jueves, 11 de febrero de 2016

¿POR QUÉ LOS CRISTIANOS ESTÁN DESAPARECIENDO DE MEDIO ORIENTE? [¿QUIÉN ESTÁ REALMENTE ATRÁS DE ESTO?]


Los cristianos tienen pocas opciones para permanecer en Medio Oriente, ¿pero es la religión dominante hoy allí la que los quiere sojuzgados o son unos terroristas? La respuesta a esta pregunta es clave.

Podrían pagar el impuesto para la protección de los musulmanes o terroristas (según la versión), la jizya, y convertirse en ciudadanos de segunda categoría, dhimmis, pero eso no les asegura que puedan practicar la religión y permanecer a salvo por un tiempo razonable.

La narrativa occidental dice que no son los musulmanes lo que hacen esto sino terroristas que no son musulmanes, y como no pertenecen a una religión no tienen por qué perseguir a los cristianos, por lo tanto la narrativa hace la vista gorda al genocidio cristiano en el mundo musulman, especialmente al que hace el Isis o Estado Islámico.

LOS CRISTIANOS NO SON BIENVENIDOS

“Dhimmitud”, así como “sharia”, son palabras de la cual los occidentales eran ignorantes hasta no hace mucho tiempo.

La dhimmitud siempre implica un grado de subordinación bajo el dominio musulmán. Históricamente, el dhimmi acepta el estatus de segunda clase de como una alternativa a la conversión, la muerte o la esclavitud.

Por el privilegio de ser tolerado en tierras sometidas al profeta Mahoma, los cristianos, judíos, hindúes (cualquier infiel) renuncia a ciertos derechos.
Los dhimmis no pueden testificar contra los musulmanes. Ellos pagan una tasa especial, hasta el 80 por ciento del ingreso, llamado el “jizya”.

Es el pago permitido a los no musulmanes sobre sus negocios, para practicar su religión sin ser molestados, pero aun así sus “herejías” son mantenidas fuera de la plaza pública y sus iglesia despojada de cruces, campanas y símbolos identificadores.

Solamente un cristiano muy audaz muestra una Biblia o intenta un diálogo interreligioso en las calles de Riyadh, Tehran, Peshawar, Dearborn en Michigan.

Ni siquiera un Papa muy amable podría invitar a una crítica mutua sin inflamar los temperamentos altamente combustibles. Las críticas del Papa Benedicto XVI en el 2006 generaron violentas protestas y el asesinato de una monja y varios laicos, castigando al pontífice por su falta de sensibilidad.

Los gestos ecuménicos a partir del Concilio Vaticano II, la aprobación del Papa de la Gran Mesquita de Roma con siete acres donados, el beso del Corán por un Santo Pontífice, las expresiones de estima por el Papa Francisco han tenido escasa rentabilidad.

Los mulás permanecen silenciados en su defensa a cristianos. Mientras el almuecín llora en miles de mezquitas europeas y americanas llamando a la oración, ni una simple iglesia suena sus campanas en toda la Península Arábica.

Y no es de ahora, cuándo se le pidió al mordaz dictador Mussolini que firmara aprobando la primera mezquita en Italia, respondió: “Tan pronto como comience el trabajo de una iglesia Católica en la Meca”. Sabía de qué estaba hablando.

¿POR QUÉ ES ESTO?

Porque no está en la tradición musulmana el respeto hacia las otras religiones.

Pongamos el caso un sermón en la mezquita de Al Azhar (la mayor y más respetada Universidad Islámica), del clérigo egipcio Jeque Abdel Hamid Youssef Eid, que predicó que

“Dios ha infligido a la nación musulmana con un pueblo con el que Dios se ha enojado [Corán 01:07], y a quien maldijo [5:78] por lo que los hizo monos y cerdos [5:60]. Ellos mataron a los profetas y mensajeros [2:61 / 3:112] y sembraron la corrupción en la Tierra [5:33 / 5:64]. Ellos son lo más malo en la Tierra [5:62 / 63]”.

Si estás familiarizado con el Islam, sabrás que esos “cerdos y monos” son los judíos.

Y el Sheikh Yusuf al-Qaradawi, el líder espiritual de la Hermandad Musulmana, dijo en Al Jazeera TV, en enero de 2009,:

“A lo largo de la historia, Dios ha impuesto al pueblo [judío] que lo castigaría por su corrupción. El último castigo lo llevó a cabo Hitler. Con todas las cosas que les hizo a ellos – a pesar de que exageró en esta cuestión – se las arregló para ponerlos en su lugar. Este era un castigo divino para ellos. Por voluntad de Alá, la próxima vez será de mano de los creyentes”.

Y esto es una buena parte de la causa por la que una nueva ola de antisemitismo recorre Europa.

