Un día, Dios se
volvió “loco de amor” por la humanidad.
Un día, el Padre
envió al mundo a su Hijo, a su amado Hijo, para rescatar a los que éramos
esclavos.
Un día, el Hijo “decidió” arrojarse en una especie de “salto mortal", desde la Eternidad al tiempo,
desde la infinita Felicidad a la tierra marcada por el dolor, desde la Luz y el
Amor a la oscuridad y el egoísmo…
Pero su “salto mortal” no fue un salto al vacío.
El Hijo, que era Hijo desde
siempre, quiso entrar al mundo también como HIJO.
Y quiso “ser hijo” desde el arranque, como todos nosotros;
quiso recorrer todas las etapas de la vida humana, quiso crecer lentamente…
Por eso Lucas, cuando presenta
por primera vez a María, la define simplemente como “la
prometida de José". Por eso Mateo, cuando describe por primera vez
a José, dice que era “el esposo de María".
El Hijo de Dios, al entrar en
este mundo, elige un matrimonio, una familia, como el lugar vital, acogedor,
cálido, sólido, donde su misión despuntara y comenzara a expandirse.
Por eso hoy, 25 de Marzo,
proclamamos una vez más que la vida humana, que toda vida humana, es sagrada,
es inviolable, es maravillosa.
Lo es siempre, incluso si un
niño no ha sido engendrado en el seno de una familia, porque su valor
incalculable le viene de ser imagen de Dios y de ser amada por Cristo.
Hoy proclamamos con fuerza que
ningún motivo, ninguna razón, ninguna circunstancia compleja puede hacer
disminuir el valor de cada vida humana ni justificar su eliminación. Hoy
también, por eso, honramos a todas las mamás que -valientes y decididas- han
elegido y eligen decir sí a la vida, incluso en soledad.
Y aunque sabemos que las
heridas son muchas, y que el matrimonio es difícil, y que a veces el dolor es
grande… proclamamos que es necesario trabajar como sociedad para que en
adelante, cada vez más, todos los niños sean concebidos, crezcan, maduren y
alcancen su plenitud personal en el seno de una familia.
Celebramos hoy el valor
sagrado de la vida por nacer y el valor sagrado e insustituible del matrimonio
entre un varón y una mujer como cuna de la humanidad.
Celebramos que el proyecto de
Dios no cambia, y que justamente como expresión de misericordia nosotros
estamos llamados a ser sus testigos, hoy y siempre.
Que el Niñito recién concebido
al interior del matrimonio de María y José bendiga nuestra Argentina y la
rescate de las sombras de la Cultura de la Muerte.
Leandro Bonnin
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