jueves, 7 de julio de 2022

40. CUANDO LA ALBERCA NO TIENE AGUA

Sembrando Esperanza II

Por: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net

Cuántas veces en nuestra vida nos suceden cosas inauditas, situaciones que hasta la fecha no podemos explicar, nos quedamos fríos, paralizados, incluso, las atribuimos a situaciones paranormales y extraordinarias. Estoy convencido que muchas de esas situaciones, para nosotros extrañas, son mensajes que Dios nos manda para que nos acerquemos a Él, para que creamos en Él y no dudemos jamás que Él maneja los hilos de nuestra vida. Dios tiene su tiempo para cada uno, solo basta, por nuestra parte, estar atentos, esperar y saber comprender este comunicarse de Dios; es claro que nuestra vida cambiará para mejor. No dudes, antes de lanzarte a la alberca, extiende tus manos y reza... ¡No sea qué!...

Un joven que fue criado como ateo, estaba entrenando para salto ornamental a nivel olímpico. La única influencia religiosa que recibió en su vida, le llegó a través de un amigo cristiano. El deportista no prestó mayor atención a su amigo, aunque lo escuchaba con frecuencia. Tal vez nosotros hemos tenido o tenemos una actitud similar en nuestra vida, realmente no prestamos atención porque no nos interesa; “tenemos  otras cosas más importantes que hacer” y a Dios lo vamos desplazando y lo dejamos de lado.

Una noche, fue a la alberca de la universidad a la que pertenecía. Las luces estaban todas apagadas, pero como la noche estaba clara y la luna brillaba, había suficiente luz para practicar. El joven se subió al trampolín más alto, y cuando volvió la espalda a la alberca al filo de la rampa y extendió sus brazos, vio su propia sombra en la pared. La sombra de su cuerpo tenía la forma exacta de una cruz. En lugar de saltar, sin saber por qué, se arrodilló y finalmente le pidió a Dios que entrara en su vida. Mientras el joven permanecía quieto, el personal de limpieza ingresó y encendió las luces.

“HABÍAN VACIADO LA PISCINA PARA REPARARLA”.

Esta es la prueba más simple de que Él existe,
si amas a Jesús y no te avergüenzas de las cosas maravillosas que Él ha hecho por ti. Recuerda que un buen amigo siempre está cuando se le necesita, aún si no se le conoce. ¿Por qué quedarnos con los brazos cruzados, cuando el hombre más grande, el gran líder que cambió el mundo, murió con los brazos abiertos?

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