El amor conyugal que solo se enamora de los cuerpos es un amor declarado en ruina: se derrumba en cuanto comienza el derrumbamiento físico.
El amor conyugal que solo se enamora de las almas es un amor que levanta castillos en
el aire: no se derrumba, se desvanece por falta de paredes.
Solo persevera el amor conyugal que,
atravesando la arena movediza del cuerpo, hunde sus raíces en la roca de un alma
fortalecida por la presencia de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario