miércoles, 20 de marzo de 2013

POBRE GATO


Queridos amigos, he descubierto en mí un nuevo pecado. Se trata de un pecado retorcido, oculto y enrevesado. Cuando veía al nuevo Papa todos estos días, de forma inconsciente me venían pensamientos del tipo yo haría esto, yo haría lo otro, yo diría esto, y así. No es que consintiera demasiado en esos pensamientos. No los aceptaba abiertamente. Pero tampoco los combatía con decisión.

En la frialdad de ese combate, he descubierto que se esconde en el fondo un deseo de compararme. En esos pensamientos subconscientes, en el fondo, subyace una sutil idea que se resume en yo lo haría mejor. Ya veís hasta junto al oído de un pobre presbítero se puede agazapar el demonio de la soberbia más alta. En mí el pecado era más de omisión. Pero en mi falta de lucha, estaba esa falta. Una vez que me he hecho consciente, me he arrepentido.

No hay que permitir jamás-jamás pensamientos del tipo yo lo haría de otra manera. Eso vale para todos los oficios, para todas las oficinas, para todos. Qué fea es la soberbia aunque se vista de las más engañosas telas. Ya tenemos bastante con hacer bien lo poco que tenemos que hacer. El día que hagamos bien nuestras tareas, podremos mirar más arriba. Pero, sin duda, otros sí que podrían hacer mucho mejor lo que nosotros hacemos.

Publicado por Padre Fortea

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