Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente:
ConMasGracia.org
Era domingo por la tarde y me dirigía a Misa, al entrar a mi parroquia
observé cómo una señora encargada de la liturgia reprochaba a una joven sobre
el modo de vestir con el que acudía esa tarde al templo. La joven, por su
parte, alegaba que a Dios no le importaban esos
detalles, que Él miraba su corazón y la amaba, más allá de las apariencias. No puedo estar más de acuerdo contigo, le dijo la señora.
Pero, también le dijo: pero no olvides que demostramos
lo que hay en nuestro corazón con la manera en que vestimos. La joven, se quedó callada.
Quedé sorprendido por la respuesta de esta señora, pues tenía razón. Tantas personas que acuden cada domingo a Misa sin guardar un poco de
respeto por la casa del Señor.
Muchos son los que acuden con shorts, minifaldas, escotes pronunciados, gorras
o, incluso, en chanclas, como si se tratara de una reunión sin importancia.
Me ha tocado ver en algunas parroquias anuncios que antes de entrar,
recuerdan a los fieles que es la casa de Dios y, por lo tanto, se debe ingresar
a ella adecuadamente vestidos. Pero pareciera que no muchos ponen atención a
este recordatorio.
Dice El santo cura de Ars, San Juan María Vianney: “Sí supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa,
qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella”. Y yo añadiría: asistir a ella “apropiadamente
vestidos.” Y es que participar de la celebración
eucarística no es para menos, es el acto más importante en la vida del católico.
Dios mismo se hace presente entre nosotros. El creador de cielo y
tierra, nuestro Padre, baja del firmamento para convertirse en pan, alimento de
vida. Y no sólo nosotros participamos de este momento, sino que también, junto
con los ángeles y santos, somos testigos de este gran milagro único. Por lo
tanto, ¿Sería correcto participar de este momento en short
y chanclas? ¿No vale la pena vestirse bien por aquel que nos ha dado todo?
Un joven que tiene su primera cita de amor, acude bien bañado y bien
vestido para así demostrarle a la chica lo mucho que le interesa, pues de lo
contrario, si decide presentarse con chanclas y short, daría muestras de
un poco o nulo interés. Igualmente, cuando acudimos a una fiesta o
evento social, procuramos ir lo más presentables posible, nos gusta vernos bien. Además, de no acudir así, podríamos
ser motivo de críticas y señalamientos. Y qué decir de una entrevista de
trabajo. Mucho tiene que ver el cuidado que tengas en tu presentación personal
para que decidan contratarte o no.
En consecuencia, si podemos vestir bien para ir
a una fiesta o a un evento social, en definitiva también podríamos hacerlo para
acudir a la casa de Dios. Y es que, nuestra forma de vestir, dice
mucho de la estima que tenemos por los demás y por la que guardamos de nosotros
mismos. Del mismo modo, cuando acudimos a Misa de tal o
cual modo de vestir, demostramos cuánto aprecio y respeto guardamos a Dios y a
nuestra relación con Él.
Con esto, no intento establecer un reglamento de cómo vestir para ir a
Misa, sino que sólo quiero invitarte a que reflexiones en qué y cuánto amor
guardas a Dios y se lo expresas en tu forma de vestir. Pues en
definitiva, Él mira nuestro corazón y nos ama, pero ese amor se muestra también
con actos externos.
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