Cada 8 de septiembre, día en que la Iglesia celebra la Natividad de la Virgen María, los cubanos tienen una razón “extra” para estar contentos y agradecidos: la Iglesia en Latinoamérica y España recuerda a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba.
Por distintas razones históricas, a la “Cachita”,
como cariñosamente la llaman sus devotos, también se le considera
patrona de Azanos, Tenerife (Islas Canarias); Gallegos, Barlovento (Islas
Canarias); y de Muras, Provincia de Lugo, Galicia (España).
CUBA A LOS PIES DE LA
VIRGEN MARÍA
“Mi saludo a los hijos de Cuba que en
cualquier parte del mundo veneran a la Virgen de la Caridad; junto con todos
sus hermanos que viven en esta hermosa tierra, los pongo bajo su maternal
protección, pidiéndole a Ella, Madre amorosa de todos, que reúna a sus hijos por
medio de la reconciliación y la fraternidad”, dijo San Juan Pablo II en
uno de los hermosos discursos que pronunció durante su histórica visita a la
Isla en 1998.
“YO SOY LA VIRGEN DE LA
CARIDAD” (EL RELATO)
Dice la historia que, en algún momento entre los años 1612 y 1613, tres
niños entre los nueve o diez años -dos de ellos hermanos de raza indígena y el
otro de raza negra- se embarcaron en una travesía desde Cayo Francés (isla
pequeña frente a la costa este de Cuba) en dirección a la Bahía de Nipe, con el
propósito de recoger sal. Sus nombres eran Juan de Hoyos, Rodrigo de Hoyos y
Juan Moreno, conocidos tradicionalmente como “los
tres juanes” -los tres estaban en condición de esclavos y trabajaban en
las minas de cobre-.
Durante el trayecto, los niños divisaron un objeto de color blanco
flotando sobre la espuma del mar. A la distancia ninguno de ellos podía
distinguir de qué se trataba. Sin embargo, al acercarse, vieron que era la
imagen de la Virgen María con el niño Jesús en brazos, flotando, sobre una
tablilla en la que estaba escrito: “Yo soy la
Virgen de la Caridad”.
Los pequeños tomaron la imagen y la llevaron consigo de vuelta hacia las
minas donde trabajaban. Allí, el administrador del Término Real de Minas de
Cobre ordenó levantar una ermita donde se conservaría la imagen y designó a
Rodrigo de Hoyos como capellán del santuario.
Cierta noche, Rodrigo se dio cuenta de que la imagen no estaba en la
ermita. Entonces se organizó una intensa búsqueda, pero no la encontraron.
A la mañana siguiente, sin mayor explicación, la Virgen estaba en su
altar, en la ermita, como de costumbre. Todos quedaron sorprendidos porque la
puerta del recinto había sido cerrada debidamente la noche anterior. Para mayor
sorpresa de todos, el hecho volvió a suceder varias veces más.
Es así que los residentes concluyeron que la Virgen, de pronto, quería
que su imagen fuera llevada a otro lugar. Se decidió trasladarla en procesión
al Templo Parroquial del Cobre, donde los pobladores la recibieron con júbilo.
Así, casi sin querer, la imagen empezó a ser llamada “Virgen de la Caridad del Cobre”.
No obstante, la imagen tampoco se quedaría en ese lugar. No por mucho
tiempo. De repente se produjeron nuevas desapariciones de la imagen que
hicieron pensar nuevamente en que debía ser trasladada.
Empezó a circular entre la gente del pueblo el relato de una niña de
nombre Apolonia, que daba cuenta de una visión que le había sido concedida.
Apolonia había visto a la Virgen de la Caridad sobre la cima de una de las montañas
cercanas a las minas de cobre. Así, el relato de la niña indujo a que la imagen
fuera llevada a la parte montañosa.
EPÍLOGO HISTÓRICO
Todo este relato está basado en el testimonio de Juan Moreno -uno de los
tres niños-, concedido en 1687, setenta y cinco años después de los
acontecimientos, y que se conserva en los Archivos de Indias ubicados en
Sevilla, España. Juan dio su testimonio a los 85 años, en condición de único
sobreviviente del célebre hallazgo en el mar.
Es posible también que la imagen encontrada fuera la que el rey Felipe
II encomendó llevar a la Isla en manos de Francisco Sánchez de Moya, militar
español. Por esos tiempos los piratas acechaban a las embarcaciones reales y
puede que la imagen se haya perdido en un naufragio, y posteriormente fuera
encontrada por los “tres juanes”. El deseo
del rey era erigir un santuario en las serranías de Cuba y poner la imagen
allí, como sin duda al final sucedió.
IDENTIDAD CUBANA,
IDENTIDAD MARIANA
Durante las guerras de independencia de Cuba, la devoción a la Virgen de
la Caridad del Cobre se fortaleció entre los soldados independentistas. Las
tropas solían encomendar su lucha a esta advocación y la victoria final fue
ofrecida en su honor. Los veteranos de la gesta de independencia, en 1915,
pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona
de Cuba. En 1916 Benedicto XV les concedió esta petición y fijó su festividad
para el 8 de septiembre.
El santuario donde se conserva hoy la imagen mariana fue inaugurado el 8
de septiembre de 1927, y en 1977 el Papa Pablo VI elevó este recinto a la
dignidad de Basílica. El 24 de enero de 1998, la Virgen
de la Caridad fue coronada como Reina y Patrona
de Cuba por San Juan Pablo II durante su visita apostólica a la isla.
Redacción ACI Prensa
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