martes, 29 de abril de 2014

HISTORIA DE UN PLÁTANO


Si Alves, el domingo en el campo del Villarreal, no hubiera recogido el plátano del suelo y se lo hubiese comido, habría pasado inadvertido como un objeto más de los que los estúpidos lanza a los campos de fútbol. Alves fue inteligente y su gesto ha servido para que todo el mundo tome conciencia de que el racismo sigue vivo en nuestra sociedad. Lo que no deja de ser una anécdota, revela algo más profundo. Seguimos sin aceptar la diferencia. Para algunos, el color de la piel sigue siendo un motivo de superioridad o de inferioridad. Y, lo más grave, en los países europeos crecen los partidos xenófobos y se sigue culpando a la inmigración de los males económicos. Los arrancamos de sus países para convertirlos en esclavos y, ahora, cuando quieren venir voluntariamente, los rechazamos. Fuimos un país de emigrantes y ahora no aceptamos la inmigración.

Ojalá el plátano que se comió Alves ayude a que todos reflexionemos sobre nuestra intolerancia y nuestra estupidez.

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