Lo que respondería un católico.
POR: FRANCO LANATA | FUENTE: CATHOLIC-LINK
Si hiciéramos el experimento de preguntarle a
nuestros familiares o amigos si alguno de ellos está practicando algún deporte
o está haciendo una dieta para regular su peso, seguramente serían muchos
los que nos responderían que sí, incluso más de los que imaginamos y es que, ¿quién no quiere estar bien y verse bien?
Por un lado, la oferta y variedad de deportes es
cada vez más grande, las ciudades intentan crear espacios propicios para
fomentar y favorecer su práctica, los Estados invierten en el desarrollo de las
disciplinas locales y la práctica profesional de los mismos es seguida por
millones de personas alrededor del mundo. Basta ponerse a pensar en el fenómeno
social que son los mundiales de fútbol, por ejemplo. Cada vez vemos más
gimnasios en nuestras ciudades y esto se convierte en un impulso para todos,
incluso para los que no han desarrollado habilidades físicas o tácticas en
disciplinas específicas del deporte. ¿Pero qué tendrá que ver el
cuidado del cuerpo con el alma y el espíritu?
Cuerpo, dieta y ejercicio: tres elementos que, como hemos visto, son sumamente
positivos. Pregunta, ¿podrían ser alguna vez
perjudiciales o peligrosos?
Por un lado, hoy en día existe mayor
conocimiento y conciencia de lo que es bueno para nuestra salud y nutrición y
por esta razón las empresas que venden productos procesados deben especificar
detalladamente al comprador qué es lo que está consumiendo. Si hablamos de
productos naturales, vamos conociendo sus propiedades y la mejor manera y
momento en que debemos consumirlos. Esto es excelente, pues favorece a tener
más cultura y a poder impulsar el desarrollo de sociedades más saludables.
Aclaremos varios puntos importantes de este tema:
1.
LA PERSONA HUMANA ES UNA UNIDAD DE CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU
Lo primero que rebate el Fr. Rob Galea es la
falsa y antigua concepción dualista del ser humano según la cual el alma, que
es buena, habita un cuerpo, que es malo. Ante esto responde con una idea
contundente que resume la perspectiva católica: La persona humana
es una unidad de cuerpo, alma y espíritu creada toda ella a imagen y semejanza
de Dios.
Esto quiere decir que la persona humana está invitada a encontrar la felicidad
en el conocimiento de la verdad, la libertad, la comunión y la entrega a los
demás. Por lo tanto, el cuerpo es bueno y está creado en orden al desarrollo y
plenitud de la persona, que consiste en el amor a Dios y a los demás. Esto se
potencia aún más cuando, por medio del bautismo, el cuerpo humano se vuelve
Templo del Espíritu Santo, como enseñaba San Pablo.
2.
ALMA SANA, CUERPO SANO
La salud corporal, con la belleza que se puede
seguir en consecuencia, es algo bueno que la persona está llamada a cuidar
libre y responsablemente. Esto quiere decir que una persona con un alma
espiritual sana puede hacer más cosas buenas en conjunto con un cuerpo
saludable. Ahora bien, como enseñaba
Jesús, en lo que se come o no se come, o si lo extendemos, en el ejercicio que
se hace o no se hace, no es donde reside la bondad o la maldad de una acción,
sino en lo más profundo del corazón.
Es fundamentalmente en la motivación donde
podemos ver qué es lo que estamos buscando y por lo tanto si colabora con
nosotros en acercarnos a nuestra meta final: la
santidad. Por lo tanto, si bien un médico, un nutricionista o un
entrenador físico nos pueden dar direcciones certeras y favorables en el
sentido funcional de la materia que ellos dominan, es decir, qué debemos comer
o qué ejercicios pueden ayudarnos, nuestro bien debe ser integral y no solo
parcial. Por ejemplo, tener un cuerpo musculoso y saludable para ser el centro
de atención y querer generar envidia, es algo bueno para la salud física, pero
pésimo para nuestra vida espiritual. Por otro lado buscar tener una buena vida
espiritual desatendiendo nuestra salud es aproximarse a uno mismo de manera
dualista y desintegrada, no católica.
3.
HAY QUE ENCONTRAR EL EQUILIBRIO
La idea es que nuestro cuidado corporal mediante
dietas sanas y ejercicios, sea en el fondo parte integral de nuestro cuidado
personal, aquel que comprende todas las dimensiones: cuerpo, alma y espíritu.
Preguntémonos: ¿Cuántas veces la disciplina y la fuerza de voluntad
empleadas para practicar deportes se ven intensificadas mediante el ejercicio
para ponerse en obra en otras acciones? o ¿Cuántas veces el orden y la responsabilidad en una
dieta ayudan a ordenar toda nuestra vida en la prudencia y la templanza? por
ejemplo.
Así, que nuestro
cuidado corporal sea recto y ordenado para poder ser personas íntegras que
busquen ser felices y dar gloria a Dios con toda su vida. Recuerda
compartir este post con amigos o familiares y déjanos saber qué opinas en los
comentarios.
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