sábado, 5 de febrero de 2022

CARDENAL MÜLLER: LOS CATÓLICOS DEBEMOS OBEDECER A DIOS Y NO AL BIG RESET NI AL NUEVO ORDEN MUNDIAL

 El prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller acudió a una entrevista en el canal de televisión EWTN donde habló sobre lo que llaman «el nuevo orden mundial, el gran reinicio».

(ACIPrensa/InfoCatólica) El prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller acudió a una entrevista en el canal de televisión EWTN donde habló sobre lo que llaman «el nuevo orden mundial, el gran reinicio».

La entrevista fue en el programa «Cara a cara», y dejó muy claro que los católicos «tenemos que obedecer a la Palabra de Dios y no a las reflexiones variables de los hombres dominantes» refiriéndose a este tema.

El Foro Económico Mundial o Foro Davos ha propuesto el «gran reinicio» como solución a los problemas en el contexto pandémico, «el estado futuro de las relaciones globales, la dirección de las economías nacionales, las prioridades de las sociedades, la naturaleza de los modelos de negocios y la gestión de un bien común global».

Años atrás ya habían presentado estas ideas en el foro.

El cardenal recordó que otras ideas que no han sido buenas para la sociedad como el nacional socialismo (nazismo), el fascismo y el comunismo también se vendían como «progresistas, también hablaban de la ciencia moderna, según la doctrina de las razas y del biologismo. Y esta ideología era dominante. Así como hoy había otras ideologías, pero también sobre la base del biologismo, del naturalismo, que niegan la Revelación sobrenatural de Dios».

Dijo que actualmente muchos millonarios piensan que saben mucho sobre muchos temas filosóficos, pero que en realidad «ellos no están en grado de hablar filosóficamente».

Además, estas personas no basan su vida y sus criterios en «directamente en la Palabra de Dios.  Cada uno tiene que comenzar directamente a tener un contacto directo con Dios, y orientar sus ideas hacia una convicción personal, una decisión personal: yo quiero ser un cristiano, seguir directamente a Jesucristo y no hacer parte de una cultura más o menos cristiana.

Yo creo en Jesucristo, el Hijo de Dios que es la Verdad. Todas las verdades naturales tienen su centro en la Verdad sobrenatural que es Jesucristo, la Verdad y la Gracia. Él nos muestra el camino, el único camino: “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida”.

Al final cada uno tiene que decir y decidir: yo soy un discípulo de Jesucristo o no».

También señaló que estas personas que creen saberlo todo quieren imponer cosas como la ideología de género y quieren que todos aceptemos como pensamiento único sus ideas. «Y a quienes no piensan y hablan como ellos, como los dirigentes de la opinión pública, los atacan, dicen son de la derecha, o son nazis o (promueven) una teoría de la conspiración.

Atacan personalmente, difaman personalmente a todos los que no se encuentran en este pensamiento único. La fe cristiana quiere liberar a los hombres, no forzarlos a pensar como los demás, sino a pensar según el pensamiento de Dios, la Palabra de Dios».

Continuó explicando que por mucho tiempo «el emperador Constantino, el mundo occidental vivió en una sociedad y una cultura predominantemente cristiana. Pero a partir de la Iluminación, un movimiento totalmente anticristiano, se produjo esta fractura en la tradición cristiana, con la aparición de esas grandes ideologías ateas del nacional socialismo, fascismo y comunismo en Europa. En otras partes del mundo el cristianismo nunca ha sido la mayoría, los cristianos siempre han tenido esta experiencia de ser una minoría.

Esa será también nuestra experiencia en Occidente, de hacerse más o menos una minoría de creyentes. Muchos católicos según la costumbre, pero sin contenido, sin esa substancia de la fe.

Enfatizó que debemos esforzarnos en «no ser solo una minoría que sufra, sino también una minoría que es creativa, que defiende los derechos humanos contra estas manipulaciones que tenemos hoy. Todo esto es contra la dignidad humana.

Estos valores los tenemos que defender. No solo la tradición cristiana, la Revelación, la fe sobrenatural, sino también valores naturales: la dignidad de todos los hombres contra el aborto, contra la inseminación artificial, donde el hombre, el bebé, es solo un producto de las manipulaciones y no un don de Dios».

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