Queridos amigos:
Hemos comenzado un nuevo año.
Es una oportunidad de volver la mirada hacia Dios, hacia lo eterno.
No hay mejor camino que poner todo en las manos de Dios. El hecho
de que comenzamos un nuevo año nos hace pensar en que el tiempo pasa y la
eternidad se acerca. Viene bien echar una mirada sobre este año, cómo ha sido,
cómo he respondido a lo que Dios me ha pedido, y a partir de esto hacer un
propósito.
Otros años hemos hecho mención
a una oración de Conchita para el nuevo año. ¿Dónde están nuestros pensamientos para este año? ¿Qué
esperamos? ¿Qué pedimos? Tantas veces nuestros deseos,
nuestras palabras se encuentren lejos de lo que Dios espera de nosotros. ¿Qué es lo que queremos? ¿Qué esperanzas guardamos en el
corazón? ¿Todo lo oriento hacia Dios? o ¿estoy mirando más a la tierra, a
deseos de bienes temporales, a cosas que no tiene importancia realmente?
MIRANDO
AL CIELO
Esta palabra se olvida mucho
hoy “Cielo”. Nos olvidamos que estamos hechos para el Cielo, para la felicidad
eterna, para estar siempre con Dios. Estamos sumergidos en las cosas de este
mundo. Quizá tenemos todo aparentemente, pero olvidamos de lo prioritario, de
nuestra alma, y de que un día va a llegar la llamada de Dios, y ¿qué le vamos a presentar? Aquel hombre rico del
evangelio quiso levantar graneros tanto era su cosecha, sus bienes materiales,
pero cuando muere ¿de quién será? ¿De qué le
servirá? Puede ser que nosotros también adquirimos esta tendencia a una
mirada horizontal que no se eleva hacia lo eterno. Acumulamos bienes en este
mundo, pero no nos ocupemos en atesorar los tesoros verdaderos, los que nos
sirven para la vida eterna. Tenemos que preguntarnos, ¿pienso
en el Cielo? ¿Vivo de forma que podré llegar allí?
CREADO
PARA MUCHO MÁS
No fuimos creados para tener
cosas en este mundo, ser felices en este mundo, disfrutar ahora, gastar,
descansar, comprar… Hemos sido creados para mucho más. Tenemos que recordar al
mundo la vocación del hombre. Es Cristo quien revela al hombre su vocación y su
grandeza. Dice el catecismo que “nuestra vocación es manifestar la imagen de Dios y ser
trasformada a imagen del Hijo único del Padre”.
¿Lo hacemos?
Hay tanto que examinar. Y no
solo examinar sino poner soluciones, propósitos, para que no se quede allí sino
que realmente sea una oportunidad de conversión.
SED
PERFECTOS
La Virgen en Garabandal hizo esta llamada que sigue siendo totalmente válida hoy: tenemos que ser muy buenos. Al final no es otra
cosa que el mandato de Jesús “Sed perfectos, como vuestro padre celestial
es perfecto” (Mateo 5, 48). Es verdad que en
esto nosotros solos no podemos hacer nada, pero allí la necesidad de abrirnos a
la gracia y poner todo de nuestra parte. La Virgen había dicho a Conchita en la
última aparición “tú pon de tu parte todo y nosotros te
ayudaremos”. Piensa que la Virgen te lo dice también a ti esto. Pon todo
de tu parte, todo tu esfuerzo, tu amor, tu confianza, y nosotros, Ella y El
Señor, te ayudarán, es decir te darán lo que tú no puedes.
Que este nuevo año esté lleno
de amor verdadero a Dios y un deseo creciente de agradarle en todo.
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