Para
miembros de grupos.
Nada
de hipótesis, nada de conjeturas, nada de situaciones artificiales o de
posibilidades abstractas o imaginarias. Se trata de aquí y ahora, tu persona…
tu caso.
Si
se trata de un problema tuyo, y tienes el valor y la confianza de pronunciarte
en medio de tu grupo… ¡hazlo! Ahora, si no quieres o no puedes hacerlo,
representa el papel como si el problema fuera de otra persona y habla,
cuéntanos y responde como te imagines que la persona con el problema lo haría.
El
encuentro ha de ser siempre de persona a persona y en el tiempo presente. El
mejor enfoque para entender y resolver un problema es vivirlo. Nadie te dirá lo
que debes hacer, nadie tomará en tu nombre decisiones que sólo a ti te
corresponde tomar.
Puede
haber consejos, reacciones, e incluso teoría y doctrina, pero… la decisión
final nunca la podrá tener otra persona… solo tú.
NO
HAGAS DAÑO A NADIE Y AYUDA A QUIEN PUEDAS
¿Quién
decide ahora que es daño y que es ayuda a mi prójimo en estas circunstancias?,
y si no puedo decidir esto ¿cómo voy a definir mi conducta para con él? Si soy
yo quien decide lo que le conviene o lo que no le conviene a mi prójimo, me
convierto en juez de su vida, que es precisamente lo que queremos evitar. Nadie
es buen juez en su propia causa, ni mi prójimo de la suya.
Pero…
ya que yo o mi prójimo decidimos hablar y contar todo, hagámonos primeramente
estas preguntas: ¿es verdad que no sabemos la respuesta para la solución de
nuestro problema? ¿vale la pena preocuparse por alguien que en el fondo no lo
desea solucionar?
De
repente nosotros estamos más preocupados por el problema del prójimo que el
mismo.
Preguntémonos:
¿el problema es realmente de otra persona o nuestro? Y por último ¿nos
atreveremos a encararlo totalmente con valentía hasta encontrar la solución?
Grupo
Católico de Oración por los Enfermos – Sí Señor.
José
Miguel Pajares Clausen
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