CINCO PUNTOS QUE HAY QUE VIGILAR A DIARIO PARA SABER SI ESTÁS O NO EN EL CAMINO DE LA SANTIDAD
Querer la santidad es una cosa, buscarla de manera
efectiva, otra: Joshan Rodrigues nos ofrece un buen test para saber dónde
estamos.
El sacerdote Joshan Rodrigues estudió Comunicación Institucional y de la Iglesia
en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma. Actualmente ejerce su
ministerio en el departamento de Comunicación de la archidiócesis de Bombay (India), a la
que pertenece.
Tiene tres autores de
referencia: G.K.
Chesterton, el
obispo Fulton J. Sheen y el obispo Robert Barron. Siguiendo esos modelos, en su blog
personal, Musing in Catholic Land [Meditando en
Tierra Católica], presta una gran atención a las tendencias
culturales.
Pero también a la búsqueda de
la santidad, a la que ha consagrado varios posts. Entre ellos,
uno en el que plantea Una
lista de comprobación de cinco puntos sobre la santidad, y que
traducimos a continuación.
1.
PERSEVERANCIA, PACIENCIA Y MANSEDUMBRE
El primer signo es cuando Dios se convierte en la fuente de tu
fortaleza interior,
cuando estás firmemente anclado en Él. Esta actitud ayuda al cristiano a
afrontar cualquier situación en la vida, por grave y desesperanzada que sea.
Cuando “sabes” y “sientes”
que Dios está contigo, entonces “¡Todo está
bien!” (¿recuerdas a Aamir Khan en 3 Idiotas?).
'Aal izz well... [All is well, Todo está bien]' es el lema de vida de Rancho
[Aamir Khan], uno de los protagonistas de '3
Idiotas' (Rajkumar Hirani, 2009), un gran éxito de Bollywood. 'El
corazón se asusta fácilmente', dice Rancho, 'así que tenemos que engañarlo. Por
grande que sea un problema, tienes que decirle al corazón: no pasa nada, amigo;
todo va a estar bien; todo está bien. No se resolverá el problema, pero
encontrarás el valor para afrontarlo' Ese 'Aal izz well' se acaba convirtiendo
en una de las canciones temáticas de la película.
Esa es la fuente de la fortaleza de los santos, que se enfrentan a toda
hostilidad y violencia con amor y paz. Es también el signo de una persona con
la que se puede contar, porque quienes tienen su fe en Dios
son también fieles a los demás. Una persona así no responde al mal
con venganza sino con amor. Una persona así protege el buen nombre de los
demás. No juzga a los demás por sus faltas, sino por sus fortalezas. Siempre
está dispuesto a aprender de los demás. ¡Si estás
dispuesto a sufrir humillaciones por el bien de los demás, entonces te
pareces a Cristo!
“Si Dios está con nosotros, ¿quién contra
nosotros?” (Rom 8, 31).
"La lengua es la que contamina a la persona
entera y va quemando el curso de la existencia" (Sant 3, 6).
"Seas siempre más amigo de ser enseñado de
todos que querer enseñar aun al que es menos que todos" (San Juan
de la Cruz).
“Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso
es una gracia de parte de Dios" (1 Ped 2, 20).
2.
ALEGRÍA Y SENTIDO DEL HUMOR
Un cristiano santo siempre está
lleno de alegría y con sentido del humor, porque alguien que tiene
a Dios consigo nunca puede estar triste o abatido. Un auténtico signo del buen cristiano es que
siempre irradia felicidad y risas. Cuando entra en una habitación trae sonrisas
y buen rollo. Esta persona puede estar afrontando el momento más
duro de su vida, y sin embargo nada puede destruir la alegría y confianza que
están en él, porque sabe que, a fin de cuentas, ¡Dios
me ama! Esa alegría trae una profunda seguridad, una serena esperanza y una satisfacción espiritual
que el mundo no puede entender ni valorar.
El Papa Francisco recomienda rezar
esta oración, atribuida a Santo Tomás Moro:
Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir
Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma sencilla que sepa aprovechar todo lo que es bueno, y que
no se asuste fácilmente ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las
cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los
suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante
que se llama: Yo.
Dame, Señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un
poco de alegría y pueda comunicársela a los demás.
Así sea.
3.
