La
predicación cristiana actual nos muestra a Jesús como un predicador suave e
inclusivo. Es más ideología que un análisis de lo que se desprende de los
evangelios. Y de lo que ha sido revelado a videntes por María.
Una reconstrucción fidedigna nos muestra un Jesús
fuerte y demandante, y para nada tímido.
Un predicador que sabía alternar entre la suavidad
en el trato y las exigencias a su público, sin preocuparse de hacerles
concesiones para atraerlo.
No rebajaba su planteo para ser atractivo y le escucharan. De acuerdo a
la lectura de las escrituras y las visiones de místicos las podemos hacernos
una idea clara de cómo era Jesucristo. A muchos sorprenderá porque no es la forma más
común en que se lo representa desde los púlpitos.
CÓMO
ERA JESÚS EN SU JUVENTUD
En su
juventud, así fue como la Santísima Madre lo describió. Como dice el Evangelio, mi Hijo estaba sujeto a Sus padres, y
actuaba como otros niños hasta que creció. Nada impuro lo tocó jamás, ni el menor desorden jamás visto fue Su
cabello. Cuando creció, estaba constantemente
en oración.
Sus facciones y Sus palabras eran tan maravillosas
y tan agradables que muchas personas cuando tenían problemas solían decir: ‘Vamos
al Hijo de María, Él nos consolará’.
A medida que
creció en edad, Él trabajaba con Sus
manos. Y hablaba con nosotros
tan inspiradoramente acerca de Dios, que continuamente nos llenaba de
una alegría indescriptible. Y cuando teníamos miedo, por la pobreza y otros
problemas, Él no nos produjo ni oro ni plata, sino que nos instó a ser pacientes, y estuvimos maravillosamente protegidos. Lo
que necesitábamos a veces nos lo daban
personas compasivas y devotas. Y a
veces provenía de nuestro trabajo. De modo que tuviéramos lo que
necesitábamos para vivir, pero nada
superfluo, porque solo buscábamos servir a Dios. En casa, con amigos que
nos visitaban, hablaba con familiaridad
sobre la Ley de Dios y sus significados y tipos.
Él disputaba abiertamente con hombres cultos, de
modo que quedaban atónitos y solían decir: el Hijo de José instruye a los
escribas; ¡hay un gran espíritu en él!
CÓMO
ERA FÍSICAMENTE JESÚS
Luego de cuatro años transcurridos de la muerte de
San José dio comienzo del ministerio público de Cristo, y así fue como
se veía Jesucristo según la Santísima Virgen. No puedes ver a mi Hijo como Él
está en el cielo, pero déjame que te describa su apariencia física como lo fue
en el mundo.
Cuando tenía 20 años, alcanzó su pleno crecimiento
en estatura varonil y fortaleza.
Él no tenía carne superflua. Sus músculos estaban bien
desarrollados. Y Él estaba construido poderosamente. Su cabello,
cejas y barba eran de
color marrón claro. Su barba medía el ancho de una mano. Su frente no era prominente sino recta
y erecta. Su nariz estaba bien
proporcionada, ni grande ni pequeña. Sus
ojos eran tan claros y puros que incluso sus enemigos disfrutaban
mirándolo. Sus labios no eran
gruesos, sino de un rojo claro. Su
barbilla era agradable y finamente proporcionada. Sus mejillas estaban moderadamente
llenas, y su tez era de un blanco claro mezclado con rojo fresco. Él se mantenía recto y erguido, y no
había una mancha en todo su cuerpo.
UNA
PERSONA CON GRAN VIGOR FÍSICO Y RESISTENCIA
Una mera
consulta del mapa revela un enorme y
diverso terreno donde Jesús, su familia y sus apóstoles andaban rutinariamente.
Cada año, Jesús viajaba a pie aproximadamente a 120
kilómetros hacia el sur de Jerusalén y luego de regreso.
