MARI LOLI MAZÓN Y LOS SACERDOTES.
Garabandal,
destinado a ser conocido mundialmente, era un lugar muy pobre y apartado cuando
Mari Loli vio su primera luz el 1 de mayo de 1949. Ella fue uno de los ocho
hijos de Ceferino Mazón, presidente de la Junta Vecinal de San Sebastián de
Garabandal, y su esposa Julia González. Ellos atendían una taberna en la planta
baja de su vivienda.
Loli no
era distinta de las demás niñas de su edad en la aldea hasta ese profético día
del 18 de junio de 1961, cuando formó parte del grupo de cuatro niñas escogidas
para participar de las visiones de Nuestra Señora y de San Miguel. Durante
estas visiones la Virgen enfatizó la importancia de orar por los sacerdotes, y
Loli, en mayor medida que las demás, parecía tener una vocación especial a este
respecto. Su madre recuerda una de estas visiones:
“Estábamos
las dos solas cuando entró en éxtasis, ¡cómo lloró esa noche!, ¡cómo lloró esta
criatura, Dios mío, y cómo sufrió! Nuestra Madre Santísima le dijo que rezara
mucho por los sacerdotes y que debía hacer muchos sacrificios por ellos. Muchos
sacerdotes van por el camino de la perdición, las cosas estaban mal y eso era
algo que no me gustaba escuchar. Para mí los sacerdotes representaban lo más
sagrado en el mundo y ¿escucharía lo que mi hija estaba diciendo?”
Posteriormente
Loli diría que el rezar por los sacerdotes y hacer sacrificios por ellos eran
de las cosas más importantes que haría durante su vida.
Después
que las visiones terminaron para ella en enero de 1963, comenzó a experimentar
locuciones, la única de las niñas, junto con Conchita, que las tuvo. Ella las
describía como comunicaciones interiores ya sea con Jesús o con María. En las últimas
que tuvo con la Santísima Virgen le fue recordada la necesidad de rezar por los
sacerdotes: “… La Virgen me hizo capaz de saber cuándo
un sacerdote estaba en pecado. Ella me ayudó a comprender que ellos necesitan
muchas oraciones y sacrificios. También me hizo comprender la Crucifixión en la
santa misa, de tal manera que entendiera la humildad y el sacrificio por el
mundo”.
El 13 de
octubre de 1963 ella escribió a Fr. Luis Retenaga acerca de una locución que
recién había tenido de Nuestra Señora, en la cual Mari Loli le pedía una cruz
de sufrimiento por los sacerdotes. La Virgen le respondió que podía ser
cualquier carga que se llevara con paciencia y con humildad. En esta locución,
quizás por primera vez, Loli comprendería acerca de las pruebas que tendría que
soportar durante su vida. Y de nuevo le fue recordada la necesidad de rezar por
los sacerdotes.
En otra
locución cuya fecha es del 7 de febrero de 1966, Nuestra Señora de nuevo
describió a Loli los sufrimientos que le esperaban. Ella escribió:
“Tuve
una locución con la Santísima Virgen, ella me dijo que yo tendría que
experimentar una gran cantidad de sufrimientos en este mundo, que tendría
muchas pruebas que me harían sufrir mucho… Le pedí que diera a mi padre una
prueba de las apariciones para que también creyera, ella me dijo que estaba muy
complacida con mis sacrificios, pero que tenía que mejorar cada día y
mortificarme en todas las cosas, que debía rezar el rosario todos los días como
lo había hecho hasta el momento, ya que es una devoción que le agrada mucho,
que nos ama mucho a todos y que desea que todos seamos muy buenos para que
pronto nos reunamos en la gloria celestial con ella.”
Ella
aceptó la voluntad de Dios por todo lo que tuvo que soportar en esta vida.
(Es un artículo de Harry Hanratty,
2009.)
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