domingo, 22 de marzo de 2015

DE LA VIRGINIDAD EN EL NUEVO TESTAMENTO (1). HOY, LOS EVANGELIOS


En los Evangelios existe una doble referencia al tema de la virginidad. El primero es el que se refiere a la madre de Jesús, María, en los libros de Mateo y de Lucas, no así en cambio, en los de Marcos y Juan, tema que ha hecho correr ríos de tinta y que no es objeto propiamente de este capítulo.

“El origen de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. […] Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel” (Mt. 1, 18-23).

“Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 26-27).

Existe también una alusión clara de Jesús. Es aquella en la que aparentemente hablando de sí mismo, dice Jesús (en el Evangelio de Mateo y sólo en él, por cierto):

“Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que fueron hechos tales por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda” (Mt. 19, 12)

Un afirmación que, referida en este caso a la virginidad masculina, podemos considerar la primera de naturaleza tal en la Biblia –en la Biblia cristiana, bien entendido, que añade el Nuevo Testamento al Antiguo, no a la Biblia judía que sólo recoge aquél-, la cual, como se sabe, en ninguno de sus epígrafes recoge exaltación alguna hacia derivada tal de la virginidad. Y que además, ni siquiera parece contener invitación ninguna a practicarla, sino una mera información de que algunas personas, por el Reino de los Cielos, lo hacen. La exégesis ha tendido de manera casi unánime a pensar que Jesús habla de sí mismo en ese pasaje, y aunque no parece que cuando Jesús pronuncia las palabras lo tenga en mente, ha servido también para ofrecer un argumento al celibato sacerdotal.

Y bien queridos amigos, que tengan Vds. un feliz domingo y que hagan mucho bien y no reciban menos. Nos vemos en la columna.

Luis Antequera

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