Iñigo de Alfonso
Mustienes, seminarista de la Archidiócesis de Barcelona, envió esta carta a los
medios.
Por: n/a | Fuente: Religión en Libertad
La Iglesia Católica está viviendo durante las
últimas semanas momentos muy convulsos ante
los escándalos de abusos por parte del clero, la participación de algún
importante miembro de la Iglesia y el encubrimiento de otros.
Como en otras ocasiones se ha puesto el foco en el celibato como uno de
los causantes de estos casos. Y así se han hecho eco distintos medios de
comunicación. Para dar otra versión y ofrecer su testimonio en estos tiempos
difíciles, Iñigo de Alfonso Mustienes, seminarista de
la Archidiócesis de Barcelona, ha enviado una carta al director de algunos de estos medios. Y El Periódico o El País
la han publicado. Esto es lo que dice:
SOBRE EL CELIBATO
“Tengo 32 años y soy seminarista en Barcelona.
Antes del seminario estudié Derecho y me dediqué a temas legales
internacionales.
Llevamos unos años en los que se van haciendo
públicos hechos asquerosos de obispos, sacerdotes y religiosos que han abusado
de niños y adultos indefensos. Esos abusadores deben ser puestos, como muchos
ya lo están, ante las autoridades judiciales para que recaiga sobre ellos todo
el peso de las leyes. Y, por supuesto, como también se está haciendo, deben
ser expulsados de los ministerios que desempeñan.
Es un error pensar que con abolir el celibato o
permitir que las mujeres se puedan ordenar, como piensan algunos, se soluciona
el problema.
Hay muchos más abusos y violencia doméstica en un matrimonio y nadie piensa en
poner celibato opcional entre los esposos, que ya lo es, según libertad de cada
uno.
Yo sentí la llamada de Dios. Yo libremente escogí seguirle
aceptando una decisión que sé que no se entiende. Es una vida de amor y entrega. Una vida en la que debemos ver, y
para eso nos forman, a las personas que se nos encomiendan a través de la
Iglesia como nuestra verdadera esposa.
Una vida de entrega que solo en la verdadera vida
de piedad y entrega a los demás puede funcionar. Pero teniendo muy claro que el
sacerdocio no es un derecho de nadie. Es la Iglesia quien debe discernir sobre
si yo soy apto o no. Y soy yo quien debo ser 100% sincero para
esta vida de entrega y de amor fraterno”.
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