrar ambos lados de esa moneda y si vas a hacer una más que la otra, te recomiendo mucha gracia.
Robert & Rebecca Vander Meer
LaArboleda.net
Ezekielsgrove.com

EL CIRUJANO


Una reportera fue invitada una vez por un renombrado cirujano a contemplar una difícil operación que iba a realizar.
Mientras el cirujano llevaba a cabo los preparativos necesarios para la operación, parecía confiado, pero un poco nervioso.
Luego, emprendiendo el camino hacia el quirófano, se detuvo un momento e inclinó la cabeza (mientras hacía una breve oración en su interior).
Más tarde durante la operación, sus manos se veían sin nervios… se veían tranquilas.
La reportera expresó su sorpresa de que un cirujano elevara una oración antes de la cirugía y dijo: Yo creía que un cirujano confiaba en su propia capacidad.
¡¡Un cirujano es solamente un hombre!! fue la contestación del médico.
No puede hacer milagros por sí mismo. Estoy seguro que la ciencia no podía haber avanzado tanto, si no fuera por algo más fuerte que el solo hombre.
Y después terminó el cirujano diciendo:
Me siento tan cerca de Dios cuando estoy operando, que no sé dónde cesa mi habilidad y comienza la suya.
Salmo 71: 16-17
Dios mío, ahora voy a recordar tus hechos poderosos, y hablaré de la justicia que sólo tú puedes hacer. Desde que yo era joven tú has sido mi maestro, y hasta ahora sigo hablando de las maravillas que has hecho.
Provervios 3:6
Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas.

LOS PADRES TAMBIÉN TIENEN SUEÑOS


Esto tiene que ver con cómo mi gesto de comprarle un boleto aéreo a mi padre, su primer viaje, trajo un torbellino de emociones y pude darme cuenta cuánto damos por sentado en lo que respecta a nuestros progenitores.
Mis padres salieron para nuestro pueblo natal el jueves y fuimos al aeropuerto para despedirlos. De hecho, mi padre, quien se jubiló del servicio en el gobierno indio, nunca había viajado por aire antes, así que tomé esta oportunidad para hacer su experiencia maravillosa. A pesar de pedírseme comprar boletos por tren, les compré boletos en la aerolínea local.
El momento en que le entregué los boletos, se sorprendió de ver que eran para avión. El entusiasmo era muy evidente en su rostro, esperando el momento de volar. Como un muchacho de edad escolar, se preparaba para ese día.
Todos fuimos al aeropuerto juntos, incluyendo el llevar su equipaje en el carrito, el registro del mismo pidiendo una silla con ventana y esperando pacientemente la revisión de seguridad.
Él lo estaba disfrutando a plenitud y yo también estaba sobrecogido de gozo al verlo experimentar todas estas cosas.
Cuando se disponían a ingresar a la revisión de seguridad, se dirigió a mí con lágrimas en sus ojos y me agradeció. Se puso muy emotivo y no era porque yo hubiese hecho algo muy grande, sino el hecho de que esto significaba mucho para él.
Cuando dijo gracias, le dije que no había necesidad de dármelas. Pero más tarde, al pensar sobre todo el incidente, miré hacia atrás en mi vida. Como muchacho, ¿cuántos sueños de nuestros padres se hicieron realidad?
Sin comprender la situación financiera, nosotros, como hijos, pedíamos implementos deportivos, ropa, juguetes, salidas, etc. Sin importar sus recursos, enfrentaron todas nuestras necesidades. ¿Pensamos jamás sobre los sacrificios que ellos tuvieron que hacer para acomodar nuestros deseos? ¿Les dimos jamás las gracias por todo lo que hicieron por nosotros?
Igual hoy, cuando le toca el turno a nuestros hijos, siempre pensamos en ponerlos en un buen colegio. Sin importar el costo, nos aseguramos de darle a nuestros hijos lo mejor: diversión, juguetes, etc.
Pero tendemos a olvidar que nuestros padres se sacrificaron mucho para vernos felices, así que es nuestra responsabilidad el asegurarnos que sus sueños se cumplan y que lo que no pudieron lograr ver cuando fueron jóvenes, nos aseguremos de que lo experimenten para que sus vidas sean completas.
Muchas veces, cuando mis padres me hicieron algunas preguntas, las he contestado sin paciencia. Cuando mi hija me pregunta algo, he sido muy cortés al contestarle. Ahora me doy cuenta cómo se debieron haber sentido en esos momentos.
Démonos cuenta que la tercera edad es una segunda niñez y tal como cuidamos de nuestros hijos, prodiguemos la misma atención a nuestros padres y mayores.
En lugar de que mi papá me diese las gracias, yo quería decirle que lo sentía por haberle hecho esperar tanto por este pequeño sueño. Me doy cuenta cuánto se ha sacrificado a mi favor y haré lo que esté a mi alcance para darle la mejor atención a todos sus deseos.
Tan solo porque sean viejos no significa que tengan que renunciar a todo y continuar sacrificándose por sus nietos también.
Ellos tienen deseos también.
Venkatesh Balasubramanian, 2006
¿Por qué hoy no pensamos en ellos y les hacemos realidad alguno de sus sueños?
Entonces les preguntó José cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía? Genésis 43:27.
Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Levítico 19:32.

CONVERSANDO CON LOS COMENTARISTAS


ALFONSO, TE CONTESTO: Prohibir a un obispo ejercer la dirección espiritual con algún presbítero sería injusto. Un obispo puede ser tan bueno, tan sabio, que varios presbíteros de manera espontánea acabaran siendo dirigidos espiritualmente por él. En esos casos, no habría ningún problema en que se confesaran con él. Por supuesto que no podría usar lo conocido en confesión para sus decisiones.

Ahora bien, ya os dais cuenta lo complicado que es para un obispo una situación así si hay problemas. No puedo usar lo oído en confesión. ¿Pero puedo lo oído en una dirección espiritual?

¿Puedo no tener en cuenta que, fuera de la confesión, me ha dicho que ha perdido la ilusión y que ya no reza casi nada, cuando pensaba hacerlo formador del seminario? Y podríamos seguir con la casuística.

Lo repito, no se debe prohibir ni la dirección espiritual ni la confesión con el obispo. Hay casos en que esta relación de director y dirigido se puede dar de forma completamente natural y sin problemas. Pero lo normal, a lo largo de toda la Historia, es que eso haya sido excepcional.

A MENGÜAL LE CONTESTO: Los dos extremos son viciosos. Tanto el caso de un obispo que no hace nada en casos en que debería preocuparse e intervenir, como el caso del que (con mucho celo) cae en una invasión de la persona. Por ejemplo, cuando yo entré en el seminario de Pamplona, el bueno de don Tomás (que era un santo varón y al que me encomiendo muchas veces, ya murió) me hizo preguntas que eran más bien propias de una confesión general. Y, además, entrando en detalles. Ese sacerdote era un santo, pero ¿qué sentido tenía que cada seminarista le contase todas las intimidades al entrar en el seminario? Pues, efectivamente, no tenía ningún sentido aquello. No había en él ninguna conciencia de hacer algo malo. Lo hacía para conocer mejor a sus seminaristas. Pero era un error.

Por supuesto que la mayor parte de las veces, en la década de los 70 al año 2000, el error más común eran las omisiones por parte de los obispos. Los obispos deberían haberse preocupado de las almas de los sacerdotes. De aquellas almas que, claramente, se veía que necesitaban ayuda.

Ofrecer ayuda espiritual (por parte del obispo directamente o sugiriendo un sacerdote) no tiene nada de malo. El obispo le puede proponer que hablen cada semana si ve que el sacerdote está en buena disposición. El obispo puede tomar por sí mismo, directamente, sin intermediarios, la tarea de sacar a un sacerdote de la ciénaga de la tristeza, la tibieza, la falta de ilusión.

El problema es que, entre 5.000 obispos, algunos pueden acabar pensando que, a todo el presbiterio, se le puede dirigir espiritualmente. Y que los que se resistan es que no son dóciles.

