La pobreza es una actitud, es la actitud de desperdiciarse a sí mismo. El pobre desperdicia su tiempo, desperdicia sus ideas… y termina desperdiciando su dinero. La pobreza ni empieza, ni termina con el dinero, sino contigo.
La forma
en cómo te tratas, define como la riqueza te va a tratar. Una vez una mujer me
dijo: “como es la habitación en la que duermes, así
suele ser tu vida. Como está tu ropero, así suele estar tu vida. Como está tu
cama, así suele estar tu vida.” Hace poco escuché que alguien dijo, con
acierto, que “las cosas se parecen a sus dueños.”
Tu auto
eres tú, tu ropa eres tú, el barrio en el que vives eres tú y tus vecinos, tu
celular eres tú, tu computadora eres tú, tu refrigerador eres tú, tu alacena
eres tú...
No hablo
de un parecido físico, sino del intangible: una
persona limpia tiene cosas limpias; una persona ordenada, tiene cosas
ordenadas. Una persona organizada tiene su vida organizada.
Creo que
la persona que quiere hacer mejoras consistentes en su vida, empieza paso a
paso, de menos a más. Corrigiendo pequeñas actitudes, pequeñas acciones.
Hace años
fui a entrevistar a una empresaria ya mayor. La mujer tiene fama de haber
tenido una enfermiza ética de trabajo, gracias a la cual construyó un poderoso
negocio que hoy administran sus hijos. “Mira –
me dijo mientras sacaba su monedero- el dinero hay
que administrarlo como si fuese medicina. No hay que cuidarlo, hay que
valorarlo y respetarlo.
La
riqueza es producto del orden, de la previsión, de la limpieza, del respeto al
tiempo, de la confianza en uno mismo. No eres rico porque tienes un millón de
dólares en la mano, al contrario: puedes tener un
millón de dólares en la mano como resultado de ser rico. Esto que voy a
decir suena duro y por eso lo escribo con cargo a las críticas: la mayoría de gente con mentalidad de pobreza es sucia,
desordenada, son impuntuales, no valoran su tiempo y por eso muchas veces lo
desperdician consumiendo televisión basura. Gastan lo poco que tienen en
una cerveza, y nunca en un libro. Como ve, no son pobres por el sueldo o por el
trabajo que tienen, sino por la forma en cómo se tratan a si mismos.
Vive a partir de hoy una vida diferente,
orden es coherencia y la coherencia arroja resultados inimaginables.
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