La foto ganó un premio del certamen organizado por The International Photography Awards. ♣ Lo de Rusia se parece a un tren, pesado, inmenso, que sigue tomando velocidad hacia otro tren parado, Occidente.
El tren
ruso está lejos, pero su dirección de colisión resulta inequívoca. Todo el
mundo se pregunta por qué no se detiene. Todos se distraen con otras noticias:
unas inundaciones aquí, un terremoto más allá.
Pero
volvemos a mirar con los prismáticos y el tren lejano sigue su curso. Una y
otra vez nos preguntamos: ¿Por qué no frena ese
tren lejano? ¿Qué gana en seguir este camino hacia el desastre? Pero lo
cierto es que sigue devorando kilómetros.
La
movilización los reservistas de un país para la guerra tiene implicaciones
gravísimas, ya suficientemente analizadas por los expertos. El que ha iniciado
todo ya nos ha advertido varias veces hasta dónde está dispuesto a llegar. “Ya os lo había dicho”, parece estar diciendo
cuando haga aquello que todos temíamos y que sabíamos que era capaz de hacer.
Urge
darle algo que le haga aparecer ante su pueblo como un ganador. Urge buscarle
una salida digna. El gobierno de Ucrania no tiene que firmar nada: basta un
silencio tácito. Pero si Putin tiene que optar entre hacer de Ucrania un
desierto radioactivo o perder esta guerra, no tengo la menor duda de qué opción
escogerá.
Muchos
han afirmado que Putin tiene que aprender la lección. Error. Jamás aprenderá
nada. Esto es una colisión pura y dura. Colisión entre los valores occidentales
y un sujeto que no aprende nada, que no atiende a ninguna razón, que ya le da
lo mismo todo.
La entera
aniquilación de la población ucraniana sería una opción menor, dentro de las
opciones malas. La opción extrema sería bombardear tres o cuatro capitales
europeas. ¿Está dispuesto a eso un ser tan lleno de
resentimiento como ese asesino que gobierna una nación? Sí,
indudablemente está dispuesto.
La
cuestión es si aceptar un mal menor o embarcarnos en un perjuicio mayor para
todos. La opción segunda no tiene sentido. Una vez que se produce la
movilización de 300 000 reservistas, Putin ha volado todos los puentes para una
salida airosa sin algún tipo de victoria que presentar.
Tener un
arsenal atómico es lo mismo que ser el secuestrador de Europa. ¿Llegamos a un acuerdo con nuestro secuestrador o estamos
dispuestos a ponerle a prueba y ver hasta dónde está dispuesto a llegar ese
secuestrador?
La paz
duradera, honorable, en Ucrania no llegará hasta el sucesor de Putin. Hasta ese
momento, solo se nos concede elegir entre un mal menor o un mal muchísimo
mayor. No hace falta hacer el experimento.
Prefiero
comerme mi orgullo y no ver la foto de un millar de niños sin pelo recibiendo
quimioterapia, o guardando en frascos los fetos que han sido guardados en
frascos tras Chernobil.
Putin es capaz de esto: lo
ha dejado claro que sí.
P. FORTEA
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