El año pasado por estas fechas
estaba sumergido de lleno en la preparación de un Seminario de Vida en el
Espíritu. Creo recordar que comenzó el 10 de abril. Entonces todo era una
incógnita. La parroquia de hecho estaba
muerta. La asistencia a misa dominical había aumentado un poco pero
había muy poca vida de parroquia. Solo la catequesis y los fieles
incombustibles que hay, gracias a Dios, en todas las parroquias, con mayoría
abrumadora de fieles-ellas, incombustibles.
Hacer un seminario de vida en el
espíritu fue apostar por dejar la iniciativa al Espíritu Santo. Desde que llegué a la parroquia me sobraban
ideas y proyectos pero me faltaba gente. No gente, sino cristianos.
Cristianos llenos del Espíritu Santo, capaces de sostener la vida de la
parroquia. Y yo no era capaz de “atraerlos”.
El día que comenzó el seminario,
que iba a durar 7 semanas, preparé una sala para 30 personas, 20 “nuevos”
contando que 10 eran el equipo que daba el seminario y venían de otra
parroquia. Pensar en 20 nuevos me pareció una audacia, pero ya se sabe, mejor
prevenir. Siempre he sido optimista. El primer día se presentaron 120. El
segundo día bajó a 100. El seminario lo acabaron 60 y el grupo de oración que
ha nacido se ha estabilizado en unas 35 o 40 personas que nos seguimos reuniendo
todas las semanas. Dos de los que empezaron ya están en el cielo, y los demás tenemos la certeza de que algo ha
cambiado en nuestras vidas, en nuestra relación con el Señor y que esto va en
beneficio de la parroquia y de la vida de la parroquia.
De este grupo de gente he podido formar un equipo de 10-12 personas para
hacer este año el Curso Alpha de evangelización. Hemos hecho dos cursos
consecutivos de octubre a marzo de 10 semanas cada uno al que han asistido en
total 75 personas, de las cuales han perseverado en los cursos unas 55 y de los
cuales unos 20 eran “nuevos”, pero nuevos significa aquí que la mayoría de
ellos no pisaba la Iglesia.
Para el tercer trimestre tenía
programado un tercer curso pero lo voy a suspender para que podamos descansar,
afianzarnos y lanzarnos el año que viene con un curso más potente de unos 60 o
70 participantes. A los que han acabado los dos cursos anteriores y quieren
seguir en la parroquia les vamos a proponer un plan de profundización en la fe
recién encontrada o reencontrada basado en las cartas de San Pablo. Es un curso
llamado “Una vida que merece la pena”
que va a estudiar la carta a los Filipenses. Espero que participen 10 o 12
“nuevos” (de los que antes no pisaban). Así hasta fin de curso.
El curso que viene, en octubre,
continuaremos el proceso que lo que va a pretender es hacer de los recién
convertidos discípulos del Señor capaces a su vez de evangelizar y hacer otros
discípulos. Mi sueño es que toda la
pastoral de las parroquias pase por esta clave del Primer Anuncio-Evangelización-Discipulado.
Desde los niños de catequesis y sus padres hasta los más alejados.
Uno de los participantes en el
segundo Curso Alpha ha sido Jorge, el señor que pide limosna en la puerta de la
Iglesia y que vive en la calle. Ha seguido el curso entero. Ahora muchos feligreses
de la parroquia, además de ayudarle con unos euros le saludan, hablan con él y
comparten su fe. Jorge está empezando a colaborar en algunas tareas de la
parroquia (se le da bien la informática) y espero algún día poder sacar adelante con él un proyecto de ayuda y
evangelización de los mendigos y vagabundos, alcohólicos y “sin techo” que
abundan en el barrio.
La
experiencia de este año, que aún no ha acabado, ha sido intensísima. Yo he
visto como el Espíritu Santo ha hecho y hace grandes cosas. Porque hace doce meses no teníamos nada y ahora
estamos llenos de proyectos y tenemos gente que los encarna. ¡Gloria al
Señor!
Juan Luis Rascón Ors
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