El otro
día me preguntaba mi amiga Asünchen
qué es eso que ha hecho España en América para que los españoles debamos estar
orgullosos de haber compartido nuestra historia con los americanos durante tres
completos siglos en los casos en que menos, y durante más de cuatro en los
casos en que más… ahí es nada.
Y la verdad es que la labor ha sigo ingente. Para empezar, el propio descubrimiento en sí, una obra de titanes sólo al alcance, en el siglo XV y XVI en que se produjo, de los navegantes españoles, que unieron a su pericia y talento, su fortaleza, su confianza ciega en sí mismos y en Dios, su arrojo, su instinto y su valentía. Posibilitando el descubrimiento de mucho más de la mitad del planeta (puede Vd. pinchar aquí para conocer un ejemplo, o aquí, o aquí), y poniendo en contacto a todos los habitantes del planeta, todos los cuales desconocían la existencia de “los demás”.
En segundo lugar, la evangelización del continente, lo que más allá de cuestiones relacionadas con la autenticidad de la religión que los misioneros españoles expandieron por el mundo hasta convertirla en la que profesan uno de cada tres habitantes del planeta, tiene una doble consecuencia: el despojar a los habitantes americanos de las religiones opresoras supersticiosas y canibalistas que profesaban, y el proveerles de la religión que ha hecho posible los derechos individuales, la responsabilidad individual, la libertad de los seres humanos en el mundo y finalmente la democracia.
En tercer lugar el mestizaje, convirtiéndose el español en un caso bastante extraordinario de mestizaje con los nativos del lugar por comparación a las potencias coloniales del momento histórico y aún posterior (británicos, franceses, holandeses), fenómeno que tuvimos ocasión de analizar en su día y que les propongo recordar sin más que pinchar aquí, hasta crear una nueva raza que hoy no es ni española ni americana.
En cuarto lugar la aportación de una lengua franca que hiciera posible la comunicación en un territorio donde las lenguas eran tribales e imposibilitaban la comunicación entre una tribu y su vecina (pinche aquí y conocerá la situación prehispánica en algunos países hispanoamericanos, o aquí para conocer la situación en Filipinas, sólo a modo de ejemplo). Una lengua que gracias a esa labor desarrollada en los siglos XVI y XVII es hoy uno de los principales vehículos de comunicación existentes en el planeta.
En quinto lugar la labor fundadora de ciudades por todos los lugares por donde los españoles pasaron, un rastro de lo cual permanece en todos los toponímicos españoles repartidos por el Atlántico y el Pacífico (pinche aquí para conocer sólo una muestra de la misma).
Y en sexto lugar, la divulgación de los avances científicos y de la cultura a través de las primeras universidades fundadas por los misioneros españoles, a modo de ejemplo ésta, o ésta.
Todo esto para empezar a hablar, pero seguro que si piensan Uds. en ello, hallan todavía muchas buenas razones para enorgullecerse de la labor que entre los siglos XV y XIX desarrollaron los españoles en más de medio planeta.
Y la verdad es que la labor ha sigo ingente. Para empezar, el propio descubrimiento en sí, una obra de titanes sólo al alcance, en el siglo XV y XVI en que se produjo, de los navegantes españoles, que unieron a su pericia y talento, su fortaleza, su confianza ciega en sí mismos y en Dios, su arrojo, su instinto y su valentía. Posibilitando el descubrimiento de mucho más de la mitad del planeta (puede Vd. pinchar aquí para conocer un ejemplo, o aquí, o aquí), y poniendo en contacto a todos los habitantes del planeta, todos los cuales desconocían la existencia de “los demás”.
En segundo lugar, la evangelización del continente, lo que más allá de cuestiones relacionadas con la autenticidad de la religión que los misioneros españoles expandieron por el mundo hasta convertirla en la que profesan uno de cada tres habitantes del planeta, tiene una doble consecuencia: el despojar a los habitantes americanos de las religiones opresoras supersticiosas y canibalistas que profesaban, y el proveerles de la religión que ha hecho posible los derechos individuales, la responsabilidad individual, la libertad de los seres humanos en el mundo y finalmente la democracia.
En tercer lugar el mestizaje, convirtiéndose el español en un caso bastante extraordinario de mestizaje con los nativos del lugar por comparación a las potencias coloniales del momento histórico y aún posterior (británicos, franceses, holandeses), fenómeno que tuvimos ocasión de analizar en su día y que les propongo recordar sin más que pinchar aquí, hasta crear una nueva raza que hoy no es ni española ni americana.
En cuarto lugar la aportación de una lengua franca que hiciera posible la comunicación en un territorio donde las lenguas eran tribales e imposibilitaban la comunicación entre una tribu y su vecina (pinche aquí y conocerá la situación prehispánica en algunos países hispanoamericanos, o aquí para conocer la situación en Filipinas, sólo a modo de ejemplo). Una lengua que gracias a esa labor desarrollada en los siglos XVI y XVII es hoy uno de los principales vehículos de comunicación existentes en el planeta.
En quinto lugar la labor fundadora de ciudades por todos los lugares por donde los españoles pasaron, un rastro de lo cual permanece en todos los toponímicos españoles repartidos por el Atlántico y el Pacífico (pinche aquí para conocer sólo una muestra de la misma).
Y en sexto lugar, la divulgación de los avances científicos y de la cultura a través de las primeras universidades fundadas por los misioneros españoles, a modo de ejemplo ésta, o ésta.
Todo esto para empezar a hablar, pero seguro que si piensan Uds. en ello, hallan todavía muchas buenas razones para enorgullecerse de la labor que entre los siglos XV y XIX desarrollaron los españoles en más de medio planeta.
Luis
Antequera
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