miércoles, 20 de marzo de 2013

LA GUERRA SANTA EN EL ISLAM (AL-YIHAD)


En el Corán (Sura 9:123) “Creyentes; Combatid contra los infieles que tengáis cerca. Que os encuentren duros. Sabed que Dios está con los que Le temen”.

El Shej Saudí `Abdul Raђman bin Naşr Al- Sa`dy, un “sabio” musulmán e intérprete del Corán en su libro “Tafsir Kalam Al- Manan”, p. 356, explicando este versículo dice: “La guerra santa en el Islam, no siendo un deber personal, sino deber colectivo, concepto que no se fijó hasta después de la muerte del Profeta, la guerra santa (Ŷihad), no se cuenta generalmente entre las obligaciones fundamentales. Asumida por un número limitado de miembros de la comunidad, debe dirigirse contra los pueblos infieles vecinos del territorio del Islam, pero éstos, antes de ser combatidos, deben ser invitados a convertirse. Si aceptan, formaran parte de la comunidad; si no, serán conquistados por la fuerza o por capitulación. En el primer caso, el jefe tiene todos los poderes sobre los prisioneros de guerra, y los bienes confiscados constituirán el botín que se distribuirá a los soldados (salvo una quinta parte, la parte de Dios que se distribuye a los necesitados). En el segundo caso, judíos y cristianos, en calidad de gentes del libro, gozaran de un estatuto privilegiado y conservaran el libre ejercicio de su culto, mediante el pago de un impuesto de capitación (Ŷizia). Diversas sectas fueron asimiladas a esta categoría de protegidos, incluso algunos idólatras, como los hindúes. Además, debían pagar un impuesto territorial sobre los bienes inmuebles que les restaban, y quedaban sometidas a algunas obligaciones e interdicciones”.

El Islam, permite luchar en defensa propia, en defensa de la religión, o a favor de aquellos que han sido expulsados a la fuerza de sus hogares. El Islam establece reglas escritas de combate que incluyen prohibiciones contra el ataque a ciudadanos civiles y la destrucción de cosechas, árboles o ganado. Los musulmanes piensan que la injusticia triunfaría en el mundo si no existieran hombres buenos dispuestos a arriesgar su vida por una causa justa. (Sura 2:190) “Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no os extralimitéis. Dios no ama a los transgresores”.

Este ejemplo demuestra lo difícil que resulta sacar una legislación de todo un conjunto de textos que se fueron proclamando a medida que se presentaban las circunstancias. Después de haber soportado su suerte en La Meca en donde eran más débiles, los musulmanes levantaron cabeza en Medina. Un versículo les permitió entonces comenzar la guerra (Sura 22:39) “Les está permitido a quienes son atacados, porque han sido tratados injustamente. Dios es, ciertamente, poderoso para auxiliarles”.

Se trataba de la guerra contra los paganos de La Meca, es decir de no musulmanes. Porque en teoría es inconcebible la guerra entre musulmanes, aunque haya existido y el Corán exhorte a los beligerantes a reconciliarse en dichos casos (Sura 49: 9) “Si dos grupos de Creyentes combaten unos contra otros, reconciliadles, y, si uno de ellos oprime al otro, combatid contra el opresor hasta reducirle a la obediencia de Dios. Y cuando sea reducido, reconciliadles de acuerdo con la justicia y sed equitativos, Dios ama a los que observan la equidad”.

Se trató primero de una escaramuza con una caravana mequí, en el transcurso de la cual los musulmanes violaron un territorio sagrado, acto juzgado severamente por las costumbres de entonces. Una revelación los tranquilizó, declarando concretamente: (Sura 2:217) “Te preguntan sí está permitido combatir en el mes sagrado. Di: Combatir en ese mes es pecado grave. Pero apartar del camino de Dios y negarle y de la Mezquita Sagrada y expulsar de ella a la gente es aún más grave para Dios, así como tentar es más grave que matar. Si pudieran, no cesarían de combatir contra vosotros hasta conseguir apartaros de vuestra fe. Las obras de aquellos de vosotros que apostaten de su fe y mueran como infieles serán vanas en la vida de acá y en la otra. Esos moraran en el fuego eternamente”.

En su situación de desterrados, su guerra fue al principio defensiva, pasando, poco a poco, a ser ofensiva en contra de otros adversarios. Pero, una vez desatadas las hostilidades, los musulmanes tienen que llegar hasta el fondo para que cesen las persecuciones y domine la religión de Dios, e incluso tienen que combatir para ayudar a las minorías musulmanas oprimidas (Sira 4:75) “¿Por qué no queréis combatir por Dios y por los oprimidos; hombres, mujeres y niños, que dicen: Señor sácanos de esta ciudad de impíos habitantes. Danos un amigo designado por Ti. Danos un auxiliar designado por Ti?”

Dios les promete la victoria; los que mueran en la lucha recibirán el paraíso (Sura 9:111) “Dios ha comprado a los Creyentes sus personas y su hacienda, ofreciendo, a cambio el Jardín. Combaten por Dios matan o les matan. Es una promesa que Le obliga, verdad, contenida en la Torra, en el Evangelio y en el Corán. Y ¿quién espeta mejor su alianza que Dios? Regocijaos por el trato que habéis cerrado con Él. Ese es el éxito grandioso”.

