Ya no se aplicará solo a enfermos terminales
Los obispos
canadienses han hecho pública una contundente declaración contra la nueva ley
que amplía los casos en que se declara legal la eutanasia y el suicidio
asistido: «Es un asesinato deliberado de la vida humana», aseguran.
(Vatican.news) La nueva ley de eutanasia
aprobada en Canadá, que amplía la posibilidad de recibir asistencia médica
para poner fin a la vida, antes reservada sólo a quienes tuvieran «una razonable
previsión de muerte natural, ha sido objeto de una dura crítica por la
Conferencia Episcopal Canadiense, cuyo presidente ha asegurado:
«Nuestra
posición sigue siendo inequívoca: la eutanasia y el suicidio asistido
constituyen el asesinato deliberado de la vida humana en violación de los
mandamientos de Dios;
erosionan la dignidad compartida al impedir la consideración, la aceptación y
el acompañamiento de quienes sufren y mueren. Además, socavan el deber
fundamental que tenemos de cuidar a los miembros más débiles y vulnerables de
la sociedad».
De hecho, la legislación
también incluye a personas que pueden no estar en riesgo de muerte inminente,
pero que han alcanzado un estado de «sufrimiento
físico o psicológico intolerable» debido a una enfermedad o discapacidad
incurable.
PROTEGER LA VIDA EN
TODAS SUS FASES
La nota firmada por Mons
Richard Gagnon, arzobispo de Winnipeg reitera que «la vida humana debe ser
protegida desde la concepción hasta la muerte natural, en todas las etapas y
bajo todas las condiciones», mientras que con la aprobación de la nueva ley los
enfermos mentales y los discapacitados podrían recibir presiones «demasiado reales, peligrosas y potencialmente
destructivas». Así, los prelados expresan su gratitud y muestran su
apoyo a todos los trabajadores sanitarios y voluntarios «compasivos», que «siguen
defendiendo la vida, resistiendo a la eutanasia y al suicidio asistido,
promoviendo la atención a los familiares, amigos y seres queridos en su
sufrimiento, o asistiendo a los enfermos y moribundos».
De ahí el llamamiento de la
Conferencia Episcopal a fomentar «el acceso rápido
a la atención de la salud mental, el apoyo social a los enfermos mentales y los
programas de prevención del suicidio», al tiempo que se protege a los enfermos crónicos, a los que
padecen enfermedades degenerativas o a los que viven aislados en centros de
atención de larga duración.
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