Son indignantes estos ejemplos, pero no son en absoluto excepcionales. Ve a la página web de la Middle East Media Research Institute, cualquiera puede leer los vituperios casi a diario contra los judíos y los cristianos que aparecen en los medios musulmanes.

¿Hay alguien en cualquier parte del mundo musulmán que pida disculpas por alguna de estas afirmaciones? Si no es así, ¿por qué no?

¿Y en occidente? ¿Por qué no es así?

Por ejemplo hace un par de años el Presidente Obama dijo en una Reunión nacional de Oración:

“El futuro no pertenece a aquellos que difaman al profeta del Islam”.

¿Pero en caso de los que difaman a los judíos y cristianos? No dijo nada, ni los líderes occidentales tampoco.

LO QUE SUCEDE ESTÁ EN LA BASE DOCTRINAL DEL ISLAM

La desigualdad es el resultado de varias cosas.

En primer lugar, el Islam es una fe supremacista, que considera a todas las revelaciones anteriores inferiores y defectuosas.

En el Corán, los judíos están malditos para siempre. En la escatología musulmana, Cristo regresa al final del tiempo para quebrar la cruz y convertir a los cristianos al Islam por la espada.

En segundo lugar, y lo más importante, el Islam no reconoce la libertad de conciencia, por lo que no reconoce la libertad de religión.

Como el erudito pionero del Islam, Ignaz Goldziher, señaló hace muchos años, no había ni siquiera una palabra para la conciencia en árabe. (La palabra damir se utiliza hoy en día para este propósito, aunque no significa literalmente conciencia.)

Si uno no tiene una concepción de la libertad de conciencia, la cual está totalmente ausente de la corriente principal del Islam [por lo menos sunita], no se puede tener en alta estima las decisiones que otros han hecho por otras religiones – y mucho menos permitir que uno de los suyos se convierta.

Esto no quiere decir que el Islam no tenga un sentido moral, sino que su sentido moral se deriva únicamente de su propia revelación, y en absoluto de la razón. El principio de la jurisprudencia islámica es: “la razón no es un legislador”.

En otras palabras, no considera la razón como base legítima para discernir la moralidad o para elegir una religión.

Mohammed al-Ghazali (1058-1111 dC), considerado por muchos musulmanes como el segundo después de Mahoma en importancia, dijo que la razón sólo puede conocer el interés propio. También aconsejó que “la mente, una vez que testifica la veracidad del profeta, debe cesar de actuar”.

Si la razón no puede independientemente conocer el bien del mal, ¿cómo puede ser de confianza para conocer la verdadera religión de la falsa?

La integridad de la razón es esencial para la libertad de conciencia. Sin ella, la conciencia no significa nada – y es por lo qué tantos musulmanes ven la conversión fuera del Islam, como necesariamente, un acto de perversión que debe ser castigado.

La inviolabilidad de la conciencia tiene como fuente última la idea del hombre como creado a imagen y semejanza de Dios.

Esta imagen incluye la capacidad de la razón para llegar a conocer la verdad y la capacidad de la voluntad para elegirla libremente.

En el Islam, es una blasfemia decir que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, la noción de los derechos inalienables es ajena a él.

En última instancia, el respeto a las otras religiones no se basa en el contenido de esas religiones, se basa en el respeto por los seres humanos en la medida en que poseen derechos inalienables, especialmente la libertad de conciencia.

Esta comprensión nos ayuda a entender por qué, en el Islam, la denigración de las religiones es el estándar, y por qué no se les ocurriría a muchos musulmanes que esto sea un problema.

Y esto lleva a los martirios que tienen los cristianos en las áreas dominadas por musulmanes.

LOS PADECIMIENTOS DE LOS CRISTIANOS EN LAS ZONAS MUSULMANAS

Los cristianos expuestos en medio a una población musulmana numéricamente dominante, no llegan muy lejos sin enfrentarse a un encuentro desagradable.

¿Cuán desagradable?

Los lectores pueden recordar estas impactantes noticias en sitios webs cristianos y en documentos o notas que no son normalmente de noticias;

una pareja cristiana marginada en Lahore: después de ser envuelto en algodón y con sus piernas quebradas fueron arrojados a un horno por una turba musulmana; un pequeño niño, acostado en un campamento con su padre relata como uno de los leales a ISIS usó un taladro eléctrico; quince cristianos refugiados de Túnez, forzados por sus contrapartes musulmanas a tirarse de la lancha u ahogarse (los carabineros italianos que pusieron a los asesinos en una cárcel de Palermo sospechan que tales ahogamientos son comunes, pero contabilizar los cadáveres no es posible dado que las muertes ocurren en el mar)”.

Es difícil mantenerse al tanto de las noticias de “último momento” sobre estas barbaridades.

