EN DICIEMBRE DE 2022, CARLA DÍEZ DE RIVERA FUE DIAGNOSTICADA DE UN CÁNCER DE MAMA, PERO NUNCA HA PERDIDO LA FE, LA ALEGRÍA Y FORTALEZA... PESE A TWITTER Y SU ALGORITMO.
Basta una breve
conversación telefónica con Carla Díez de Rivera para
saber que la alegría, el optimismo y la esperanza son algunas de sus
señas de presentación. Tanto es así que, aunque a veces le
"impresiona", no ve su ánimo determinado por el cáncer
de mama triple negativo que le diagnosticaron en diciembre de
2022.
Díez de Rivera, histórica en la
organización de los Congresos
Católicos y Vida Pública del CEU, también de Cadena COPE y
actualmente dedicada a Ayuda a la Iglesia Necesitada, nos cuenta que desde el diagnóstico y el
comienzo de los tratamientos ha tratado de vivir su situación "con paz, alegría, fortaleza y cosas buenas".
Y según dice, lo está
consiguiendo, gracias a la ayuda y apoyo de su familia, amigos, y también de su
fe.
Pero si hay algo que no ayuda,
es X -Twitter- y su algoritmo. O lo que es
lo mismo, la aplicación de una técnica deshumanizada que no parece estar "al
servicio de la persona", como "debería
ser".
Relata aún con cierta ironía y
perplejidad el momento en que la semana pasada, de camino al tratamiento, abrió el rebautizado Twitter (X) para
informarse y distraerse cuando "saltó"
un anuncio… de urnas funerarias.
Concretamente de los pasos a seguir para "elegir la mejor".
"Reconozco que
soy alegre y positiva, estos nueve o diez meses estoy intentando -y creo que
consiguiendo- vivir con paz, alegría y fortaleza, sacando las cosas buenas,
rodeada de tanta gente que te quiere y que te apoya… pero que
de camino a `que te den el chute´ te salga una urna, impresiona",
admite.
El anuncio que le
"saltó" a Carla Díez de Rivera de camino a recibir el
tratamiento.
Sin embargo, no le salió "enfadarse o rebotarse". Sobre la
marcha, se puso a escribir una inspiradora reflexión que, eso sí,
sí fue motivada por X (Twitter), sería publicada en X.
Decía:
-"Tener un cáncer y que de
camino al tratamiento te salga en X un anuncio de urnas funerarias es un tanto
surrealista.
Este pobre algoritmo no sabe que tengo un Padre bueno que
me quiere como a la niña de sus ojos, me cuida como a los pájaros del cielo y a
las flores del campo y que mi vida está en sus manos amorosas.
Carla, tras el diagnóstico.
Él me
cuida mandando flores a mi balcón, pájaros a mi ventana, médicos y enfermeras maravillosos al hospital, familia y amigos,
que me quieren y rezan por mí, a mi día a día; dejándome a Su madre que
me cobija, transforma mi corazón y me envía a cumplir la misión que Él me tiene encomendada en estos
momentos (vivir en paz, con esperanza, paz y alegría, acompañando, pidiendo y
ofreciendo por las personas queridas que sufren).
A ver, algoritmo, ¡qué mal me conoces! Menos urnas
y más vida, pájaros, flores, besos, abrazos y mensajes de
"Dios y la Virgen te cuidan" (claro, que eso no lo necesito porque ya
se encargan Ellos de recordármelo cada día).
¿Entendido? Pues eso"
Díez de Rivera envió la
reflexión a su familia. La sorpresa fue mayor cuando una de sus sobrinas,
embarazada de su tercer hijo, le comentó que el mismo
algoritmo que asaltó a Carla también se "metió a opinar" sobre el embarazo, mostrando una
incesante lista de artículos de niños con Síndrome de Down.
TRES
CONCLUSIONES SOBRE LA IA DESDE LA FE
Son dos ejemplos que han
permitido a la paciente reflexionar largo y tendido sobre la Inteligencia
Artificial, los metadatos y algoritmos… y llegar a conclusiones.
La primera, "que un algoritmo es una herramienta matemática,
pero que está -o debería- al servicio del hombre. El resultado está
determinado por las instrucciones de origen o por los datos que le meten, y
cualquiera de los dos puede estar mal, o ambos", explica.
Por eso, pudiendo fallar uno u
otro proceso, Díez de Rivera considera que "lo
que nunca debe faltar es la interpretación humana final. Si
la interpretación final no la hace el hombre, el algoritmo siempre fallará".
La segunda se dirige a un mundo
aparentemente regido por la técnica, con un avance galopante de la Inteligencia
Artificial y en el que parece que el hombre "es
prescindible", con la consiguiente tentación de sustituirle por
herramientas.
"Es importante
recordar la importancia de la persona humana, también en los procesos técnicos.
La técnica nunca puede sustituir a la persona. En estos procesos, el fin debe
ser facilitar la vida a la persona. Por eso es irremplazable, si no queremos
deshumanizar nuestra existencia", comenta.
Pero más relevante si cabe que
estas dos primeras es la plasmación de que una máquina "nunca"
podrá tratar a las personas como lo haría una persona. Especialmente por
"la parte trascendente".
Al final, piensa
Carla, el algoritmo "me ofrece la urna. ¡Y eso no es mi vida!".
"TÚ
ME OFRECES MUERTE, Y MI VIDA ES ESPERANZA"
"Mi vida es el
Padre Dios bueno, que me quiere y lo demuestra en cada momento. La Virgen que
me ampara y cuida. Mis amigos y mi familia, que es una preciosidad y una ola de
cariño. Rezando por mi todos los días me sostienen, me alegran, me traen
flores… Gracias a la oración y a tantas personas, estoy pudiendo vivir esto
desde la paz, la esperanza y la alegría", comenta.
Antes de despedirse, Carla
reitera su mensaje en pro de que el algoritmo y la técnica sirva a las personas
y facilite su vida, pero en ningún caso "para
eliminarlas. Esa no es la vida real. Las personas imaginarias, los hologramas…
no. La vida es real. Los amigos de los likes no lo son. La
vida es encuentro entre personas y la técnica debe facilitar
esa vida, no sustituirla".
"Algoritmo, lo
siento. Lo que muestras no es mi vida. Tú me ofreces muerte, y mi vida es esperanza",
concluye.
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