En la iglesia no necesitamos sacerdotisas, pero si mujeres y muchas! Jesús no quiso este papel específico del sacerdocio para la mujer. ¿La razón?
Dios tuvo
desde siempre una misión marcada y única para la mujer. Ni mayor, ni menor a la
nuestra, solo diferente y en sus planes Divinos escogió doce apóstoles hombres
y no mujeres.
Sin
embargo las Santas mujeres, fueron muy importantes en la iglesia primitiva.
Incluso algunas eran diaconisas y cuidaban de los asuntos de los apóstoles y
las comunidades con el cuidado que solo las mujeres pueden brindar. Está la
grandeza de las santas mujeres, de una María Magdalena, María la hermana de
Lázaro, Santa Petronila la hija de San Pedro quien contribuiría con el
fortalecimiento de la iglesia primitiva etc.
La
grandeza de la maternidad nunca podrá equipararse a otra misión superior a
esta, Incluso Dios en su omnipotencia quiso depender de la Virgen Santísima
para venir al mundo.
Pero esto
no quiere decir que la mujer no fuera primordial en la formación de la Iglesia
o que solo sea la maternidad la cualidad que adorna a las mujeres.
Jesús
quiso tener una Madre y depender de Ella, no fue solo un vientre lo que él necesitó,
sino el amor, la presencia y la compañía única de una mamá. Por esto mismo
debemos honrarla y venerarla con especial amor así como lo haría Jesús.
Quiso
también dejarnos a la Virgen en adopción por medio de su apóstol San Juan, para
que Ella siguiera cuidando de nosotros sus hijos. Me atrevería a escribir que
nuestra Señora seguramente cuidó más de Juan, que el de ella.
Otro
misterio que poco meditamos, es el de las mujeres reparadoras, convertidas en
Cristos de manera mística. Almas víctimas que han padecido con Jesús, sufrido
la pasión y llevado en su cuerpo las marcas de los estigmas: Santa Rita, Santa Gemma, Santa Catalina Emerich, Martha
Robin, Luisa Picarreta, entre muchas otras, llevaron impresas en su
cuerpo las llagas de nuestro Señor y no por ser mujeres se vieron privadas de
este privilegio.
¿Queremos
descubrir el papel de la mujer? ¿Queremos conocer su grandeza? Nada más poderoso que una mujer de fe, nada más grande que una mujer que
ora. Ahí está el verdadero empoderamiento, en ser guías sabias, esposas,
madres, santas.
Una
madre, una religiosa, una mística, una mártir. La iglesia necesita líderes,
fundadoras, mujeres santas, que impulsen al mundo y lo muevan a la conversión.
De ellas depende mucho más de lo que nos imaginamos, por algo San Francisco de Asís veían con facilidad la
maternidad que se escondía en el corazón del Padre.
Dios
los bendiga
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