El Corán recuerda en varias ocasiones diversos episodios bélicos: Badr, Oђod, el Foso, etc. Y finalmente, cuando el Islam comenzó a demostrar su superioridad militar, se dio la orden de luchar hasta el fin (Sura 9:13-15) “¿Cómo no vais a combatir contra gente que ha violado su juramento, que hubiera preferido expulsar al Enviado y os atacó primero? ¿Les tenéis miedo, siendo así que Dios tiene más derecho a que Le tengáis miedo? Si es que sois Creyentes. Combatid contra ellos, Dios les castigará a manos vuestras y les llenará de vergüenza, mientras que a vosotros os auxiliará contra ellos, cuando así los pechos de gente Creyente. Y desvaneciendo la ira de sus corazones. Dios se vuelve hacia quien Él quiere. Dios es omnisciente, sabio”.

El Corán se muestra severo con quienes se niegan a financiar las guerras de la comunidad o intentan dispensarse del servicio sin razones; pero excusa a los que son demasiado pobres para equiparse; (Sura 9:81) “Los dejados atrás se alegraron de poder quedarse en casa en contra del Enviado de Dios. Les repugnaba luchar por Dios con su hacienda y sus personas y decían: No vayáis a la guerra con este calor. Di: El fuego de la gehena en aún más caliente. Si entendieran”. Se prevé la exención del servicio para los ciegos, los cojos, los enfermos (Sura 48:17) “No hay por qué reprochar al ciego, al cojo o al enfermo. Y a quien obedezca a Dios y a su Enviado, Él le introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos. A quien, en cambio, vuelva la espalda, Él le infligirá un castigo doloroso”. Otros textos hablan del botín, de la suerte reservada a los prisioneros (Sura 47:4) “Cuando sostengáis, pues, un encuentro con los infieles, descargad los golpes en el cuello hasta someterlos. Luego, devolvedles la libertad, de gracia o mediante rescate, para que cese la guerra. Es así como debéis hacer. Si Dios quisiera, se defendería de ellos, pero quiere probaros a unos por medio de otros. No dejará que se pierdan las obras de los que hayan caído por Dios”.

Del combate en territorios o en tiempos sagrados. Si el enemigo pide la paz, hay que escucharle, (Sura 8:61) “Si, al contrario, se inclinan hacia la paz, inclínate tú también hacia ella y confía en Dios. Él es Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe”. Pero que los musulmanes no pidan la paz si son los más fuertes; (Sura 47:35) “No flaqueéis, pues, invitando a la paz, ya que seréis vosotros los que ganen. Dios está con vosotros y no dejará de premiar vuestras obras”.

Hay que combatir a los cristianos y a los judíos hasta que acepten el estatuto especial que les está reservado; (Sura 9:29) “Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Dios ni en el último Día, ni prohíben lo que Dios y su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente”. En todo caso, el Islam tiene que suplantar finalmente a las demás religiones por la paz, si preciso mediante la guerra; (Sura 9:33) “Él es Quien ha mandado a su Enviado con la Dirección y con la religión verdadera para que, a despecho de los asociadotes, prevalezca sobre toda otra religión”. Esta serie permite justificar casi todas las medidas habituales de guerra que cualquier gobierno se vea obligado a tomar. Un punto está claro; la comunidad musulmana tiene que prepararse para cualquier eventualidad y armarse debidamente; (Sura 8:60) “Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Dios y vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Dios conoce. Cualquier cosa que la causa de Dios os será devuelta, sin que seáis tratados injustamente”.

¿Qué dice la Biblia o Jesús del enemigo?

Jesús dijo en el sermón del monte, aconsejando sus seguidores en (Mateo 5:21,38-48) “Oyeron que se dijo a los de la antigüedad: No debes asesinar; pero quienquiera que cometa un asesinato será responsable al tribunal de justicia. Oyeron ustedes que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Sin embargo, yo les digo: No resistan al que es inicuo; antes bien, al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y si alguna persona quiere ir al tribunal contigo y hacerse dueño de tu prenda de vestir interior, deja que se lleve también tu prenda de vestir exterior; y si alguien bajo autoridad te obliga a una milla de servicio, ve con él dos millas. Da al que te pida, y no le vuelvas la espalda al que quiera pedirte prestado sin interés. Oyeron ustedes que se dijo: Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo. Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen; para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos, ya que él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen? ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones? Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.

Con actitud muy indiferente, Jesús nunca uso la violencia, ni si quiere contra los quien querían matarle; (Mateo 26:46-56) “Levántense, vámonos. ¡Miren! El que me traiciona se ha acercado”. Y mientras todavía hablaba, ¡mire!, vino Judas, uno de los doce, y con él una gran muchedumbre con espadas y garrotes, de parte de los sacerdotes principales y de los ancianos del pueblo. Ahora bien, el que lo traicionaba les había dado una señal, diciendo: Al que bese, ese es; deténganlo. Y yendo directamente a Jesús, dijo: ¡Buenos días, Rabí!, y lo besó muy tiernamente. Pero Jesús le dijo: Amigo, ¿con qué propósito estás presente?”. Entonces se adelantaron y echaron mano a Jesús y lo detuvieron. Pero, ¡mire!, uno de los que estaban con Jesús “Simón, Pedro”, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo al esclavo del sumo sacerdote que se llamaba “Malco”, le quitó la oreja derecha, Jesús tocó la oreja y lo sanó. Entonces Jesús le dijo a Pedro: Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada”.

Raad Salam Naaman, Todo sobre el Islam, Editorial Monte Riego, España- León, 2013.

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