Sus viajes diarios lo llevaron por toda Galilea y hasta 55 kilómetros hacia el norte (Tiro, Sidón,
Cesárea de Filipos). El terreno en la
zona era difícil, accidentado (incluso montañoso) alternando entre
tierras fértiles y desiertos. Jesús
subió las colinas alrededor del mar de Galilea y montañas tan altas como
Tabor. Él, Su familia y Sus seguidores a
menudo caminaban en largos viajes de muchos días. Los viajes podían ser
peligrosos porque los bandoleros y los ladrones esperaban los momentos
oportunos.
La disponibilidad de alojamiento era impredecible y
muchas noches tenían que pasar a la intemperie.
En Su último
viaje a Jerusalén, Jesús tomó la ruta
del desierto que pasaba por Jericó. Es un desierto que desciende más de 250 metros bajo el nivel del
mar. Su subida a Jerusalén (más de 750 metros sobre el nivel del mar) era más
de 950 metros para arriba. A pesar de este difícil viaje, fue invitado
esa noche a la casa de Marta y María, donde fue ungido por María con un costoso
nardo. La mayoría de los modernos saben
poco de tal vigor y resistencia. Muchos de nosotros acabamos faltos de aliento por una mera colina. La
idea de caminar 100 kilómetros
parecería casi imposible para nosotros. Aquellos que hoy van a Tierra Santa y
siguen los caminos de Jesús usualmente lo hacen en autobuses con aire
acondicionado y se quejan de las empinadas colinas que se deben trepar a pie en
Nazaret, Ein Karem y Jerusalén.
Las de aquellas épocas eran personas robustas, no
las figuras delgadas que los artistas modernos representan a menudo.
No significa
sólo que fueran muy musculosos, sino que estaban acostumbrados al duro trabajo físico, a las largas caminatas y
al tipo de dificultades que desalentarían a muchos de nosotros.
LA
GENTE SABÍA QUE EL MESÍAS HABÍA VENIDO CUANDO CONOCÍAN A JESÚS
Los videntes
han recibido de María que después de cumplir
27 años, Jesús comenzó a mezclarse más con los hombres y a irse de
viaje. Pasaba las noches orando en las colinas de Galilea. Cuando
regresaba después de dos o tres días sin descanso ni alimento, le daba la mano
a su madre y la saludaba con gran afecto, pero también con gran moderación. Él
le contaba acerca de las bendiciones escondidas que habían sido comunicadas a
muchas almas.
En su apariencia, Jesús mostraba tanta belleza,
gracia, paz, bondad y gentileza, y su manera de hablar era tan vívida y fuerte,
que con la ayuda de la gracia divina muchas personas decidieron abandonar sus
formas de vida pecaminosa.
Y así
llegaban a ser capaces de creer que el
Mesías ya había comenzado Su reinado. Además, por lo general, acompañado
por María, Jesús visitaba a los enfermos y afligidos, especialmente entre los
pobres.
Él restauraba la salud del cuerpo a muchos y
ayudaba a los moribundos, dándoles una verdadera paz mental.
María hacía lo mismo, particularmente entre las mujeres. Además los evangelios nos muestran que Jesús era un predicador fuerte y
nada tímido.
UN
PREDICADOR RUIDOSO Y DESAFIANTE
En aquellos
días no había micrófonos ni
amplificación de ningún tipo.
Los predicadores de ese tiempo no usaban un tono
suave y sugerente, no podían.
.
Tenían que gritar su mensaje.
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Tenían que gritar su mensaje.
Incluso en el interior de sus casas, era necesario un tono elevado porque las habitaciones atestadas
amortiguaban el sonido. Jesús predicaba
a menudo al aire libre, a veces a multitudes de miles. Considera de
nuevo su resistencia y que tales
sermones eran más un grito que un mero discurso o exhortación. Esto
probablemente sería un desafío para nosotros quienes estamos acostumbrados a la calidad más discursiva de la predicación en
los últimos cien años. Trata de hablar para una multitud enorme y sin micrófono
y verás que tu discurso sale áspero, como enojado, duro.
Otra nota sorprendente sobre la predicación de
Jesús es que predicó mientras estaba sentado, lo que le quita potencia a la
voz.
El texto
sagrado afirma esta tradición en muchos lugares. Todos los antiguos rabinos predicaban mientras estaban sentados, era un
signo de autoridad.
