Cuando hablo de
“matar a Dios” me refiero a la llamada “¿teología? de la muerte de Dios” -de
raíz protestante, lógico- por un lado: o sea, desde los mismos adentro de la
Iglesia; y, por el otro, a todos los intentos que, por lo civil, por lo militar
y lo propagandístico, llevan milenios intentándolo. Claro que, desde el siglo
XIX, con una perseverancia y unos medios, institucionales y no-institucionales,
como nunca antes. Y ¡a degüello!
Así que, intentarlo, siguen
erre que erre. ¿Conseguirlo?: para nada. Electi mei non laborabunt frustra: “mis
elegidos no trabajarán en vano”. ¿Quiénes? Desde el s. XIX, siempre
y en primer plano, con las connivencias pertinentes con el poder de turno, la MASONERÍA.
Porque todo el tema del “Nuevo Orden Mundial” (NOM) que, con su monserga
de la “nueva iglesia" -como
si les importase algo el tema, que solo les importa en la medida en que les
sirve para acabar con la que hay, la única VERDADERA:
la que realmente SALVA-, viene de lejos: desde los mismos inicios de la
masonería, como acabo de afirmar.
Todos los intentos de la ¿creación? de una “nueva
iglesia", algo así como una “iglesia de
iglesias", síntesis perfecta que debería acabar “de una vez por todas” con todos los ¿conflictos? entre ellas, es el trampantojo de los
masones. Una iglesia sometida a los poderes públicos, por supuesto, porque “ellos” son los poderes públicos: ahí está China para demostrar hasta qué punto se la puede
obligar a arrodillarse, aunque “ni por esas” cede la verdadera Iglesia; como
antes Rusia; o como antes Mahoma y sus seguidores; y antes los mismos bárbaros;
y antes aún, desde sus primeros pasos, los romanos. Aunque no podemos
olvidar que, los primeros, los judíos.
Y desde dentro de la Iglesia
Católica: ahí están todos los cismas -el más dañino
con diferencia, el de Lutero-; y antes, los anglicanos, y antes los arrianos…;
y ahora, todos estos “folklores” doctrinales, litúrgicos y pastorales -ninguno
es inocuo: todos son intencionadamente perversos-, con sabor a herejía: aunque
muchos no pasan de las consabidas sandeces e imbecilidades de los “progres” de
guardia con nómina clerical; estén donde estén en el escalafón jerárquico.
Lo de los religiosos va por
otro lado, aunque su concurso, activo y a conciencia en muchísimos casos, es de
psiquiatra, como mínimo. (No lo digo en términos médicos, por supuesto).
Como es lógico, ni todos los
miembros de la Jerarquía, ni todos los religiosos: ni mucho menos. Porque
santos, también los hay. Y muchos. Incluso mártires. Y en los dos ámbitos.
¿HAN CONSEGUIDO
ALGO?
¿Qué ha sido,
por acudir a lo más “in", de los “germano-amazónicos"? Creo que aún se están lamiendo
sus heridas… Por poner un poner.
Porque lo de “la amazonia” iba muy en serio. Más de lo que
muchos se han creído: lo saben muy bien todos los
defraudados, que prácticamente ya se relamían de gusto: vamos, que habían
comprado ya el champán, y/o el cava; además del caviar: que perras tienen.
Porque era para echarse a
temblar y estar ya pensando en cómo salir de ahí: arreglo
humano no tenía el tema. Luego, como “el
Señor escribe derecho con renglones torcidos", vino “el libro a cuatro manos", y salió el
documento pontificio reglamentario. “Y aquí paz y
después gloria".
Sí. Lo de cargarse el celibato
sacerdotal y demás, era un torpedo en la línea de flotación de la Iglesia
Católica como tal: perfectamente diseñado, bien
construido, y sabiendo dónde estaba el blanco. Incluso habían empezado
la “cuenta atrás” del disparo -esos números
que se cantan del 10 al 0-, con el bulo -que yo me creí: estaba muy bien diseñado también, y perfectamente elegido
el momento de su lanzamiento-, de que el documento del Papa asumía de facto
todo lo que había salido en las discusiones y se recogía luego en las
conclusiones finales del Sínodo.
NO HA SIDO ASÍ. ¡LAUS
DEO!
Pero, siendo esto así, y
certificándonos en el poder de la oración; conocedores de que el Señor cuenta
con todos nosotros para obrar Él, y seguros de que nos deja solos -¡ni nos
dejará nunca!- hasta el final de los tiempos, es el momento -quizá el último
tren- para que nos pongamos en serio a recoger y levantar “lo católico", porque la Iglesia no puede
seguir así: como si fuese de goma, que se estira y
se estira más y más…, porque se puede romper. La podemos romper. De
hecho, está muy rota.
También los judíos eran el
Pueblo Escogido y lo despreciaron: y ahí está en lo que se han quedado. Como
las promesas de Dios a David, a Salomón, etc.: se
quedaron en nada… por la desafección de los que las recibieron. ¡Y eran promesas de Dios! Que, como se cumplen
siempre, se han tenido que cumplir en Cristo, pasando por encima de las
personas y del pueblo al que iban dirigidas en primer lugar. Y han quedado
apartados, y el señor les ha pasado por encima.
¿Escarmentaremos
en cabeza ajena? Mejor nos iría. ¿Nos dejaremos guiar por
Dios, nuestro Padre, por Jesucristo su Hijo, y por el Espíritu Santo que
gobierna la Iglesia, sí o sí? Deberíamos.
En nuestras manos está. Vamos
a pedírselo al Señor, especialmente en este tiempo de Cuaresma, para todos en
la Iglesia, del primero al último: ¡Perdón, Señor, hemos pecado! ¡Tú nos salvarás!
¡Qué duro se nos tiene que hacer “dar coces contra
el propio aguijón"!
José Luis
Aberasturi
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