Cuentan que un hombre un día le dijo a Jesús: – “Señor:
ya estoy cansado de llevar la misma cruz en su hombro, es muy pesada muy grande
para mi estatura”.
Jesús
amablemente le dijo: – “Si crees que es mucho para
ti, entra en ese cuarto y elige la cruz que más se adapte a ti”.
El hombre
entró y vio una cruz pequeña, pero muy pesada que se le encajaba en el hombro y
le lastimaba; buscó otra pero era muy grande y muy liviana y le hacía estorbo;
tomó otra pero era de un material que raspaba; buscó otra, y otra, y otra….
hasta que llegó a una que sintió que se adaptaba a él.
Salió muy
contento y dijo: – “Señor, he encontrado la que más
se adapta a mi, muchas gracias por el cambio que me permitiste”.
Jesús le
mira sonriendo y le dice: – “No tienes nada que
agradecer, has tomado exactamente la misma cruz que traías, tu nombre está
inscrito en ella. Mi Padre no permite más de lo que no puedas soportar porque
te ama y tiene un plan perfecto para tu vida”.
Muchas
veces nos quejamos por las dificultades que hay en nuestra vida y hasta
cuestionamos la voluntad de Dios, pero Él permite lo que nos suceda porque es
para nuestro bien y algo nos enseña a través de eso. Dios no nos da nada más
grande de lo que no podamos soportar, y recordemos que después de la tormenta
viene la calma y un día esplendoroso en el que vemos la Gloria de Dios.
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