CON
UNA POSTURA INTRANSIGENTE
Jesús estaba
en el modo de los profetas, y los
profetas nunca eran los que decían cosas suaves, eran comprometidos y no eran
vagos.
Cualquier análisis del verdadero mensaje de Jesús
(no la versión moderna selectiva y filtrada) demuestra que Él hizo demandas
fuertes e intransigentes a cualquiera que fuera Su discípulo.
Debemos arrepentirnos y creer en Su Evangelio.
Debemos aceptar claramente que Él es la
única luz, la única verdad, y el único Hijo del Padre. No debemos amar a nadie
y nada más que a Él. Esto incluye nuestra propia familia, así como las
cosas más esenciales para nuestra supervivencia física, como la carrera y el
sustento. Si no hacemos esto,
entonces no somos dignos de Él. Debemos
tomar nuestra cruz todos los días. Debemos estar dispuestos a sufrir hasta la
muerte por Él y lo que Él enseña. No es suficiente amar al prójimo; debemos amar a nuestro enemigo. No es suficiente evitar el adulterio;
debemos tener una pureza sexual completa que excluya todas las formas de
actividad sexual fuera del matrimonio bíblico, incluso los pensamientos
impuros. Debemos perdonar a otros
que nos hayan herido o el Padre no nos perdonará. Una y otra vez, el verdadero Jesús advirtió del infierno y la necesidad de
ser sobrios y serios sobre el juicio. Pero Jesús no era un predicador enojado.
Jesús, que nos ama, advirtió que muchos
serían incapaces o no querrían entrar al cielo en sus términos. Pocos tomarían el estrecho camino de la cruz.
No todos los que dicen: “¡Señor! Señor” entrarán
en el cielo, sino sólo aquellos que hacen la voluntad del Padre. Muchos oirán de Él: “Yo no te conozco. No sé de dónde has venido. Apártate de
mí”.
No hay compromiso, no hay tercer camino. No podemos servir a dos amos, Dios y Mamón. Un amigo del mundo es un enemigo de Dios. Dijo que nadie que pone la mano
en el arado y sigue mirando hacia atrás, es apto para el reino de Dios. A nuestras excusas y súplicas diría: “Que los muertos entierren a sus muertos, pero vayan y
anuncien el Reino”. Hay poco que podemos llamar gentil o suave
en la corriente principal de la predicación de Jesús. Él invitó a Sus discípulos a descubrirlo como el verdadero pastor,
el verdadero amante de nuestras almas, que nos puede dar el verdadero Pan del
que tenemos hambre y el agua duradera para saciar nuestra sed. Él quiere que llevemos nuestra cruz,
no reclinados en nuestro sofá. Jesús sanó a muchos, pero insistió en que la fe debía se operativa
antes de realizar milagros. El plan de Jesús para nosotros implica una
profunda paradoja; Él desafía nuestras
expectativas. No se disculpa por
ofender nuestras ideas. Declaró que si alguien se avergonzaba de Él y de
Sus enseñanzas, entonces Él se avergonzaría de esa persona en el Día del
Juicio. No hay compromiso con la
sabiduría del mundo.
Todo esto, aunque registrado claramente y
consistentemente en el registro bíblico, es convenientemente olvidado por la
mayoría de las personas posmodernas que prefieren matices y / o eufemismos.
Prefieren un tono sugerente y atractivo.
Pero Jesús, como los profetas, combinó un juicio
abrasador sobre los caminos mundanos junto con una insistencia intransigente de
que elijamos su lado.
DEMOSTRABA
SU URGENCIA
Jesús tenía una determinación que muchos de
nosotros interpretarían como una especie de inflexibilidad.
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Nos gusta discutir las cosas. Celebramos la colaboración y el trabajo en equipo.
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Nos gusta discutir las cosas. Celebramos la colaboración y el trabajo en equipo.
