¿Por qué en pleno siglo XXI, aumenta el número de
personas que recurren a quienes les puedan vaticinar su futuro? Las numerosas
consultas a los videntes y adivinos ponen de manifiesto una gran carencia de
nuestras civilización: la esperanza.
- De la ciencia al esoterismo. La
Ilustración (s. XVIII) anunciaba que en la medida en que incrementara el
conocimiento científico experimental para explicar la realidad, irían
desapareciendo las argumentaciones religiosas.
Pero esta
visión científica era aplicable sólo para la realidad física, la cual se puede
medir y sobre la cual se puede experimentar. Pero el ser humano es mucho más
que reacciones biológicas, y su entorno es mucho más que mera sociología. Por
eso, los humanos necesitamos algo más que ciencia experimental para encontrar
respuesta y sentido a las interrogantes que nos plantea nuestro entorno.
Estos
límites de la ciencia han dado lugar a diversos movimientos culturales. Uno de
ellos es el regreso a una fe religiosa más argumentada. Pero, otro es la vuelta
a las adivinaciones, poderes ocultos, etc., los cuales no se basan ni en la fe
bíblica ni en la ciencia (aunque en ocasiones sus autores afirmen ser creyentes
o apoyarse en la ciencia). Por eso, el esoterismo es un hijo del cientificismo.
- ¿Por qué la gente acude a los videntes? Cuando pasamos tiempos de crisis social o de
incertidumbre y dolor, todos necesitamos una certeza que nos ayude a
superar esa etapa crítica; necesitamos una voz autorizada que nos diga que
este mal momento terminará.
Las
religiones son una fuente de esperanza, pues sus enseñanzas suelen dar una
explicación sobre lo desconocido y sobre el mal. Pero las religiones no dan una
solución concreta para nuestros problemas, sino que invitan a actitud de esperanza
para sobrellevar los malos momentos.
Cuando,
ante una situación difícil, una persona desea una respuesta inmediata y
concreta, junto con una solución casi inmediata, no la encontrará en las
religiones cristianas. Entonces, la opción es recurrir a quienes las ofrecen:
videntes, adivinos, chamanes, etc.
El Papa
Francisco ilustra así este itinerario: “Yo confío
en Dios, pero la situación es un poco fea y yo necesito una certeza un poco más
concreta. ¡Y ahí está el peligro! Y entonces estamos tentados en buscar
consolaciones incluso efímeras, que parecen colmar el vacío de la soledad y
mitigar el cansancio de creer” (Audiencia, 11
ene. 2017).
- Inmediatez vs esperanza. Un
fenómeno creciente es que quienes acuden a los videntes son personas con
preparación académica y con suficientes recursos económicos. Esto es una
señal tanto del desencanto de la mentalidad cientificista como de la ignorancia
de lo que el cristianismo enseña sobre la verdadera esperanza.
Se trata
de la búsqueda de una seguridad vital, que no pocos buscan en la intervención
de un fenómeno supra natural que les haga conseguir lo que les dará una certeza
para vivir hoy: dinero, poder, mundanidad o incluso falsas ideologías.
La
inmediatez de la adivinación oscurece la verdadera esperanza, la cual está
puesta no en ídolos creados por manos humanas, sino en Dios mismo, el único que
verdaderamente puede ayudar a vivir y a dar sentido a nuestra existencia.
El
incremento de quienes consultan a videntes y adivinos pone de manifiesto una
gran necesidad de nuestra época: la de aprender a vivir con esperanza, o sea,
saber recorrer la vía con paciencia los tiempos adversos, con la certeza de ser
acompañados por Dios.
Luis Fernando Valdés
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