viernes, 7 de julio de 2023

OJO CON LAS VELAS GRUESAS

 Las velas gruesas siempre son un problema. Yo jamás las compro, pero siempre llega algún u otro regalo de este tipo a los capellanes; o, por lo menos a mí, que me gusta usar velas naturales en el altar, no velas rellenables de algún tipo de hidrocarburo.

Las velas gruesas tienen el problema de que el pabilo cada vez está más profundo y acaba por no verse ninguna llama. Esto se arreglaría con una sierra. No con un cuchillo, con una sierra; la cera de estas velas es muy dura. Por supuesto que no hay ni un gramo de cera en ese tipo de parafina.

Pero no es solo el problema la sierra, sino cómo se pone todo al realizar esa operación de corte: polvo, virutas. Las velas gruesas son un engorro.

Siempre trato de solucionar el problema colocando un poquito de papel (formando una bolita) que aumente el tamaño del pabilo. Si aumenta la llama, fundirá los bordes y volverá a verse la llama de la vela.

Esto suele funcionar un poco de tiempo, pero al final es un camino al desastre. La llama se desmanda, funde completamente una parte de los bordes y la cera se derrama. Pero antes que tirar una vela entera siempre lo intento. He vivido este desastre docenas y docenas de veces.

En el altar siempre me gusta colocar abundancia de velas y algún digno recipiente que expanda incienso. Una persona me regaló una caja de madera alargada para barras de incienso, sin ningún signo budista, que son los más frecuentes. Esta caja de madera que parece costosa (no lo es) solo tiene motivos geométricos. Las velas abundantes, el incienso, ennoblecen la celebración.

P. FORTEA

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