Jesús no encaja en esto en absoluto. Sabía exactamente lo que
quería hacer. Envió misioneros delante de Él a cada ciudad y poblado. Él no aceptó ninguna corrección de
aquellos que objetaban su curso o del hecho de que Él comía con los pecadores. Cuando las multitudes se opusieron a las
enseñanzas de Jesús (como su enseñanza sobre la Eucaristía en
Cafarnaúm), Él no reconsideró Sus palabras. Ni salió a contratar una firma de Relaciones Públicas para mejorar su
imagen, ni trató de hacer una encuesta para saber lo que quería su
público. No dirigió grupos de discusión para testear sus palabras e ideas. No, Jesús replicó las enseñanzas disputadas y
luego preguntó a sus discípulos si iban a abandonarle.
Tenía una misión urgente para transmitir la verdad,
no para debatirla extensamente con los detractores.
Jesús estaba
en movimiento y persiguió con urgencia
Su tarea. Él dijo a Sus discípulos que Él debía trabajar mientras todavía era de día porque cuando la
oscuridad viniera Su trabajo cesaría. En
su último viaje a Jerusalén, se dijo que Jesús “puso su rostro como pedernal”, una expresión que transmite una firme
determinación. Se puso en camino,
sabiendo (y anunciando) que sufriría en manos de los hombres, que
moriría y se levantaría. Los propios
apóstoles de Jesús se negaban a creer y se resistieron, preguntándose
por qué iba allí sabiendo que los líderes trataban de matarlo. Cuando Pedro trató de disuadirlo,
Jesús se volvió hacia él con enojo, desafió su pensamiento mundano y lo llamó
satanás. No, Jesús no volvería atrás.
En un momento, Él reprendió la fe débil de los Apóstoles, diciendo: “¿Cuánto tiempo más te debo tolerar?”. También
advirtió: “El que no recoge conmigo, dispersa”. Así
que Jesús era urgente e imparable. Mientras
tanto, Sus apóstoles vacilaron
entre la resistencia y el peligro inminente, la negación y la evasión. Más de
una vez, el texto sagrado indica que tenían
miedo de hacerle más preguntas. Nada detendría a Jesús. Incluso en la
Última Cena, cuando se levantó para salir a Su Pasión, Jesús dijo: “El mundo debe saber que yo amo al Padre y que Él me
envió. Levántense. Vámonos de aquí”.
Sólo brevemente (en el Huerto) cuando Jesús expresó
incluso la más leve duda, rápidamente se resolvió: todo lo que el Padre
quisiera recibiría Su asentimiento.
Somos salvos por la decisión humana de una persona divina. ¿Por qué esta urgencia? ¡Era para salvarnos! “Ahora está
turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he
llegado a esta hora”. (Juan 12:27). Si pensamos a fondo, toda esta urgencia nos sorprendería. Estamos más cómodos con un Jesús que
vagó bendiciendo a la gente, contando historias, y que sólo al final
cayó en problemas. Nada podría estar
más lejos de la historia registrada por el texto sagrado. Sabiendo todo lo que
tendría lugar, Jesús partió virilmente a Su meta y no permitiría que
nada lo detuviera o le desviara. Esta
era la voluntad de Su Padre y Él estaba presto.
MARÍA
FUE TESTIGO DE LO QUE HACÍA JESÚS A DISTANCIA
Durante la
ausencia de Cristo, María pasaba casi
todo su tiempo en oración según lo que vieron los místicos.
Los santos ángeles, a quienes el Señor les había
ordenado que la atendieran en forma visible, la mantenían informada de todas
las acciones y oraciones de su Hijo, de modo que ella podía orar con Él cada
vez.
La Santísima
Virgen también era capaz de presenciar
en visiones todos los incidentes más importantes de la vida pública de
Cristo, sin importar dónde estaba Él en ese momento. Por lo tanto, ella vio que Juan lo bautizaba. Y
luego vio que subió al desierto montañoso y comenzó Sus 40 días de ayuno. María cerró la puerta de su
casa y, al entrar en su pequeño oratorio, comenzó a orar y ayunar con su hijo, imitando y cooperando con él en su
obra por la humanidad. Después de 40 días de oración ininterrumpida y
ayuno, ella fue testigo de la triple
tentación de Cristo por parte de satanás. Y desde su retiro también entró en conflicto con el tentador. Cuando
vio al diablo llevando a Jesús de un lugar a otro, lloró, pero pronto se regocijó por la victoria del Señor.
