BUENOS AIRES, 24 Ago. 16 / 09:20 pm (ACI).- Mons. Héctor
Aguer, Arzobispo de La Plata en Argentina, denunció que "el vicio de la fornicación se ha convertido en algo trivial,
común, insustancial” y por lo tanto es necesario un remedio que haga
frente a una “cultura” que deshumaniza a las
personas.
En un artículo
publicado el 23 de agosto en el diario argentino El Día, el Prelado
explicó que utiliza la palabra “vicio” para referirse
a la fornicación porque el diccionario define al “fornicario”
como “el que tiene el vicio de fornicar. Él
o ella en principio, aunque hoy día la ‘igualdad de género’ permite otras
combinaciones antinaturales”.
Ante esta realidad, prosigue el Prelado, “el
laborioso remedio de una cultura fornicaria, del desenfreno, ‘akolasía’ como lo
llama Aristóteles, es la ‘sofrosyne’, la templanza”.
“Para nosotros, cristianos, a la destemplanza del
incontinente la sana una especie
concretísima de la templanza que se llama castidad”, explicó.
El también Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias
Morales y Políticas criticó en su artículo titulado “La fornicación”
que hoy en día la sexualidad se ha banalizado y puso como ejemplo dos
casos.
En primer lugar se refirió a las secciones de farándula donde se habla
de las mujeres que cambian de “novio” varias
veces al año; y en segundo lugar el caso de las Olimpiadas Río 2016, donde el
Ministerio de Salud de Brasil envió a la ciudad nueve millones de condones, de
los cuales 450 mil estaban destinados a la villa olímpica donde estaban los
deportistas.
“La cultura fornicaria que se va extendiendo sin
escrúpulo alguno es un signo de
deshumanización, no es propia de mujeres y varones como deben ser según
su condición personal. Algo de no humano, de animaloide aparecería en esa
conducta”, aseguró el Arzobispo.
Además afirmó que asumiendo la realidad biológica y psicológica del ser
humano, “es fácil comprender que el acto sexual tiene una doble finalidad: es
unitivo y procreativo. El gesto de la unión corporal acompaña, ratifica
e incentiva la unión de las almas”.
En consecuencia, advirtió que la fornicación convierte la sexualidad “en una gimnasia superficial y provisoria, propia de
parejas desparejas, sin el compromiso de por vida que integra la expresión sexual en el
conjunto de la convivencia matrimonial, con la apertura a los hijos”.
“La banalización que he señalado implica asimismo
una confusión fatal acerca del amor: no es éste una mera efusión sentimental,
ni la sola atracción física, sino especial y esencialmente un acto electivo de
la voluntad”.
“Lo propiamente humano es que tal decisión electiva
sea para siempre, como signo de madurez, preparada en una educación para el
respeto mutuo, la amistad sin fingimiento, la disposición a afrontar juntos –él
y ella– las dificultades de la vida tanto como las infaltables alegrías. Entonces cobra sentido la unión sexual de un
varón y una mujer”, añadió.
Asimismo criticó las consecuencias personales y sociales del
concubinato, es decir, la relación marital de un hombre con una mujer sin estar
casados, entre las cuales está la “orfandad
afectiva de tantos niños y adolescentes y la cantidad superior de abusos que se
registra precisamente en el interior de esas formas de ‘rejunte’, que no son
verdaderas familias”.
El problema de la generalización de las relaciones sexuales entre los
adolescentes, precisó, hace que no se pueda “augurar
nada bueno” porque cada vez “comienza más temprano la banalización del sexo”.
Por otro lado Mons. Aguer criticó el negocio de los anticonceptivos, que
oculta “la sabia disposición de la naturaleza que
ordena en la mujer los ritmos de fertilidad”.
“Todo ha sido bien hecho por el Creador, y el
capricho humano se niega a utilizarlo, lo burla a su placer”, resaltó.
Asimismo mencionó la existencia de la fornicación “contra natura” que ahora es avalada por leyes “que han
destruido la realidad natural del matrimonio” y
que se fundan “en la negación del concepto mismo de naturaleza y de la noción de ley
natural”.
“La discriminación de los antidiscriminadores ha
llegado a límites inconcebibles, como el de negar el derecho de los niños a ser
criados y educados por un padre y una madre; así se ha visto en la entrega en
adopción de niños a ‘matrimonios igualitarios’”, denunció.
Finalmente expresó que “lo propiamente
humano es que la potencia sexual y su actuación se integren armoniosamente a la
riqueza de la personalidad, y que ese ejercicio se desarrolle en el orden
familiar. Es este el logro de la virtud”.
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