Cada 13 de septiembre se conmemora a San Juan Crisóstomo, conocido también como “boca de oro” por la facilidad que tenía para convencer a los demás. Este gran doctor de la Iglesia señaló 5 caminos de penitencia para el perdón de los pecados, y contra la tentación del diablo, que conducen al cielo.
San Juan Crisóstomo vivió entre los años 347 y 407, se formó con un
exitoso orador de su tiempo y llegó a ser Obispo de Constantinopla. Pero por su
rectitud tuvo muchos enemigos envidiosos en la corte imperial por lo que fue
desterrado hasta en dos oportunidades.
Para el patrono de los predicadores la reforma de las costumbres del
clero y los fieles era fundamental, por lo que en una de sus homilías sobre “el diablo tentador” explicó que el primer camino de penitencia que
conduce al cielo consiste en ir al Sacramento de la
Reconciliación.
”Confiesa primero tus pecados, y serás
justificado... Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta
confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues, quien condena aquello en
lo que faltó, con más dificultad volverá a cometerlo”, enfatizó.
Seguidamente destacó que el segundo camino de
penitencia no era “inferior al
primero”, y que consiste en “perdonar las
ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos”.
“De tal forma que, poniendo a raya nuestra ira,
olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios
perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo
modo de expiar nuestras culpas”, explicó.
Luego especificó que el tercer y cuarto camino son
la oración ferviente de corazón y la limosna. Esta última, puntualizó el Santo,
“posee una grande y extraordinaria
virtualidad”.
“La pobreza no impide de ninguna manera el andar
por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor,
distribuyendo los propios bienes —hablo de la limosna—, pues esto lo realizó
incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas”, dijo.
Por último, señaló el quinto camino de penitencia,
el cual consiste en ser humildes y sencillos de
corazón.
“También, si eres humilde y obras con modestia, en
este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un
modo de destruir el pecado”.
Finalmente, San Juan Crisóstomo animó a vivir estos caminos de
penitencia, que son como medicinas espirituales, para alcanzar los bienes
eternos.
“No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura
caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil,
y no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran
penuria, podrías deponer tu ira y mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y
confesar tus pecados”, exhortó.
POR ABEL CAMASCA | ACI Prensa
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