"Más que querer reconvertir el mundo de hoy, es necesario convertir la pastoral para que encarne mejor el Evangelio en el hoy", expresaba la catequesis del Papa de este 29 de noviembre.
Este miércoles 29, el Aula Pablo
VI del Vaticano acogió una audiencia general del Papa Francisco con cambios en el protocolo habitual: debido
a los recientes problemas de salud que le han llevado a cancelar su próximo
viaje al COP28 de Dubai (del 30 de noviembre al 12 de diciembre), tampoco pudo leer su catequesis. Lo hizo
en su lugar Mons. Filippo Ciampanelli, de
la Secretaría de Estado de la Santa Sede.
La catequesis, titulada "El anuncio es para el hoy", comenzaba
destacando como el presente "parece que
pone al individuo por encima de todo y la técnica en el centro
de todo", al mismo tiempo que la cultura del progreso "lleva a afirmar una libertad que no quiere ponerse
límites".
En otras palabras, la presente
civilización es para Francisco "la primera en
la historia que globalmente trata de organizar una sociedad humana sin la
presencia de Dios".
Lo compara al pasaje bíblico de
la torre de Babel (cfr Gen 11,1-9), ejemplo de un proyecto
social en el que "la humanidad habla una sola
lengua, tiene un pensamiento único"
y "está como envuelta en una
especie de encanto general que absorbe la unicidad de cada uno en una burbuja
de uniformidad".
El pasaje se trata de algo
comparable a la pretensión de "ponerse en
el lugar de Dios", una
"ambición peligrosa" que, sin embargo, "parece realmente actual".
"También hoy
la cohesión, más que la fraternidad y la paz, se basa a menudo en la
ambición, en los nacionalismos, la homologación, en estructuras
técnico-económicas que inculcan la persuasión que Dios sea insignificante
e inútil", subrayó esta catequesis al hablar
de "una tentación que impregna los
grandes desafíos de la cultura actual".
"Evangelizar no es estar en
un balcón gritando el nombre de Jesús"
Frente a ello, el texto del Papa
dedicado al celo evangelizador contempla como una posibilidad anunciar a Jesús
simplemente "habitando la cultura del propio
tiempo".
Francisco subrayó que para
evangelizar "no hay que contraponer al hoy
visiones procedentes del pasado" y que tampoco basta con "reiterar convicciones religiosas adquiridas. Una
verdad no se vuelve más creíble porque se levante la voz al decirla, sino
porque se testimonia con la vida".
En su lugar, propuso contemplar la época y cultura actuales
"como a un don", de
modo que evangelizarlas no supone "juzgarlas
de lejos" o "estar en un balcón
gritando el nombre de Jesús", sino "bajar
a la calle, ir a los lugares donde se vive, frecuentar los espacios donde se
sufre, se trabaja, se estudia y se reflexiona".
La catequesis de Francisco
concluyó llamando a "estar en los cruces de
los caminos de hoy", pues "salir
de ellos significaría empobrecer el Evangelio. Más que querer reconvertir el
mundo de hoy, es necesario convertir la pastoral para que encarne mejor
el Evangelio en el hoy".
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