Sin haber pasado dos semanas del año nuevo, un asaltante “insipirado” por el ISIS, disparó a un Oficial de Policía de Filadelfia en su coche de patrulla (él era culpable de hacer cumplir las leyes “contrarias al Corán” según el alcalde de la ciudad).

En una estación de tren de Colonia, una turba de más de mil inmigrantes del norte de África o árabes atacaron a cientos de mujeres alemanas durante la víspera de la celebración de Año Nuevo. Unas 500 víctimas han presentado denuncias de acoso sexual. Y los alcaldes de Colonia y Filadelfia llamaron a la prensa para asegurar a los ciudadanos nerviosos que esto no tenía nada que ver con el Islam.

Y entre que escribo este artículo, se publica y lo lees, seguramente habrán pasado varias atrocidades más.

Tales horrores en pequeña escala, funcionan como nada más que viñetas en el cuadro más grande de más de un millón de cristianos que huyen de Siria e Irak. Se van con sólo la ropa que llevaban puesta, sus casas han sido marcadas con la “N” por “Nazareno”.

La “yizya” (el impuesto islámico para poder seguir siendo cristiano) debe parecer un alivio en comparación con las violaciones en masa, la esclavitud sexual, decapitaciones en fiestas en la playa, los asados en jaulas, y las crucifixiones desde el surgimiento del Estado Islámico.

¿Pero es tal el salvajismo representante del verdadero Islam?

Para que los cristianos no se sientan superiores, el Santo Padre advierte que cada fe tiene sus pequeños grupos, fundamentalistas.

Sin embargo, todavía alguien nos tiene que mostrar a los fundamentalistas cristianos que queman, ahogan o perforan a los musulmanes por ser musulmanes; no te quepa duda que lo publicaríamos en primera plana.

También nos tendrían que mostrar a musulmanes ametrallados por cristianos en salas de conciertos abarrotadas o en reuniones de oficina o en supermercados.

LA ENSEÑAZA Y LA PRÁCTICA CRISTIANA NO LA REGISTRAN LOS GRANDES MEDIOS

El credo cristiano enseña que el cristiano y el no creyente, el trigo y la cizaña, deben existir juntos hasta la sentencia del juicio por Dios. San Agustín refuerza esta doctrina de la tolerancia cuando escribe sobre la Ciudad de El hombre y la Ciudad de Dios, ambos perdurables hasta el final de los tiempos.

Mientras se debería recordar que el profeta Mahoma dividió al mundo en la Casa del Islam y la Casa de la Guerra. Dentro de la Casa de la Guerra, los fieles de Allah han de “matar al incrédulo donde quiera que lo encuentren”.

En comparación, Nuestro Señor ordenó a sus discípulos “hacer el bien a sus enemigos”.

Si los cristianos han escandalizado al mundo al vivir de acuerdo con su credo, los musulmanes a menudo han llenado ese mundo en un campo de sangre. Cerrar los ojos a esta diferencia no es tolerancia, es ceguera.

Una buena parte de los cristianos que consumen noticias son conscientes de la persecución por parte de “extremistas”.

Pero no vemos a los grandes medios occidentales titular sobre este tema, sólo la revista Newsweek publicó un artículo sobre la persecución cristiana en Oriente Medio a principios del año pasado.

Kirsten Powers, una reciente conversa al catolicismo, ha escrito sobre las atrocidades contra los cristianos. Y solo 10 senadores norteamericanos han instado al secretario de Estado John Kerry, incluir a los cristianos de medio oriente en el estatus de genocidio. No lo hizo, a pesar que Kerry se llama cristiano practicante a sí mismo.

Tales intentos de dar a conocer el holocausto cristiano deben ser alabados.

Pero ¿dónde están los 200 coloquios nacionales, en París, los espectáculos de luz en la fachada de la Basílica de San Pedro y la Casa Blanca, los sínodos y encíclicas que podrían elevar la notoriedad de este “problema” al nivel del promocionado cambio climático?

De la misma forma, el arzobispo Warda de Irak lamentó que la principal preocupación para el gobierno de Estados Unidos y los medios de comunicación, no sea el martirio de los cristianos sino preservar la imagen del Islam: “Lo que están diciendo es ‘este no es el verdadero Islam, esto está violando la imagen del Islam’”.

Tal vez es hora que todos los cristianos que están en la política, medios de comunicación, en el púlpito y en las bancas juzguen estas atrocidades contra los cristianos y reconozcan que están casi siempre cometidas por aquellos que pronuncian el nombre de Dios con dos sílabas. ¿O el “quien soy yo para juzgar” también ha llegado a este tema?

La verdad acerca de los cristianos en Oriente Medio es que se enfrentan a la exterminación por los musulmanes y eso no se puede barrer debajo de la alfombra.

FUENTES:


Foros de la Virgen Maria

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