«Tenemos
que poner itinerarios y normas para el discernimiento»
Los obispos ya estudian cómo afectará la Amoris laetitia a la pastoral familiar en España.
El
cardenal Blázquez señala que la exhortación del Papa abre «unas posibilidades
inmensas» para acompañar a las familias. Monseñor Iceta, presidente de la
Subcomisión de Familia, pide formar a sacerdotes expertos en situaciones
irregulares
El Papa renuncia explícitamente
en Amoris laetitia a proponer recetas concretas en las líneas de trabajo
de la pastoral familiar, con la intención de que sea cada Iglesia particular la
que adapte las disposiciones generales pontificias a la realidad social de cada
país. Por eso, los obispos españoles han recogido el guante lanzado por el
Santo Padre y estudian ya cómo puede incorporar la Iglesia en España las
sugerencias esbozadas en la exhortación.
Porque aunque nuestro país cuenta
con uno de los planes de pastoral familiar más desarrollados de Europa, y
aplica desde hace años algunas ideas presentes en el documento del Papa, como
por ejemplo la de dotar de mayor extensión y contenido los cursos de preparación
al matrimonio, «el documento del Papa nos brinda unas posibilidades inmensas
para seguir profundizando en el acompañamiento a las familias y en la cercanía
a aquellas personas heridas, que más necesitan de la misericordia del Señor».
Así lo explica para Alfa y Omega el presidente de la Conferencia
Episcopal y arzobispo de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, que ayer
presentó el documento pontificio a sus fieles de la archidiócesis pucelana.
Novios
y matrimonios jóvenes
La exhortación estará presente en
la Asamblea Plenaria que todos los obispos celebrarán a partir del próximo
lunes. Por eso, hasta que no se reúnan de forma colegiada no será posible saber
cuáles serán los surcos principales, de todos los abiertos por el Papa, por los
que caminará la pastoral familiar en España. Sin embargo, el cardenal Blázquez
sí se atreve a adelantar que «una de las prioridades tendrá que ser preparar
mejor a los novios que se quieren casar, porque no se trata de dar unas cuantas
charlas, ni de ayudarles a preparar una celebración muy bella, sino de
ayudarles a profundizar en su camino de conversión a Cristo y a integrarse en
la comunidad». Y no solo hasta el momento de la boda, «también en los primeros
años de matrimonio, como queremos hacer con los nuevos sacerdotes, porque el
sacramento no es un punto y final, sino un punto y seguido».
El
matrimonio civil, ocasión de evangelizar
El presidente de la Subcomisión
para la Familia y Defensa de la Vida de la CEE, el obispo de Bilbao monseñor
Mario Iceta, explica que Amoris laetitia «es muy realista y aterriza en
los problemas concretos de la familia, abriendo un camino nuevo a la pastoral».
Monseñor Iceta, que fue uno de los obispos presentes en el último Sínodo,
explica que «una de las novedades pastorales, que toma de los padres sinodales,
es que al hablar de parejas de hecho entre hombre y mujer y de matrimonio
civil, el Papa explica que en estas realidades hay aspectos de verdad y bondad
que conviene acompañar e iluminar, para que vayan creciendo y descubriendo una
vocación mucho más grande. Así, las parejas de hecho y los matrimonios civiles
se presentan como lugares de Iglesia en salida, a los que acercarse
respetuosamente para hacer una propuesta de acompañamiento».
Formación
específica
Tal vez el mayor de los retos sea
el de abrazar a las personas en situación irregular, algo que en opinión de
monseñor Iceta debe hacerse desde las tres claves que da el Papa: acompañar,
discernir e integrar. «Poner itinerarios de discernimiento y establecer qué
preparación se requiere para discernir es un reto de primer orden. En el texto
aparecen muchos criterios (examen de conciencia, cómo quedaron el cónyuge
abandonado y los hijos, cuál es su situación actual dentro de la Iglesia…) y
ahora tendremos que articularlo claramente».
Además de desarrollar pautas y
criterios claros para los procesos de discernimiento «caso por caso», tal y
como pide el Papa, monseñor Iceta propone estudiar «cómo preparar a las
personas que acompañen estas situaciones, entendiéndolo como un ministerio
específico». Es decir, que para esa labor no servirá cualquiera, sino un grupo
de servidores bien formados capaces de «buscar la verdad ante Dios, con
seriedad, y en cada caso concreto».
José Antonio
Méndez
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