jueves, 14 de abril de 2016

MUJER: RECREAR EL MUNDO


 
Por sus cualidades propias, la mujer puede transformar al mundo y hacer que vuelva la mirada a Cristo.

“La mujer tiene una actitud particular para transmitir la fe y, por eso, Jesús recurrió a ella para la evangelización. Así sucedió con la Samaritana que, después de haber aceptado la fe en Cristo, se apresura a comunicarla a los demás.”- Juan Pablo II

El apostolado es importante. Llevar el mensaje del amor de Cristo a otros nunca es fácil, pero la mujer tiene el regalo de unas cualidades muy típicas de ella para llevar el apostolado en femenino. Veamos algunas de ellas, desde el pensamiento del Vicario de Cristo.

La iniciativa humilde

Mujeres como Teresa de Calcuta dejó a muchas, el testimonio contundente de lo que puede llegar a lograr una mujer verdaderamente humilde. Esta gran mujer, siempre decía que su corazón pertenecía enteramente a Cristo y en sus conversaciones, al preguntarle sobre la mujer, animaba a todos a mirar a la Virgen, pues Ella, es el modelo por excelencia para el desarrollo de lo femenino.

Profundizando en María, cada vez que tengas tu tiempo de oración, pide por su consejo para revelarte el sentido pleno de tu feminidad. La iniciativa humilde innata en ti como mujer, saldrá a la luz al salir al encuentro de manera espontánea para hacer apostolado con tus amigas o personas que vayan llegando a tu vida.

Respeto a las personas

¿Te has fijado en la forma en que los varoncitos juegan cuando tienen, por ejemplo, un año de edad, dos a lo mucho? Y, ¿qué decir de las niñas? Mientras los niños utilizan la fuerza en los juegos, entre niñas el respeto siempre está presente. Se trata de otra cualidad innata femenina. El respeto, la conciencia de él, está anclada en lo profundo del corazón de la mujer.

La mujer sabe, muy dentro de sí misma, que su papel fundamental es unir, hacer paz, acoger al otro y esto lo manifiesta desde muy niña, a través de sus juegos. Como mujeres es muy importante que tomemos esto en cuenta a la hora de educar, es decir, aprovechar ese potencial en la niña mientras al mismo tiempo se va educando a los hijos varones también en este sentido.

Forma de compartir la fe

Cuando una mujer conoce el amor de Cristo, no puede quedarse callada. Debe salir corriendo a compartirlo tal y como lo hizo la Samaritana o María Magdalena cuando estuvo frente a Cristo resucitado.

Y es que la mujer que conoce al Señor se enamora, y ese amor es una llama enorme que tiene la capacidad de alcanzar a los otros e iluminarlos. La forma de compartir la fe en la mujer es distinta al hombre. Es también un regalo de Dios, pues no impone nada, sino prueba a través de cambios en la conducta y paz en la mirada, la transformación que solo el amor puede hacer en el interior de una persona.

Por eso la mujer es una privilegiada a la hora de orar por su marido, por sus hijos, por el mundo, porque es predilecta a los ojos de Dios; porque escogió a una de nosotras, Nuestra Santísima Madre, para traer a su hijo al mundo.

Conclusión

Es bueno, entonces, que nos fijemos en cómo la Virgen oraba, para que aprendamos de ella todo eso que nos falta para ser mujeres completas, apóstoles para la paz y defensoras de la familia.

El apostolado es una obligación gozosa, y la mujer cuenta con un potencial enorme para realizarlo con eficacia. Como pide la Iglesia en el Catecismo “los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y de la palabra. En los laicos, esta evangelización ‘adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo’ (Lumen Gentium 35).
Este apostolado no consiste sólo en el testimonio de vida; el verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con su palabra, tanto a los no creyentes… como a los fieles” (905 y 906).

SheilaMorataya-Fleishman

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