UNOS HALAGOS AL NIÑO ESPERADO DEL 17 AL 23 DE DICIEMBRE
Desde los siglos VII y VIII nos han llegado las antífonas que aún
se cantan en esta semana de Adviento anterior a Nochebuena. Son 7 antífonas que
se cantan con el Magnificat del Oficio de Vísperas cada día, desde el 17 hasta
el 23 de diciembre.
Aunque en España es popular
alguna copla mundana de amoríos y desamores con el nombre "María de la O", en realidad este
es uno de los nombres de la Virgen María, una forma de referirse a la Virgen de la
Esperanza, a la Virgen embarazada, expectante, a la que le quedan apenas 8 días para dar a luz.
UNA FIESTA DESDE EL S.VII
El 18 de diciembre se celebraba en España la fiesta mariana de la "espera del parto" (Expectatio Partus),
establecida en esa fecha por el décimo
Concilio de Toledo (656) y
esa fecha del calendario mozárabe se mantiene. A esa fiesta se le llamaba "Santa
María de la O" porque después de rezar la oración de la tarde el coro sostenía una larga "O", símbolo de la expectación del universo por
la venida del Mesías.
Desde esa época (siglos VII y VIII) nos han llegado las antífonas que aún se cantan en esta
semana de Adviento anterior a Nochebuena. Son 7 antífonas que se cantan con el
Magnificat del Oficio de Vísperas cada día, desde el 17 hasta el 23 de
diciembre.
Se llaman "antífonas mayores" o
"antífonas de la O", y son seguidas siempre de la petición:
"¡ven!".
Cada antífona empieza por una exclamación, "Oh",
seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero
entendidas desde el Nuevo Testamento. Estas son las invocaciones:
O Sapientia = sabiduría, Palabra
O Adonai =
Señor poderoso (en hebreo)
O Radix = raíz,
renuevo de Jesé (padre de David)
O Clavis = llave de David, que abre y cierra
O Oriens = oriente, sol, luz
O Rex = Cristo como Rey
O Emmanuel = Dios-con-nosotros.
Leídas en sentido inverso las iniciales latinas de la primera palabra después
de la "O", dan el acróstico "ero cras", que significa "seré
mañana, vendré mañana",
que es como la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles.
USANDO EL RITO MOZÁRABE,
TRECE SIGLOS DESPUÉS
En España, en la diócesis de
León, el 18 de diciembre se celebra la Virgen de la Esperanza o Santa María de la O
con una misa por el rito hispano-mozárabe en la Basílica de San Isidoro, del
siglo XI. Tanto en la Catedral de León como en la Basílica de la Real Colegiata
de San Isidoro se encuentran
sendas imágenes de la
Virgen de la Esperanza. En el caso de la Catedral, se trata de una pieza
esculpida en piedra a finales del siglo XIII y se ubica en la capilla también
conocida como de la Virgen de la Esperanza. En San Isidoro la imagen de Nuestra
Señora de la Esperanza ocupa una capilla especial en la cabecera de la nave norte del
templo.
LA
RAZÓN: COMPLEMENTAR LA ANUNCIACIÓN
Los padres del Concilio décimo de
Toledo en el año 656 (con San Eugenio III de Toledo al
frente) consideraron que no todos los
años se puede celebrar con el esplendor conveniente la
Anunciación de la Santísima Virgen, al coincidir con el tiempo de Cuaresma
o la solemnidad pascual. Por eso dice el Concilio: "se
establece por especial decreto que el día octavo antes de la Natividad del
Señor se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en
honor de su santísima Madre".
En este decreto se alude a la celebración de tal fiesta en "muchas otras Iglesias lejanas" y se
ordena que se retenga esta costumbre; aunque, para conformarse con la Iglesia
romana, se celebrará también la fiesta del 25 de marzo. De hecho, fue en España una de las fiestas más
solemnes, y consta que de Toledo pasó a muchas otras
iglesias, tanto de la Península como de fuera de ella. Fue llamada también "día de Santa María", y, como hoy, de Nuestra
Señora de la O, por empezar en la víspera de esta fiesta las grandes
antífonas de la O en las Vísperas.
Señala el estudioso benedictino Romualdo Mª Díaz Carbonell que el título
concreto de "Expectación del Parto" para
la fiesta se lo dio otro santo obispo de Toledo, san Ildefonso, famoso por
su devoción mariana.
La insistencia es siempre la misma: la expectación
y asombro por la venida del Salvador.
"Si todos los santos del Antiguo Testamento—escribe
el padre Giry (Les petits Bollandistest. 14 p.373 )—desearon con ardor la aparición del Salvador del mundo, ¿cuáles
no serían los deseos de Aquella que había sido elegida para ser
su Madre, que conocía mejor que ninguna otra criatura la necesidad que tenía la
humanidad, la excelencia de su persona y los frutos incomparables que
debía producir en la tierra, y la fe y la caridad, que sobrepasan la de todos
los patriarcas y profetas? Fue tan grande el deseo de la Santísima Virgen,
que nosotros no tenemos palabras para expresar su mérito. Y tampoco
podemos concebir cuál fue su gozo cuando Ella vió que sus
deseos y los de todos los siglos y de todos los hombres iban a realizarse en
Ella y por Ella, ya que iba a dar a luz la esperanza de todas las naciones,
Aquel sobre quien se fijaban los ojos de todos en el cielo y en la tierra y
miraban como a su libertador."
El gusto popular llamó a la
Doncella en espera "Virgen de la O", a partir de las obras pictóricas o
esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la
Virgen grávida.
En este vídeo de YouTube puedes
escuchar la bella "O Sapientia".
La letra dice:
O Sapientia, quae ex ore Altissimi prodiisti, attingens a fine usque ad finem, fortiter
suaviterque disponens omnia: veni ad docendum nos viam prudentiae.
(Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al
otro confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad: ven y muéstranos el
camino de la salvación).
(Artículo publicado originariamente
en Cari Fillii en 2015).
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