El arte es una forma de manifestar la verdad: lo recuerda el Catecismo.
Por: Javier Ordovàs | Fuente: Catholic.net
La belleza de la verdad ha inspirado a muchos artistas porque fue Dios
quien creó la belleza.
Dios,
Jesucristo, la verdad, los santos,… por la belleza que poseen y
reflejan han sido la fuente de inspiración de muchos artistas en música,
pintura, arquitectura, escultura, literatura, poesía, fotografía, cine,
teatro,…
El arte es un valor humano en sí, que se siente atraído por la verdad
completa del hombre, que alcanza su dimensión trascendente y espiritual. Todas las religiones han
inspirado artistas. El arte de todos los tiempos está repleto de obras maestras
cristianas, es decir, inspiradas en la verdad que Cristo nos ha revelado que se
añade a la atractiva verdad natural con que Dios nos creó.
El Catecismo, curiosamente, habla del arte dentro de los capítulos
dedicados a la verdad, en
concreto el capítulo VI se denomina “Verdad,
belleza y arte sacro”, del que seleccionamos algunos textos:
2500 La práctica del bien va acompañada de un placer espiritual gratuito y de belleza moral. De igual modo, la verdad entraña el gozo y el esplendor de la belleza espiritual. La verdad es bella por sí misma. La verdad de la palabra, expresión racional del conocimiento de la realidad creada e increada, es necesaria al hombre dotado de inteligencia, pero la verdad puede también encontrar otras formas de expresión humana, complementarias, sobre todo cuando se trata de evocar lo que ella entraña de indecible, las profundidades del corazón humano, las elevaciones del alma, el Misterio de Dios. Antes de revelarse al hombre en palabras de verdad, Dios se revela a él, mediante el lenguaje universal de la Creación, obra de su Palabra, de su Sabiduría: el orden y la armonía del cosmos, que percibe tanto el niño como el hombre de ciencia, “pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor” (Sb 13, 5), “pues fue el Autor mismo de la belleza quien las creó” (Sb 13, 3).
2501 El hombre, “creado a imagen de Dios” (Gn
1, 26), expresa también la verdad de su relación con Dios Creador mediante la
belleza de sus obras artísticas. El arte, en efecto, es una forma de expresión
propiamente humana; por encima de la satisfacción de las necesidades vitales,
común a todas las criaturas vivas, el arte es una sobreabundancia gratuita de
la riqueza interior del ser humano. Este brota de un talento concedido por el
Creador y del esfuerzo del hombre, y es un género de sabiduría práctica, que
une conocimiento y habilidad (cf Sb 7, 16-17) para dar forma a la verdad de una
realidad en lenguaje accesible a la vista y al oído. El arte entraña así cierta
semejanza con la actividad de Dios en la creación, en la medida en que se
inspira en la verdad y el amor de los seres. Como cualquier otra actividad
humana, el arte no tiene en sí mismo su fin absoluto, sino que está ordenado y
se ennoblece por el fin último del hombre.
2502
El arte sacro es verdadero y bello cuando
corresponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y
la adoración, el Misterio trascendente de Dios, Belleza sobreeminente e
invisible de Verdad y de Amor, manifestado en Cristo,... El arte sacro
verdadero lleva al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios
Creador y Salvador, Santo y Santificador.
2503 Por eso los obispos deben personalmente o por delegación vigilar y
promover el arte sacro antiguo y nuevo en todas sus formas, y apartar con la
misma atención religiosa de la liturgia y de los edificios de culto todo lo que
no está de acuerdo con la verdad de la fe y la auténtica belleza del arte
sacro.
Y en el
Capítulo II, hablando de la liturgia, nos habla de la música sacra:
«El que canta, reza dos veces» (San Agustín).
CANTO Y MÚSICA
En los Evangelios de Mateo 26:30 y Marcos
14:26 dicen que Jesús junto a sus discípulos entonaron un himno antes de que él
se entregara para ser crucificado, por medio de Judas. El apóstol Pablo
en Efesios 5:19 exhorta a la iglesia de Éfeso a entonar salmos, himnos y
canciones espirituales al Señor. En la Epístola a los colosenses 3:16 el mismo
Pablo urge a la iglesia de Colosas para enseñar y amonestarse unos a otros, con
himnos y cantos espirituales.
1156 "La tradición musical de la Iglesia
universal constituye un tesoro de valor inestimable que sobresale entre las
demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a
las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia
solemne". La composición y el canto de salmos inspirados, con
frecuencia acompañados de instrumentos musicales, estaban ya estrechamente
ligados a las celebraciones litúrgicas de la Antigua Alianza.
1157 El canto y la música cumplen su función de signos de una manera tanto
más significativa cuanto "más estrechamente
estén vinculadas a la acción litúrgica", según tres criterios
principales: la belleza expresiva de la oración, la
participación unánime de la asamblea en los momentos previstos y el carácter
solemne de la celebración.
1158 La armonía de los signos (canto, música,
palabras y acciones) es tanto más expresiva y fecunda cuanto más se expresa en
la riqueza cultural propia del pueblo de Dios que celebra. Por eso "foméntese con empeño el canto religioso popular, de
modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones
litúrgicas", conforme a las normas de la Iglesia "resuenen las voces de los fieles". Pero
"los textos destinados al canto sagrado deben
estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomase principalmente
de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas".
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