lunes, 13 de febrero de 2023

MÁS PAISAJES ONÍRICOS, AUNQUE HOY OS VOY A HABLAR DE UN TEMA MÁS ABURRIDO (QUE A MÍ ME ENCANTA)

 Desde que, hace ya bastantes años, escribí mi primera versión del ensayo acerca de cómo debería ser una constitución ideal, he sido testigo de los sucesos de El Salvador o Perú y otros países de Hispanoamérica, y me confirmo más y más en que el Poder Ejecutivo debe ser elegido por el congreso.

La elección independiente del presidente por el Pueblo respecto a la elección de los congresistas siempre da mal resultado. El congreso siempre será una cámara dominada por los intereses de los partidos, es lógico; y la presidencia será una magistratura política si es elegida por el Pueblo directamente, también eso será inevitable. De ahí que esta doble elección siempre supondrá un choque de intereses contrapuestos, nunca ejercerá como un control razonable del Poder Ejecutivo.

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La labor del senado tampoco podrá ser nunca la de controlar al congreso si ambas cámaras son elegidas por elección de Pueblo. Pues en ese caso o estarán siempre de acuerdo (si el mismo partido las domina) o siempre en oposición (si son de signo contrario).

La única solución para evitar choques es que el congreso elija al Poder Ejecutivo, y que el senado tenga una función legislativa. Y que una cámara sea política y elegida por el censo electoral, y que el senado no sea político y sea elegido por otro medio que no sea en unas elecciones populares. En España ni el Tribunal Constitucional ni el Tribunal Supremo ni el Consejo de Estado son elegidos en una elección popular. Y todas esas instituciones funcionan muy bien y de modo neutral.

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Cualquier constitución que considere que, habiendo dos cámaras electivas, una puede controlar a la otra, no atiende a la realidad de los países en los últimos decenios, que es la parte de historia constitucional que mejor conozco por haberla vivido.

La constitución debe establecer las bases para la armonía, no aplanar un terreno para crear un perfecto campo de batalla.

Si esos tres poderes (Ejecutivo, congreso y senado) son elegidos por elecciones independientes del Pueblo, se crea una situación que solo sería susceptible de empeorar si hubiera otra elección más para elegir al Tribunal Supremo. Menos mal que nunca ha existido un partido que propugne la anarquía constitucional cuyo programa fuera crear el marco óptimo para crear la lucha perfecta de todos contra todos.

Pero observemos (a través de la historia de los últimos treinta años) que la confrontación nunca es a tres bandas, siempre es a dos. Si hay tres poderes enfrentados, si hay tres partidos adversarios, si hay tres coaliciones que se oponen entre sí, siempre dos de ellas se unirán.

Si observamos todos los conflictos constitucionales de mi generación, el conflicto siempre ha sido por bicefalia: entre el Poder Ejecutivo y el congreso. Algo lógico pues en todos los países el senado acaba con la misma mayoría que el congreso, más pronto o más tarde. Además, jamás se ha oído decir que los senadores den un golpe de Estado. Los congresos, sí; los presidentes también.

De ahí que el presidente nunca debe ser elegido por el Pueblo, sino por el congreso. Y, como ya dije, lo ideal es que el senado sea elegido por el congreso con la función específica de legislar y con cargos vitalicios obtenidos por consenso entre los congresistas. Este es el modo de lograr la paz duradera, la armonía de los mil años. Bueno, es una opinión, la mía. Si algún día se lleva a cabo lo que digo. Aunque nunca se sabe, puede que mi ensayo pavimente el camino al desastre con la mejor de las intenciones. Puede que me lleve las manos a la cara, recriminándome: “Pero… ¿qué he hecho?”.

P. FORTEA

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