El hombre que se repliega sobre sí mismo es un remanso de aguas estancadas.
Se
pudre el mismo por los gérmenes letales del egoísmo y además…, levanta
cementerios de muertos en su entorno.
El hombre que se abre a los demás es un rio de aguas vivificantes.
Limpia
de microbios sus propias aguas y además… levanta cosechas de frutos en sus
riberas.
«Una
gota de agua en el océano forma parte de la inmensidad del conjunto. Pero se
evapora en el momento en que empieza a vivir separada del océano»
(Ghandhi)
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