POST DATA: No hace falta decir que casi todos los obispos se mueven en el campo de lo correcto. Ahora y en época pasadas ha sido así. Pero como veis, el error puede venir de los dos extremos, tanto de la omisión de lo que se debe hacer como de un intervencionismo invasivo. 

Normalmente a una época con muchas omisiones suele sucederse una tendencia pendular hacia la posición opuesta.

P. FORTEA

¿PECAR OTRA VEZ?


Nuestros pecados son perdonados inmediatamente con las palabras de la absolución en la confesión, pero la curación de las inclinaciones pecaminosas se lleva a cabo de una manera muy personal a través de la cooperación con la gracia de Cristo a través del tiempo.
¿Alguna vez has confesado un pecado y sin importarte sinceramente que la intención de modificar tu vida, tuviste el deseo de cometer ese pecado otra vez? Por qué no somos más firmes después de la confesión?
Jesús instituyó el Sacramento de la Confesión para que nuestros pecados sean perdonados y podamos volver a la amistad con él. Se renueva nuestra alma, se llena de nuevo del Espíritu Santo con los dones que nos ha dado en el bautismo. Sin embargo, queda una cierta inclinación al pecado como secuela del mismo.
La tradición llama a esta inclinación de los Peccati fomes, la llama del pecado, o, podríamos decir, su huella. Esta escoria se quedan en nuestra mente a través de los recuerdos del mal cometido y también permanece en nuestros deseos a través de las malas decisiones y acciones habituales que les dan forma. SI esta situación causa dolor de antemano, nos abstendremos de pecar.
Estos aguijonazos o ganas de volver al pecado pasado son lo que podríamos llamar con San Pablo el estímulo o espina de la carne.» (2 Co. 12: 7). Las tentaciones a cometer el mismo pecado nos frustran, pero la gracia de la Confesión nos ayuda a ver estas tentaciones desde una nueva luz.
«El poder se perfecciona en la debilidad», le dice el Señor a San Pablo. (2 Co. 12: 9). La confesión nos da un recuerdo nuevo del perdón de Dios que llega incluso a través de la vergüenza me oculto detrás de la fealdad de mi alma pecadora.
El recuerdo del pecado, que nos aguijonea como las espinas en la carne, por la gracia nos convierte al recordar tanto el perdón amoroso de nuestro Padre celestial como la curación del pecado que todavía lo necesitamos para trabajar en nuestras almas.
Las llagas de Cristo no se borran después de la resurrección, pero derraman luz: Nuestra memoria del pasado se convierte en un no a los pecados personales y en un sí a la salvación de Dios. Nuestra debilidad se convierte en el momento de recordar el poder de Dios.
Por lo tanto, la escoria del pecado, esas inclinaciones al pecado que nos quedan, recuerdan que tenemos que someternos humildemente a la curación de nuestros deseos pecaminosos, cooperando con la gracia que Dios nos ofrece cada día.
Nuestros pecados son perdonados inmediatamente con las palabras de la absolución en la confesión, pero la curación de las inclinaciones pecaminosas se lleva a cabo de una manera muy personal a través de la cooperación con la gracia de Cristo a través del tiempo.
La confesión no nos deja sin una solución incluso para este reto pendiente, pero nos deja hambrientos del banquete celestial, de la Eucaristía. Jesús derramó su sangre en la cruz para el perdón de nuestros pecados. De hecho, cuando derramaba Su sangre pensaba en cada pecado que tú y yo hayamos cometido y se ha implicado en nuestra vida.
Lo hizo, y por lo tanto, el perdón nos espera. Más aún, la sangre derramada en el Calvario es la misma sangre que recibimos en la Misa. Su sangre nos cubre. Su sangre sana lo más recóndito de nuestro corazón cada vez que lo recibimos dignamente, de una manera lenta pero segura, vuelve los deseos de nuestro corazón acercándolos más al Suyo.
Br. Luke Vanberkum
Publicado en Dominicana
Traducido por el P. José Vidal Floriach