Dios espera tener contigo una nueva amistad, una
comunicación más fluida e íntima. Acude a Él en amor, entendiendo cuánto nos
ama. La fe que obra por el amor, siempre nos hace obedientes y bendecidos.
En DEUTERONOMIO 28:2-6 dice: “Si obedeces al Señor tu Dios, recibirás las siguientes
bendiciones: Tus ciudades y tus campos serán benditos. Tus hijos y tus cosechas
serán benditos. Las crías de tus rebaños y manadas serán benditas. Tus canastas
de fruta y tus paneras serán benditas. Vayas donde vayas y en todo lo que
hagas, serás bendito”.
La obediencia el Señor es nuestra mejor
inversión en la vida. Según dijo Jesús en Mateo 22:38, si
cumplimos los dos primeros mandamientos, que son, amar a Dios sobre todas las
cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, todo lo demás lo cumpliríamos
por consecuencia de ese amor. Nada más poderoso podrás tener que un
corazón que ame y obedezca al Señor. Esta disposición para amarlo, nos
permitirá ser obedientes, y esa obediencia desatará las bendiciones enumeradas
en Deuteronomio 28.
Querido hermano y hermana, tenemos que amar y
obedecer al Señor si queremos vivir bajo estas preciosas promesas. No podemos
menospreciar sus mandatos, siendo indiferentes. La obediencia es la base de nuestras
bendiciones. Acércate al Señor, Él te quiere proveer para tus necesidades.
OREMOS ASÍ:
“Padre Dios, hoy me acerco a
ti en amor porque entiendo cuánto me amas y perdonas. Quiero amarte cada día
más. Declaro que recibiré por fe y por obediencia, todas las bendiciones
descritas en tu palabra. Lo creo y declaro en el nombre de Jesús. Amén”
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