A veces un abrazo puede ser el mejor de los regalos . ¡no lo olvidemos ! Y nada será más hermosos si lo que damos, lo damos con alegría y amor.
Por: María Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Entramos ya en el mes de diciembre.
Es el último mes del año. Diciembre es un mes con alegría de fiestas, de música
navideña, de campanitas y cascabeles, regalos y vacaciones. Pero también es un
mes que llega, para los que ya somos adultos, con un agridulce sabor, no tanto
en la boca como en el corazón.
Es un mes familiar y de hogar, pero no siempre están todos en la familia ni en
el hogar. También es un mes en que los días se nos escapan como viento con
prisa y aligerado. Empezamos a sentir como una inquietad, como una urgencia,
porque hay muchas cosas por hacer, por preparar, por adquirir: regalos y comprar navideñas, algún detalle para la casa
con motivos a esta festividad, la cena, los turrones… etcétara, etcétera….
Total que perdemos la calma y la tranquilidad. Malo es eso, porque nos embarullamos
y al final todo son prisas y apuros…
Preparemos las cosas con tiempo y orden para que esto no suceda. Es muy
importante, que aunque todo a nuestro alrededor sea y se sienta un tanto
alocado: la música, el tráfico, las compras, la
agitación de las personas en su ir y venir por las calles y tiendas… nosotros
sepamos conservar una calma interior, una paz que no logre alterarla todos
estos signos exteriores.
Si perdemos la tranquilidad, el nerviosismo aumentará y si querer ni
darnos cuenta se lo transmitiremos a los que nos rodean. Y precisamente este
tiempo es para compartir, pero compartir alegría, serenidad y paz.
Damos lo que tenemos adentro, hablamos lo que pensamos y reaccionamos ante esta
o aquella situación según el dictamen de nuestro corazón unido a nuestro
temperamento. Es por eso que debemos procurar que en nuestro interior haya
calma y sosiego.
Preparémonos con el ánimo sereno para que este mes no nos arrastre y nos atrape
el consumismo. Busquemos más amor y la armonía familiar que los regalos
costosos y muchas veces superfluos.
Preparemos nuestro corazón para abrir las puertas de nuestra casa y de nuestra
existencia al Dios que viene a la Tierra haciéndose el más pequeño y humilde de
los hombres..
Vivamos todo este mes de diciembre haciendo conciencia por los que nada tienen,
por los que careen hasta de lo más necesario y seamos generosos ampliamente y
sentiremos el gozo auténtico y verdadero que nos da el saber y poder compartir
A veces un abrazo puede ser el mejor de los regalos…. ¡no
lo olvidemos ! Y nada será más hermosos si lo que damos, lo damos con
alegría y amor.
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