Entonces, sus ángeles le trajeron algo de la comida
celestial, que le administraron a Jesús al mismo tiempo.
Y con ellos
vinieron varias aves que lo habían acompañado durante su ayuno, y se reunieron
a su alrededor y cantaron dulcemente mientras
ella comía la comida milagrosa, que rápidamente restauró su fuerza,
porque Jesús se la había enviado con Su bendición.
DESDE
EL PRIMER MOMENTO LOS APÓSTOLES FUERON LOS “HIJOS DE MARÍA”
María acepta a los Apóstoles como sus hijos
espirituales según lo que les contó a los místicos.
Cuando vio a
Jesús llamar a su servicio a sus primeros apóstoles Andrés, Juan, Pedro, Felipe
y Natanael, María los aceptó como hijos espirituales en el Señor y oró
fervientemente por ellos. El Salvador
les enseñó a venerar y admirar a Su Madre incluso antes de conocerla, y
les imprimió su extraordinaria santidad y virtud. En las primeras palabras del
Maestro acerca de María, San Juan
concibió un santo amor y aprecio por ella. Los cinco apóstoles le
suplicaron a Jesús que les permitiera conocer y honrar a su madre, y por
lo tanto los condujo hacia el norte, al lago de Galilea. Tan pronto como la
Madre María se dio cuenta de que se estaban acercando, puso en orden la cabaña
y les preparó comida. Cuando Jesús se acercó, ella lo esperaba en la puerta, y cuando Él entró, ella se postró en el suelo y
le besó los pies, mientras Él le pedía su bendición. La profunda
humildad y reverencia con que la Santísima Virgen recibió a su Hijo llenó a los discípulos con una nueva devoción
y admiración por su Maestro.
Sintiendo una atracción mística hacia la Santa
Madre de Dios, inmediatamente se arrodillaron ante ella y le suplicaron que los
aceptara como sus hijos y siervos.
MARÍA
OFRECE A SU HIJO
Un día, cuando Jesús tenía 30 años, María escuchó
una voz de poder maravilloso decirle: “María, hija mía y esposa mía,
ofréceme a tu Hijo como sacrificio”.
Al darse
cuenta de que había llegado el momento
de la redención de la humanidad a través de la Vida Pública y la Muerte de
Cristo, ella respondió generosamente. “Rey
Eterno y Dios Todopoderoso, Señor de todo, Él es Tuyo y yo también lo soy. ¿Qué puedo ofrecerte a ti que no
es más tuyo que mío? Sin embargo, debido a que Él es la vida de mi alma y
el alma de mi vida, entregarlo en manos
de Sus enemigos a costa de Su vida es un gran sacrificio. Sin
embargo, no permitas que se haga mi
voluntad, sino la Tuya. Ofrezco a mi hijo para que pague la deuda contraída por los hijos de Adán“.
La Santísima Trinidad inmediatamente la recompensó
y consoló con una visión en la que se le mostró la gloria y el bien que
resultarían del sacrificio de Jesús y el de ella.
Cuando ella
salió de su éxtasis, María estaba
preparada para soportar el dolor de ser separada de su amado Hijo y Señor.
Fuentes:
- http://www.independent.co.uk/news/people/italian-police-reveal-what-jesus-looked-like-as-a-young-boy-10223989.html
- https://forosdelavirgen.org/36/nuestra-senora-dolorosa-de-gimigliano-italia-18-de-abril/
- https://forosdelavirgen.org/20506/la-vida-despues-de-la-muerte-relato-de-un-nino-de-4-anos-quien-asegura-que-subio-al-cielo-y-vio-a-jesus-2011-2-12/
- http://blog.adw.org/2016/11/real-jesus-scripture-might-surprise/
- http://www.philstar.com/education-and-home/2014/04/03/1308170/holy-mother-mary-describes-how-jesus-looked
Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María
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