AUDACIA Y PASIÓN
Déjenme enseñarles este punto
mostrando cómo un cristiano no debe ser. El mayor obstáculo a la evangelización
es una mentalidad de miedo y falta de entusiasmo
entre los cristianos al hablar de su fe.
Podemos paralizarnos por un exceso de prudencia, siempre queriendo jugar
sobre seguro, sin querer jamás alejarnos demasiado de la playa. Nos negamos a
mirar a la realidad a los ojos y, por el contrario, nos tienta huir hacia un “espacio seguro”.
Esto puede tener muchos nombres: individualismo, espiritualismo, adicción, vivir en “mi”
mundo, rechazo a nuevas ideas y perspectivas, pesimismo, dogmatismo, etc. Somos
como Jonás; no queremos ir donde el Señor quiere que vayamos. Pero Dios nunca tiene miedo. ¡Es un valiente! Siempre es más grande que
nuestros planes y esquemas. Quiere que seamos audaces y que tengamos el coraje de hacer cosas que nadie más quiere hacer,
de decir las cosas que nadie más quiere decir. No digas “deja las cosas como están”.
Pidamos la valentía de compartir nuestras historias cristianas con otros y
dejar de intentar que nuestra vida cristiana sea un museo de memorias. Como
señala inteligentemente el Papa Francisco, no es que Jesucristo esté a nuestras puertas llamando para que le
dejemos entrar, es que ya está dentro de nosotros y llamando desde dentro para
que le dejemos salir de nuestra rancia y anticuada auto-centralidad.
4.
EN COMUNIDAD
Un símbolo e indicador de nuestra
sociedad hoy es la forma en la que los más jóvenes van por la calle, con los
auriculares puestos, los ojos en su smartphone, absortos en otro mundo y ausentes al mundo que
realmente les rodea. La santidad no se vive en
solitario, se vive en común con otros. Esto es mucho más difícil, como experimentamos en
las familias, los lugares de trabajo, en la parroquia e incluso en las
comunidades religiosas.
Aislarme de los demás es lo contrario de la santidad. En el matrimonio, cada
uno de los esposos se convierte en la fuente de santificación del otro. Una
persona santa es alguien que puede vivir los mandamientos cuando está con
otros. La santidad tiene también que ver con prestar atención
a las pequeñas cosas. Una comunidad santa es una cuyos miembros
prestan atención a las pequeñas necesidades de todos. Un Gran Amor en las cosas
pequeñas. Dios está en los detalles. Jesús pidió a sus discípulos que prestasen
atención a los detalles: que una oveja se había perdido, que la viuda ofrecía
dos pequeñas monedas, que había que ahorrar aceite para las lámparas en caso de
que el novio se retrasase, de tener el fuego encendido y el pescado cocinándose
mientras esperaba a los discípulos al amanecer.
5.
EN CONSTANTE ORACIÓN
¿Recuerdas cuántas
horas puedes pasarte hablando o escribiéndote con esa persona tan especial en
tu vida? ¿Cómo esa persona está siempre en tu mente? Pues bien, si esa otra persona es Dios,
eso es oración. Si dices que amas
a Dios, pero no sientes que estás hablando con Él,
¿es un amor de verdad? No puede alcanzarse la santidad sin tener hilo
directo con Dios. No es imprescindible que las oraciones sean siempre en el sentido
tradicional, usando las fórmulas establecidas o largas devociones. Lo
importante es cuánto tiempo estás a solas con Dios, hablándole. ¡Reza sin cesar! También
es oración ponerte tranquilamente ante el fuego del Señor y dejar que caliente
tu corazón. ¡Estate tan cerca de Él que puedas
coger su fuego sin quemarte!
La oración también es silencio; es leer la Palabra de Dios y “recordar” que todo lo ha hecho por mí y por los
demás. Piensa en tu propia historia cuando reces y encontrarás la misericordia.
La oración también es petición e intercesión. Se convierte en una señal de nuestra dependencia de
Dios y también en una expresión de nuestro amor a los demás. Cuando
rezamos por los demás (incluso por quienes no nos gustan), acogemos sus vidas,
sus problemas más profundos, su bienestar, y sus sueños más elevados. En la oración encontrarás la fuerza para perdonar.
Finalmente, esta oración debe conducirnos a la Eucaristía, a recibir a Jesús en la Santa Comunión. Es ahí donde
lo humano y lo divino se reúnen.
Publicado en ReL el
16 de mayo de 2018.
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