Salvador Fernández-Oliva, madrileño, autodidacta y especializado en la elaboración de figuras ecuestres, es el autor del Cristo que ya tiene lugar en el Santuario de las Apariciones de Pontevedra.
En Pontevedra, ocho años después de las apariciones ante los "pastorinhos" de Fátima de la Virgen María, esta última
volvió a aparecerse a la ya por entonces vidente sor Lucia, un 10 de diciembre de 1925. En esta ocasión,
recibió el que podría definirse como el "penúltimo de los
mensajes de Fátima" y que se materializó en la devoción de los cinco primeros sábados de
mes.
A poco más de dos años de que se celebre el primer centenario, el
mundialmente conocido Santuario de las Apariciones se encuentra en un proceso
de reforma y restauración cuyas obras comenzaron el 25 de abril de 2022.
Entonces su estado era ruinoso y
los medios hablaban de una auténtica campaña por la
"salvación" del mismo, que comenzó a materializarse
cuando el 8 de marzo del mismo año se concedió la licencia urbanística para
la sustitución de la cubierta.
El pasado 22 de abril, los
devotos y fieles del lugar se alegraban al poder acudir al santuario, que abría por primera vez sus puertas tras
el comienzo de la restauración.
EL
CRISTO DE SOR LUCIA, SURGIDO DE UNA VIGA
Aunque no habían finalizado las
obras -se espera que concluirán por completo en el primer centenario, en 2025-
el santuario ya pudo ofrecer al menos una imagen de lo que sería en su versión
definitiva. Y es que de entre la irrecuperable celda habitada por Sor Lucia, se
logró rescatar únicamente una viga original, que habría
sido atravesada por María y Jesús durante la aparición.
Cien años después, Cristo regresa
al mismo soporte, pero en esta ocasión en forma de una escultura realizada por
el célebre imaginero Salvador Fernández-Oliva,
madrileño, autodidacta y especializado en la elaboración de figuras ecuestres.
Como destacaba este mismo 27 de
septiembre La Voz de Galicia,
el escultor conoció por casualidad la precaria situación del santuario gracias
a un recordatorio del sacerdote mexicano José de Jesús
Aguilar Valdés. Entonces decidió que su contribución a la reforma de
un lugar tan emblemático sería a través de su trabajo.
No hacía mucho que el escultor
había ido a un retiro de
Emaús, donde experimentó un reavivamiento en su fe y
afirmó tener un encuentro con el Espíritu Santo.
Repentinamente, tras el retiro,
aseguró que uno de sus frutos fue saber cómo sería el rostro de
Jesús, así como la elaboración de la figura en un plazo que ni
él mismo puede explicar. No fue el único resultado artístico del retiro, pues
también tomó conciencia de que, como artista sacro, tenía que "ser orante y rezar antes y durante y dar gracias después" del trabajo. Y tras hacerlo, aseguró que
comenzaron a "salir cosas que antes no
salían". Entre ellas, el Cristo del Santuario de las Apariciones.
EN
TIEMPO RÉCORD Y CON UN "COMPONENTE MÍSTICO"
"Este
retiro me empujó a realizar esta obra en un tiempo récord, en menos de una semana, y después entré en
contacto con el Santuario", asegura.
Cuando supo además que el Cristo
iría en la viga de la celda de Sor Lucia, le resultó "complicado
de asumir" el "componente
místico" que eso
implica: "¡Que Cristo elija mis manos para
realizar esta obra…! Tú pones tus manos y poco más, pero hay una fuerza
interior que no es tuya".
Así fue el
proceso de modelado del Cristo de Fernández-Oliva.
Entrevistado por el medio
gallego, el escultor reiteró el "carácter
sobrenatural" del soporte de su Cristo, pues "es la única viga que
estaba sana".
"Los que
creemos en la fe cristiana creemos que fue la viga que atravesó la Virgen y el Niño
Jesús para aparecerse a Sor Lucía. Es justo la que estaba en la
celda de esta última. Ha sido un detalle maravilloso el construir la cruz
precisamente con esta viga y también un detalle maravilloso de parte de la
Virgen que nos haya dejado esa única viga sana para después desarrollar esta
idea", declaró.
LA
ALEGRÍA POR EL CRISTO, "TREMENDA, PROFUNDA Y GRANDE"
El escultor confesó al mismo
medio que su Cristo cedido al renovado Santuario de las Apariciones es algo
comparable a "la culminación" de su carrera,
aunque espera "seguir trabajando".
"Es un hito
para cualquier escultor, es una experiencia maravillosa. Yo soy cristiano y,
aunque ya venía haciendo arte sacro, se han dado varias
circunstancias para que este proyecto salga mucho mejor de lo que yo me
esperaba. Es una alegría tremenda, mucho más profunda y grande de lo que pudiera darme
cualquier otro monumento", precisa el escultor autodidacta.
Habla también del lugar en el que
será colocada la escultura y la cruz, buscado "a
medida" a tal efecto, y que define como "elevado,
muy bonito" y con el único tragaluz que hay.
"Tiene una luz
que le da desde atrás provocando un efecto, no voy a decir otra vez
interesante, muy místico. La luz es un elemento que aparece en nuestra fe
desde la Biblia, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento. Esa luz que le viene al Cristo desde atrás tiene mucho que ver con la fe cristiana", detalla.
Fernández-Oliva, consciente de
que el santuario "se está empezando a conocer
ahora", se siente en
parte "obligado" a su expansión
entre los fieles. Por ello, prevé exponer en la inauguración una serie de dibujos sobre los niños de Fátima para "arropar y vestir el evento", si bien es un plan que "aún está
un poco en el aire". Lo que sabe es que, "si
Dios quiere", seguirá poniendo su "granito
de arena" para dar a conocer el santuario.
Artículo publicado
originalmente en Cari Filii News.
No hay comentarios:
Publicar un comentario