martes, 29 de abril de 2014

DE SU CORAZÓN SALEN DOS RAYOS...



Al canonizar a Juan Pablo II y a Juan XXIII en un domingo de la Divina Misericordia (el primer domingo después del de Pascua), el Papa Francisco ha reforzado la ligazón entre el Papa polaco y una devoción que se ha internacionalizado con inusitada rapidez, la de la Divina Misericordia, originada en las visiones de Santa Faustina Kowalska.

La película de Jerzy Łukaszewicz consigue atrapar el núcleo de esta espiritualidad luminosa con una película luminosa.

Es una espiritualidad centrada en lo visual: un cuadro, dos rayos, una luz... pasa por los ojos, y en la película, los ojos son los de Santa Faustina, y la luz, la de Jesús.

Toda película ha de mostrar un conflicto. En este caso, cuando Faustina entra en el monasterio de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Piedad, descubre que las buenas obras y los ayunos conviven con debilidades humanas: celos, mezquindad, orgullo, pereza. Ella se queda y se esfuerza en los trabajos de la panadería del monasterio.

Entonces recibe de Dios la gracia de las visiones en las que ve a Cristo y cómo "de su corazón salen dos rayos, uno pálido, otro rojo...."

Es una película centrada en un espacio cerrado -un monasterio- que sin embargo está llena de paisajes excepcionales que ensanchan el alma. La música guía la profundización en su mensaje. No es una película para ver con prisas, sino para degustar muy tranquilo.

La hermosa actriz, Dorota Segda, supo dar un rostro espiritual a la santa y recibió por este papel el premio a la mejor actriz del Festival de Gdynia.

El 30 de abril del año 2000 San Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina Kowalska. En la homilía, el Papa dijo: “entre la primera y la segunda guerra mundial, Cristo le confió su mensaje de misericordia. Quienes recuerdan, quienes fueron testigos y participaron en los hechos de aquellos años y en los horribles sufrimientos que produjeron a millones de hombres, saben bien cuán necesario era el mensaje de la misericordia”.

Y añadió: ”Jesús dijo a sor Faustina: ‘La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina’ (Diario, p. 132). No es un mensaje nuevo, pero se puede considerar un don de iluminación especial, que nos ayuda a revivir más intensamente el evangelio de la Pascua, para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Esta devoción se ha difundido a través del rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia, con los iconos del cuadro de Jesús con los dos rayos en el pecho, con la breve jaculatoria “Jesús confío en ti”, con santuarios y movimientos dedicados a la divina misericordia y con ediciones del diario de Santa Faustina y la mayor popularidad de su persona.

En otra homilía, el 22 de abril de 2001, Juan Pablo II señalaba el centro de esta devoción: "Jesús en ti confío...Tú ardes del deseo de ser amado, y el que sintoniza con los sentimientos de tu corazón aprende a ser constructor de la nueva civilización del amor. Un simple acto de abandono basta para romper las barreras de la oscuridad y la tristeza, de la duda y de la desesperación. Los rayos de tu misericordia divina devuelven la esperanza."

La simbología de los rayos la habría explicado el mismo Jesús en una de sus locuciones a Santa Faustina, que la anotó así: "Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas...Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios." (Diario #299, p.153)

[El Diario de Santa Faustina, en español en PDF AQUÍ ]

Juan Pablo II, al consagrar el principal santuario de la Divina Misericordia el 17 de agosto de 2002, explicaba también la necesidad de misericordia en nuestros días.

"Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por los pecados nuestros y del mundo entero; por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario, 476, ed. it., p. 193). De nosotros y del mundo entero... ¡Cuánta necesidad de la misericordia de Dios tiene el mundo de hoy! En todos los continentes, desde lo más profundo del sufrimiento humano parece elevarse la invocación de la misericordia. Donde reinan el odio y la sed de venganza, donde la guerra causa el dolor y la muerte de los inocentes se necesita la gracia de la misericordia para calmar las mentes y los corazones, y hacer que brote la paz. Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el amor misericordioso de Dios, a cuya luz se manifiesta el inexpresable valor de todo ser humano. Se necesita la misericordia para hacer que toda injusticia en el mundo termine en el resplandor de la verdad”.
ReL

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